Tal día como hoy en 1632 nacía en Amsterdam Baruch Spinoza.
Su obra fue uno de los más polémicos e influyentes proyectos de rebeldía,
rechazo de todas las formas de trascendencia, confesional o metafísica, y
reivindicación absoluta de la inmanencia.
Karl Marx, lector anómalo de Spinoza
El Viejo Topo
24 noviembre, 2021
Karl Marx, el
genial investigador, desterrado de Alemania y de Francia, que aplicó a la
ciencia social el método de Spinoza…[1]
Prosper OLIVIER
LISSAGARAY, 1876
El subversivo judío gótico de Voorburg
Existió una
época en Occidente en que uno podía ser condenado a muerte por ser spinozista.
Y no se trataba de un malentendido ni una alegoría. Ya en 1717 Buddeus denomina
a Bento de Spinoza como el atheorum nostra aetate princeps (“el
gran jefe de los ateos de nuestros tiempos”). Alrededor de 1744 un profesor de
Pisa, llamado Tommaso Vincenzo Moniglia, resumía en un libro en el que atacaba
a los llamados “filósofos fatalistas”, que la erosión del altar, el trono y los
privilegios se debía a una corriente diabólica llamada Spinosismo.
Otro escritor, Daniele Concina, llamaba a las ideas derivadas de Spinoza
de questa mostruosa divinita spinosiana. Bayle en su
difundido Dictionnaire historique et critique, escrito entre 1647 y
1706, afirmaba que Spinoza era el primer ateo sistemático: “Il a été un athée
de système, et d’une méthode toute nouvelle, quoique le fond de sa doctrine lui
fût commun avec plusieurs autres philosophes anciens et modernes, européens et
orientaux”; incluso llamaba a uno de sus libros más políticos, precisamente
el Tractatus theologico-politicus de “livre pernicieux et
détestable”. Y no era exageración: el Tractatus será colocado
en el Index Librorum Prohibitorum et Expurgatorum de la
Inquisición como “libro prohibido” el 3 de febrero de 1679. Incluso en el
tardío año de 1816, realizando una revisión del estado de Europa, un
contrailustrado llamado Antonio Valsecchi razonaba que las causas intelectuales
de la Gran Revolución francesa no se encontraban en Rousseau o Voltaire sino en
las obras de “Tommaso Hobbes d’Ingilterra, e Benedetto Spinosa di Olanda.” No
hay duda que Spinoza fue el bogeyman de la Ilustración radical
europea, y pocos historiadores de la filosofía o comentadores enfatizan este
hecho: su nombre era sinónimo de sedición y cuestionamiento a los poderes
espirituales y terrenales. Su figura se unía a otros dos teóricos que destruían
toda moral, toda religión, toda tradición: Maquiavelo y Hobbes. Entre 1650 y
1750 Spinoza, el escritor de hideous hypotesis (Hume), era el
autor más subversivo y no tenía parangón en cuanto a su trascendencia
revolucionaria materialista, atea, libertina y democrática. Sus enseñanzas
desembocarían en los libertines érudites, en La Mettrie y Diderot e
influenciarían a Hegel y a sus epígonos de izquierda: los jóvenes hegelianos,
entre ellos a Moritz Hess y a una joven promesa filosófica: un renano llamado
Karl Heinrich Marx. Es tentador comparar dos pensadores radicales, democráticos
y materialistas como Spinoza y Marx. Un estudio de la recepción de Spinoza en
Marx puede ser una tarea no meramente arqueológica sino actual y esencial para
entender la filosofía política de Marx, los alcances éticos y políticos de su
proyecto. En este intento corremos varios peligros: en primer lugar
sobredeterminar la formación del Marx filósofo exclusivamente por su contacto
absoluto e irreversible con Hegel y el hegelianismo, como lo ha hecho la
tradición de la Marxología y muchos biógrafos;[2] otro
peligro es al revés: desde Spinoza tratar de completar el aparente torso
incompleto de la obra teórica de Marx, forzando a Spinoza hasta el límite de la
interpretación[3];
en tercer lugar olvidar que si Hegel fue la encrucijada en el desarrollo y
maduración del pensamiento de Marx, ya el mismo Hegel produjo una suerte de
spinozismo hegeliano, al integrarlo, no sólo dentro de su historia de la
filosofía, sino que la filosofía hegeliana ya contiene elementos esenciales de
Spinoza.[4] La
paradoja puede formularse así: Marx, un joven hegeliano, un hegeliano de
izquierda, se apropiará de la filosofía de Spinoza de una manera
anti-hegeliana. La lectura de Spinoza es, al mismo tiempo, reconocimiento de
Hegel y su parricidio. Pero antes debemos preguntarnos: ¿En qué condiciones
político-filosóficas recibió el joven Marx al santo y repudiado Spinoza?
Notas:
[1] Lissagaray,
Prosper Olivier; La Comuna de París, p. 33.
[2] A
modo de paradigma, el sociólogo Michael Lowy al analizar el paso de Marx al
Comunismo entre 1842 y 1844, simplemente lo incorpora y subsume su propia
educación política a las vicisitudes de una genérica izquierda hegeliana (sin
identificarla como una línea política liberal), para concluir que “la evolución
de Marx se inserta en este marco general…”; en: La teoría de la
revolución en el joven Marx, Siglo XXI Editores, México, 1979, p. 37 y ss.
[3] Un
ejemplo es el libro de Antonio Negri La anomalía salvaje. Ensayo sobre
poder y potencia en B. Spinoza, Anthropos, Barcelona, 1993, de talante
antihegeliano que encuentra la “unidad del proyecto humano de liberación” en
una supuesta genealogía alternativa basada en Maquiavelo-Spinoza-Marx, a la
línea de “mediación burguesa”, representada por Hobbes-Rousseau-Kant-Hegel,
en: ibidem, p. 242. Una idea que va, ad litteram, con
la autointrepretación del mismo Marx. Curiosamente Negri no consulta los
manuscritos de Marx sobre Spinoza en 1841, ni profundiza en su posible
presencia en obras más maduras.
[4] Sobre
el spinozismo hegeliano, véase: Chiegerin, Franco; L’influenza dello
spinozismo nella formazione della Filosofia hegeliana, CEDAM, Padova, 1961.
Spinoza está, casi como un hilo rojo, en todo el desarrollo intelectual de
Hegel desde Tubinga. Chiegerin demuestra que el Spinozismo, o sea “in
definitiva, l’impostazione monistica spinoziana, fu il substrato culturale
asimilato inizialmente da Hegel…”, en: ibidem, p. 170.
Fuente: Primer apartado del estudio preliminar de Nicolás
González Varela al libro de Karl Marx Cuaderno Spinoza.
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