Taiwán, ¿una segunda Ucrania?
DIARIO OCTUBRE
/ febrero 27, 2023
Alberto Acevedo.— A finales de enero pasado, el general Michael Minihan, oficial de alto rango de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, declaró que una guerra en Taiwán podría darse en un plazo de dos años, como máximo. En las condiciones actuales, las declaraciones del oficial no deben interpretarse como el aspaviento de uno de los ‘halcones’ de la política norteamericana.
Hay razones
para pensar que ciertamente, los Estados Unidos se preparan para un conflicto
en gran escala y, como afirman algunos analistas, tras la escalada contra Rusia
en Ucrania, Washington se alista a preparar otro frente de guerra
internacional, esta vez contra China en el escenario de Taiwán.
Un nuevo teatro
de operaciones militares en esta parte del mundo es una opción sobre la que la
Casa Blanca se ha venido preparando desde hace bastante tiempo. Hay en curso un
proceso de militarización, que se centra en torno a una alianza militar de
carácter agresivo, junto a Australia y Gran Bretaña contra China.
Producto de
esta escalada, desde 2003 Washington llegó a nuevos acuerdos con Filipinas,
para instalar cuatro nuevas bases militares en esta isla, con una posición
privilegiada para Estados Unidos, prácticamente en las narices de China.
En la mira
A partir de
1990, tras la caída de la URSS, Estados Unidos diseñó un nuevo tipo de
presencia global en la región integrando a los ejércitos de los países aliados
como fuerzas subordinadas al control militar norteamericano y construyendo
bases militares más pequeñas, pero más numerosas, para crear un alcance mayor
acorde con su poder aéreo, tecnológicamente superior.
En ese proceso
se encontró con una realidad: que su poder no es exclusivo y tiene a
competidores como China. Es allí donde adquiere un especial valor el acuerdo de
cooperación con Filipinas. Al menos tres de las cuatro bases militares
proyectadas, estarían en la isla de Luzón, al norte del archipiélago, lo que
prácticamente coloca a Taiwán en el punto de mira de las tropas norteamericanas
acantonadas en la zona.
Tenemos
entonces que, en los dos extremos de Eurasia, Estados Unidos comenzó a provocar
a Rusia, a través de Ucrania, y a China a través de Taiwán. El curso de la
guerra en Ucrania ya se conoce. Mientras que las nuevas bases militares en
Filipinas forman parte de una escalada contra China utilizando a Taiwán como
campo de batalla.
Lo en el fondo,
lo que pretende Washington es bloquear el desarrollo tecnológico y militar de
China y ponerla a sus pies. Es en esa perspectiva que Estados Unidos ha
otorgado a Taiwán el papel de una especie de base militar.
Doble juego
Antes de la
revolución china de 1949, el país asiático vivía un crudo enfrentamiento entre
las fuerzas independentistas, lideradas por Mao Tse Tung, y las nacionalistas,
conocidas también como el Kuomintang, lideradas por Chiang Kai-shek, en el
poder hasta el triunfo de la revolución. Las fuerzas nacionalistas huyeron
hacia Taiwán, donde fundaron la República de China, con un gobierno en el
exilio, mientras en Pekín se instalaba la República Popular China.
El país
asiático reclamó desde entonces su derecho a ejercer plena soberanía sobre la
isla y diseñó la política de “una sola China”. La comunidad internacional en
forma abrumadoramente mayoritaria acogió esta estrategia. La Casa Blanca
mantiene una actitud ambivalente. Reconoce a China continental, tiene
relaciones con Pekín, pero al mismo tiempo presta ayuda militar a Taiwán.
China al respecto
ha mantenido una política invariable: Taiwán debe reunificarse pacíficamente
con el resto del país. Pero responderá muy duro ante cualquier veleidad
independentista, alentada desde el exterior, o cualquier intervención militar
directa que amenace sus intereses.
FUENTE: semanariovoz.com
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