Henry Kissinger advierte de
una nueva guerra mundial
Por Marc
Vandepitte
Rebelion
| 28/12/2022
Fuentes: De Wereld Morgen [Foto: Henry Kissinger (Marsha Miller, Flickr)]
Traducido del neerlandés para Rebelión por Sven Magnus
La fiebre bélica ha afectado enormemente a la reflexión sobre el conflicto
en Ucrania. El ex-Secretario de Estado Kissinger advierte que esta guerra
podría desembocar en otro peligroso conflicto mundial. En un artículo reciente
defiende entablar unas negociaciones rápidas e insta a los políticos a tener
una visión fuerte y valor político.
Henry Kissinger
es una de las voces más importantes de la política exterior de Estados Unidos.
Durante años fue asesor de seguridad nacional. También fue ministro del
Exterior bajo los presidentes Richard Nixon y Gerald Ford. A principios de la
década de 1970 ideó el acercamiento entre Estados Unidos y China para aislar y
debilitar a la entonces Unión Soviética.
Kissinger, de
99 años, no es ningún blandengue. Estuvo directamente implicado en el golpe de
Estado de 1973 en Chile y también en la brutal guerra de Vietnam.
Alegato a favor de unas negociaciones de paz rápidas
El 17 de diciembre, escribió un notable artículo en la revista británica Spectator, en el que llama a un rápido fin de los combates y a entablar negociaciones de paz. De lo contrario, teme otra guerra mundial.
Señala que
Ucrania ha tenido algunos éxitos en su defensa contra Rusia. «[Gracias a esta
guerra, ndlr] Ucrania ha adquirido uno de los ejércitos terrestres más grandes
y eficaces de Europa, equipado por Estados Unidos y sus aliados». Además, el
país se ha integrado de facto en la OTAN, por lo que «la neutralidad ya no
tiene sentido».
Por tanto,
según Kissinger, ha llegado el momento de que Occidente convierta esos éxitos
en realidades políticas. «Se acerca el momento de aprovechar los cambios
estratégicos ya logrados e integrarlos en una nueva estructura para alcanzar
una paz negociada».
Dicho proceso
de paz debería, por un lado, sacar provecho de los éxitos y afirmar la
«libertad de Ucrania». Por otro lado, debería existir una «nueva arquitectura
de seguridad internacional en Europa Central y Oriental» en la que Rusia
«también debería poder tener cabida».
Kissinger pide
un alto el fuego en las fronteras donde comenzó la guerra el 24 de febrero.
«Rusia renunciaría entonces a sus conquistas, pero no al territorio que ocupó
hace casi una década, incluida Crimea. Esa zona puede negociarse tras un alto
el fuego».
Si no se puede
llegar a un acuerdo sobres las fronteras que había antes de la guerra, entonces
«se puede explorar el principio de autodeterminación». Bajo supervisión
internacional, se podrían celebrar referendos de autodeterminación en zonas
especialmente polémicas que han cambiado de manos repetidamente a lo largo de
los siglos”.
Belicismo frívolo
Kissinger
califica de imprudente, frívola y peligrosa la idea que prevalece en algunos
círculos belicosos de derrotar militarmente a Rusia y dividirla después.
«Algunos prefieren una Rusia impotente por la guerra. No estoy de acuerdo. A
pesar de su propensión a la violencia, Rusia ha contribuido decisivamente al equilibrio
de poder en el mundo durante más de medio milenio. No se debe menospreciar ese
papel histórico”.
Una «disolución
de Rusia» o un debilitamiento total podrían convertir al mayor país del mundo
«en un vacío en disputa». Dada la gran cantidad de armas nucleares, el
resultado sería un polvorín extremadamente peligroso, en el que otros países
también podrían «tratar de ampliar sus pretensiones por la fuerza».
Además, tal
derrota dista mucho de ser evidente. Los reveses militares de Rusia «no han
eliminado su capacidad nuclear global, lo que le permite amenazar con una
escalada en Ucrania». O, como se suele decir, un gato acorralado puede dar
saltos peligroso.
Motivos
Hay dos motivos
por los que Kissinger aboga por negociaciones de paz. Desde el punto de vista
estratégico, cree que Estados Unidos y Occidente están tentando a la suerte en
este conflicto. Debilitar a Rusia no solamente no es una opción, sino que, al
intensificar este conflicto, Occidente corre el riesgo de dirigir a Rusia hacia
China y crearse así un poderoso enemigo.
En The Wall
Street Journal del 12 de agosto afirma: «Estamos al borde
de la guerra con Rusia y China por cuestiones que en parte hemos creado
nosotros mismos, sin tener idea de cómo va a acabar esto ni a qué se supone que
va a conducir». Sostiene que Estados Unidos puede controlar mejor a dos
enemigos de este tipo triangulando entre ellos, como ocurrió bajo la
presidencia de Nixon. No ofrece una receta sencilla: «Ahora no se puede decir
simplemente que vamos a separarlos y a enfrentarlos entre sí. Lo único que se
puede hacer es no aumentar las tensiones y crear opciones».
En el aspecto táctico, Kissinger aboga por unas negociaciones rápidas para preservar en la medida de lo posible las adquisiciones de terreno logradas en la batalla. Según The Economist, Ucrania tiene muy poca munición para sus sistemas antiaéreos y necesita mejores sistemas de defensa antimisiles. Puede que pasen meses antes de que estén operativos los prometidos y mucho más eficaces misiles Patriot estadounidenses. Mientras tanto, Rusia se prepara para una nueva ofensiva. Posiblemente ya en enero, las fuerzas rusas podrían lanzar un gran ataque. De este modo, intentarían hacer retroceder al ejército ucraniano e incluso podrían hacer un segundo intento de tomar la capital, Kiev. Quizá por eso Kissinger aboga por sentarse a la mesa de negociaciones lo antes posible.
A juzgar por la
actual retórica bélica del presidente ucraniano Zelensky, las negociaciones de
paz tienen pocas posibilidades por el momento. Pero en toda guerra hay una
brecha grande entre la propaganda y la realidad. Entre bastidores el gobierno
estadounidense, los altos cargos ucranianos y otros aliados occidentales han
mantenido conversaciones discretas sobre cuál podría ser una solución
diplomática (1).
A Kissinger no
le afecta la fiebre bélica que rodea este conflicto. Apela al sentido común y
pide a los políticos que tengan una visión fuerte y valor político: «La
búsqueda de la paz y el orden tiene dos componentes que a veces se consideran
contradictorios: la búsqueda de seguridad y la exigencia de reconciliación. Si
no podemos llegar a ambos, no llegaremos a ninguno. El camino de la diplomacia
puede parecer complicado y frustrante, pero avanzar por ese camino requiere
tanto la visión como el valor para emprender el viaje.”
Nota:
(1) Financial
Times, 22 de diciembre de 2022, p. 2.
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