La corriente económica
dominante, como pseudociencia, nos lleva al abismo
Por Juan
Laborda
Rebelion
| 05/08/2022 |
Fuentes: El
salto [Imagen: ÁLVARO MINGUITO]
Todos los economistas pertenecientes a la corriente dominante muestran un
comportamiento gregario, difícil de erradicar.
Los economistas
de la corriente dominante se han convertido en un serio problema para la
sociedad. Algunas de sus propuestas, ideas, recetas o recomendaciones de
política económica muestran un grado de psicopatía difícil de encontrar en
otras profesiones. Ello viene a colación de ciertos tweets que el otrora economista
del Fondo Monetario Internacional, Olivier Blanchard, el mismo que en mayo de
2008 nos aseguraba que la macroeconomía global se encontraba en el mejor de los
mundos posibles. Ahora vuelve a la carga y nos ofrece su receta para luchar
contra la inflación actual, aumentar el desempleo. No me sorprende. En un
artículo previo, La ortodoxia, responsable de la inflación, generará un
desempleo masivo, ya avisamos de lo que iban a
hacer, agravarían la inflación que ellos han generado con un aumento deliberado
del desempleo masivo. Será la obra póstuma de unos sádicos.
Permítanme
refrescarles que decían esos tweets, publicados por el mismo Blanchard el 22 de
julio. El hilo, abro comillas, decía lo siguiente: “Una reflexión sobre la
lucha contra la inflación:
1. Cuando la
inflación proviene de un sobrecalentamiento, convencer a los trabajadores de
que la economía tiene que ralentizarse, y que el desempleo tiene que aumentar
para controlar la inflación, es difícil, pero al menos se puede explicar la
lógica.
2. Cuando la
inflación proviene de un aumento de los precios de las materias primas y la
energía, convencer a los trabajadores de que el desempleo tiene que aumentar
para controlar la inflación, es aún más difícil. “¿Por qué debería perder mi
trabajo porque Putin invadió Ucrania?”
3. Esto hace
que el trabajo y la estrategia de comunicación de los bancos centrales sea muy
difícil.”
La ortodoxia, además de inflación, generará desempleo
No digan
ustedes que no les avisé. Los neoclásicos, además de la inflación, pretenden
generar desempleo. El lote completo. No se puede ser más inútil. No previeron
la Gran Recesión, obra y gracia de la mayor deuda privada de la historia,
alrededor de distintas burbujas. Y ahora, esto, inflación y desempleo,
resultado de sus recomendaciones. Pero ahí siguen todos ellos, ocupando puestos
de responsabilidad en diferentes organismos multilaterales, asesorando a diferentes
gobiernos, ocupando platós de televisión, asistiendo a distintas tertulias
radiofónicas, permitiendo que la financiarización campe a sus anchas y arruine
a millones de familias.
La receta es
mucho más sencilla: vuelvan a regular los mercados derivados de materias
primas; terminen con el sistema marginalista de fijación de precios de la
electricidad; vayan a saco a por los beneficios puros derivados del aumento de
poder de mercado en los distintos sectores económicos; troceen empresas y
bancos que hayan acumulado un poder de mercado excesivo; protejan los derechos
humanos que describe la carta fundacional de la ONU de las sucias manos de la
financiarización… Y un consejo final, por favor, déjennos en paz.
La pregunta que
me hago una y otra vez es ¿por qué todas estas soluciones sencillas y
aplicables fueron, son, y serán ignoradas?, ¿por qué siempre todo pasa por
aplicar un daño innecesario a la ciudadanía? Si fuera por incompetencia, que lo
es, ya se habría producido un cambio de políticas. Pero la razón es otra: por
instinto de clase y de protección de la élite dominante. Y para ello necesitan
la cooperación de una tecnocracia económica bien remunerada, pero absolutamente
inoperante, la cual hace que el sistema parezca hasta bueno y saludable.
La economía, en su estado actual, es una pseudociencia
Estamos
inmersos en una profunda crisis de visión del pensamiento económico moderno. Ya
en 1995, Robert Heilbroner y su pupilo William Milberg publicaron un libro con
un título muy sugerente, que nos avisaba de lo que venía, “The Crisis of Vision in
Modern Economic Thought”. La crisis en cuestión era consecuencia de
la ausencia de una visión, de un conjunto de aquellos conceptos políticos y
sociales compartidos, de los que depende, en última instancia, la economía. A
la decadencia de la perspectiva económica le han seguido diversas tendencias
cuyo denominador común era una impecable elegancia a la hora de exponer los
términos, acompañada de una absoluta inoperancia en su aplicación práctica. Y
de aquellos barros, estos lodos.
Todos los
economistas pertenecientes a la corriente dominante muestran un comportamiento
gregario, difícil de erradicar. Sin embargo, hay excepciones, y por lo tanto
cierta esperanza. Una de ellas es el que fuera premio Nobel de economía, Paul
Romer, y que en su momento dio un paso adelante, abandonando el lugar tenebroso
de la ortodoxia. La economía, en el momento actual, representada por la
corriente dominante no deja de ser una pseudo-ciencia. En The Trouble with Macroeconomics, Romer entona un mea culpa, y nos obsequia con un resumen que no tiene
desperdicio. “Durante más de tres décadas, la macroeconomía ha ido hacia atrás.
El tratamiento de la identificación ahora no es más creíble que a principios de
la década de 1970, pero escapa al desafío porque es mucho más opaco. Los
teóricos de la macroeconomía descartan los meros hechos fingiendo una
ignorancia obtusa sobre afirmaciones tan simples como “una política monetaria
estricta puede causar una recesión”. Sus modelos atribuyen las fluctuaciones de
las variables agregadas a fuerzas causales imaginarias en las que no influye la
acción de ninguna persona. El paralelismo con la teoría de las cuerdas de la
física apunta a un modo de fracaso general de la ciencia que se desencadena
cuando el respeto a los líderes de gran prestigio se convierte en una
deferencia a la autoridad que desplaza los hechos objetivos de su posición como
determinante último de la verdad científica (pensamiento gregario)”. Y ahí
seguimos.
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