miércoles, 23 de marzo de 2022

Marruecos: la OTAN ya está al mando

 

La posición de Pedro Sánchez sobre Marruecos y el Sahara implica un cambio sustancial de nuestra política exterior y de defensa sobre el Magreb y -es decisivo- sobre el conjunto de África al dictado de la Administración norteamericana y de la OTAN.


Marruecos: la OTAN ya está al mando

 

Manolo Monereo

El Viejo Topo

23 marzo, 2022 



Las crisis desvelan la realidad que la normalidad oculta, la verdad de la relación de fuerzas y de los poderes que la organizan. Vivimos en un estado de excepción: supresión de las garantías constitucionales y el dominio de los poderes de hecho. Se está convirtiendo en el nuevo modo de integración de la Unión Europea. Primero, a impulso de la Comisión y con el respaldo del Consejo, se toman decisiones sin el respaldo jurídico comunitario. Segundo, el Tribunal de Justicia europeo lo legaliza. En esas estamos. De nuevo, la crisis se convierte en un instrumento para tomar medidas sin debate público y, lo que es más importante, sin control democrático. Se cierran medios de comunicación, se toman iniciativas político-militares de calado y se planifican actuaciones económicas siempre bajo iniciativa de la OTAN y por decisión de EEUU. Ni la Unión Europea es soberana ni los estados individualmente considerados, tampoco. La vieja pregunta, ¿quién es el verdadero soberano?: los EEUU. Lo demás, literatura.

La decisión sobre Marruecos hay que verla en este contexto de excepción y crisis. Se ha roto algo más que una tradición y se traiciona una promesa avalada por la mayoría de la población española. Las lágrimas de cocodrilo, las equidistancias y los análisis supuestamente realistas que se niegan a otros escenarios (verbigracia, Ucrania) se convierten ahora en prolijas disquisiciones para ocultar la trascendencia de la decisión tomada. Quiero ser claro: la posición de Pedro Sánchez implica un cambio sustancial de nuestra política exterior y de defensa sobre el Magreb y —es decisivo— sobre el conjunto de África al dictado de la Administración norteamericana y de la OTAN. Lo fundamental es que España asume el nuevo papel de Marruecos como potencia regional y se convierte en un aliado que nunca podrá ser estratégico. Es algo así como, “ya que no puedo vencer a mis enemigos, me alío con ellos”. Es una paradoja de la realidad. Ceuta Melilla, que no tenían la cobertura de la OTAN, ahora tampoco, pero pasan de ser “defensas adelantadas” a ciudades incrustadas en el marco geográfico marroquí con funciones políticomilitares de aliados de la nueva potencia emergente. Ganamos, por ahora, tranquilidad a cambio de perder peso geopolítico y renunciar a jugar un papel significativo en un marco internacional que cambia aceleradamente.

¿Qué gana España? Ser partícipe secundario de futuros negocios energéticos, el eterno agradecimiento de EEUU y Gran Bretaña y que Marruecos frene con más ahínco y fuerza a los emigrantes subsaharianos. Esta es la verdadera política migratoria de la UE. El papel de España como centro gasístico clave en la configuración de una nueva matriz energética europea está por definirse. Hay una cuestión compleja sobre la cual sabemos poco. Se trata de las conocidas relaciones de Argelia con el PSOE. Lo menos que se puede decir es que en un tiempo eran íntimas y con altísimos niveles de complicidad. No me refiero solo a la vieja cuestión de ETA sino a múltiples iniciativas comunes basadas siempre en el apoyo energético de este gran país. Lo más grave de la decisión de Sánchez es que se toma en un momento de conflicto muy duro entre Marruecos y Argelia. La palabra traición no es exagerada y tendrá consecuencias. Es de suponer que se tiene calculado que los argelinos nos seguirán mandando gas y que este no faltará a corto y medio plazo. Lo contrario sería gravísimo. El escenario de un corte de gas por Rusia y por Argelia —por cierto, viejos aliados— tendría consecuencias devastadoras para la economía europea. No entro en el escenario político-militar y en el papel del Polisario en toda esta historia. Lo que sí sé es que el mapa del conflicto ha cambiado sustancialmente por la decisión del gobierno de España.

Vengo insistiendo desde hace años en que el conflicto entre EEUU y China va a cambiar todo y que la guerra de Ucrania es el inicio de su dimensión político-militar. En su momento anuncié que EEUU estaba organizando dos escenarios de decisión geopolítica interconectados entre sí que tenían sus líneas de frente en el Mar Meridional de China y Ucrania; señalé, también, la posibilidad de apertura de un tercer frente en África y concretamente en el Sahel. Mi hipótesis es que las fuerzas europeas serán expulsadas de la zona y que la influencia china/rusa será cada vez más determinante. Hay que analizar país por país, pero creo que esta es la tendencia. En este marco, el papel de Marruecos como aliado estratégico se revalúa y se planifica su configuración como una potencia regional capaz de controlar el Magreb y como plataforma militar para actuar decisivamente en un continente que vive cambios fundamentales. La relación íntima del reino alauita con Israel señala una dimensión clave también en la convulsa política mediterránea.

Ceuta y Melilla pierden centralidad. Se garantiza su futuro a medio plazo y se deja que sea el tiempo quien clarifique su situación. Si algo demuestra Marruecos es capacidad táctica al servicio de una diplomacia que tiene tomada las medidas a la clase política española. Cosa distinta es el archipiélago canario. A mi juicio, su papel militar va a ser reforzado y no sería extraño que cumpliese tareas nuevas en un escenario africano en transformación. Lo más preocupante es que esto se hace con nocturnidad y calculada sorpresa. Se toman decisiones aprovechándose de la crisis y eludiendo la deliberación democrática y el control parlamentario.

Mucho me temo que, como ha ocurrido tantas veces, las guerras sean el preludio de involuciones democráticas. Me llena de emoción que destacados dirigentes de Unidas Podemos hablen de guerras interimperialistas citando a Lenin. Habría que hacerlo al completo. Él hablaba a renglón seguido de que estas anunciaban conflictos sociales y civiles de grandes dimensiones. Desde luego, la guerra no traerá la paz, ni siquiera la social.

Artículo publicado originalmente en Nortes.

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