Hace
tiempo que se sabía que iba a haber adelanto electoral en Andalucía. Julio
Anguita nos enseñó un estilo-estrategia que valorizaba la renovación, la
audacia y la radicalidad desde una convicción firme: para cambiar España hay
que cambiar Andalucía.
Andalucía: lecciones para mañana
El Viejo Topo
10.06.2022
Grupo dirigente
y dirección política son dos conceptos clave en la historia del movimiento
obrero organizado, singularmente en la tradición comunista. La formación de un
coherente y sólido grupo dirigente era la condición necesaria para una correcta
dirección política. La clave estaba en la acción políticamente guiada. Era un
organismo vivo que hacía política cotidianamente, que organizaba e intervenía
activamente en el conflicto social. Se dirá que esto es muy viejo y que nada
tiene que ver con la política que realmente se hace hoy; es verdad. En nuestro
entorno ya no existen partidos de masas y, lo que es más significativo, nadie
parece necesitarlos. El partido-cártel requiere un jefe o una jefa clara que
venda bien y que tenga todo el poder; un fuerte aparato electoral que mantenga
sólidas relaciones con los grandes medios de comunicación; que esté atento a
las redes sociales y a las encuestas. La tarea fundamental del grupo
parlamentario es reproducir el discurso del líder y, sobre todo, dotarse de una
férrea disciplina para apoyar las políticas que se deciden en la cúspide
partidaria. El resultado electoral es el baremo del acierto o desacierto de la
política del grupo dirigente. Así se funciona ahora en todos los partidos.
Desde hace más
de un año se sabía que iba a haber adelanto electoral en Andalucía. Se conocía
que el PP avanzaba –y mucho- y que Vox también. El PSOE no levantaba cabeza y
el liderazgo de Espadas no despuntaba. No hacía falta gran perspicacia para
comprender que se abría una gran oportunidad para construir una alternativa de
izquierdas popular y andalucista frente a las derechas en alza y a un Partido
Socialista prisionero de su pasado y sin credibilidad social. Era –y así lo
dijimos algunos- un momento fundante. Lo más triste fue que, cuando esta
posibilidad se estaba dejando pasar, el grupo de Adelante Andalucía entró en un
conflicto durísimo en el que una minoría expulsó a una mayoría. Los motivos
nunca fueron fáciles de explicar políticamente dando, una vez más, la sensación
de que en la izquierda el cainismo acaba imponiéndose al margen de las demandas
y las necesidades de la población.
No quiero
entrar en las miserias de este último proceso. En las políticas unitarias hay,
al menos, dos lógicas posibles. Una que yo llamaría del reparto y la otra de
mayoría o, si se quiere, de hegemonía. La lógica del reparto se ha usado mucho.
Es partir de los resultados previsibles de unas elecciones para competir por
los posibles diputados y asegurarse una determinada correlación en el futuro
grupo parlamentario. Se trata de un juego de suma cero, lo que gana uno lo
pierde otro e impone necesariamente el conflicto por el poder dejando a un lado
la política entendida como programa y como contrato con el electorado. Esto es
lo que se ha vivido en Andalucía en los últimos meses. Había otra lógica con
vocación de mayoría y de (contra)hegemonía. En futbol se diría “crear espacios
nuevos” y no repartir los existentes. La llamada operación Yolanda tardíamente
entrevió esta posibilidad, pero faltó audacia y proyecto. Las batallas que no
se dan se pierden siempre y ahora estamos en una campaña electoral muy difícil
con unas derechas al alza, un PSOE que busca desesperadamente movilizar a sus
antiguos votantes y hacerse visible como alternativa y con una izquierda
dividida externa e internamente.
El viejo “Qué
hacer” se impone de nuevo. Hay muchas formas de enfocar esta campaña electoral.
Yo la veo como la primera fase de un nuevo proyecto para Andalucía,
democrático-plebeyo, federalista y andalucista. Hay que mirar menos al palacio
y a los juegos entre partidos turnantes y movilizar a la sociedad. Una campaña
electoral como instrumento de organización, de reconstrucción de vínculos
solidarios y territoriales, de compromiso colectivo por la transformación
social desde un punto de vista de clase, de bloque social y popular. Se trata,
en definitiva, de un nuevo inicio que obliga a un talante unitario, de
enfrentamiento claro a las derechas y a las viejas políticas de un PSOE sin
proyecto, sin programa. Lo diré con más claridad: el futuro empieza ahora. Por
Andalucía y Adelante Andalucía serán elementos imprescindibles de ese futuro y
se debe de ir más allá hacia un amplio movimiento sociopolítico andaluz de
amplio espectro. No hay que esperar recetas de Madrid. Nunca lo hicimos; solo
intentamos ir siempre por delante, marcando el camino. Nuestra lógica nunca fue
el repliegue identitario sino un estilo-estrategia que valorizaba la
renovación, la audacia y la radicalidad desde una convicción definitoria: para
cambiar España hay que cambiar Andalucía. Julio Anguita nos enseñó eso.
Fuente: Nortes.
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