martes, 26 de enero de 2021

Huelga General. ¿Cosa de mujeres y hombres separadamente, cada cual tirando de la manta por una punta? La reina Leticia no tiene nada de “opresión patriarcal”; la mujer de Ivan Espinosa de los Monteros que cobraba honorarios indebidamente, tampoco; la señora Botín del Banco de Santander, una mujer de las que más poder efectivo tiene y más oprime en España, tampoco; Margarita Gil Robles del PSOE, tampoco; Cristina Cifuentes, tampoco; Esperanza Aguirre, tampoco; la señora Botella esposa de José María Aznar, tampoco; la señora Díaz Ayuso, presidenta de la comunidad de Madrid, tampoco; la ya fallecida Margaret Thatcher, madre, prima o impulsora de la ruina de los trabajadores ingleses, tampoco; Christine Lagarde, la señora del FMI que deseaba que los viejos nos muriéramos, tampoco; Ángela Merkel, tampoco; la señora Corinna, amiga, conocida, intima, confesora o lo que fuera del que era Rey de España, Juan Carlos UNO, que por darse un rodillazo con una banqueta o que tuvo sus más y sus menos con las sábanas de la cama, por lo que acabo llevándose unos cuantos millones de euros de los españoles, tampoco; la amiga, compañera, colegui, trota caminos o lo que fuera, con su sueldo público aparejado, de Federico Trillo que había sido premiado con la Embajada en el Reino Unido, tampoco; la señora Rudi del PP, tampoco; Susana Díaz del PP, tampoco; la ex diputada del PP, Ana Mato, que era cortita de vista porque ni siquiera llegaba a ver los cochazos aparcados en su aparcamiento, tampoco; Patricia Ortega, general del ejército de España, tampoco; la mujer del euro parlamentario del PP, Leopoldo López, entera y redondamente natural de Venezuela (como si en España no hubiera numerosos españoles de buena bandera en la muñeca para cumplir los cánones exigidos por la jefatura del PP que den acceso al cobro de un sueldo público) afincado en España, tampoco; la mujer de Iñaki Urdangarín, Urda para los amigos, tampoco… Y así, unas cuantas más, lo que vendría a indicar que la cuestión de la opresión, represión no hay que buscarla, porque no está, en el sexo de las personas sino en las relaciones de producción basadas en la violencia, de donde se traslada a la raíz de la sociedad (en nuestro caso, la sociedad capitalista, que es a la que hay que derribar para sustituirla por las relaciones de producción de colaboración socialistas, donde no habrá mujeres y hombres trabajando, sino personas) manifestándose en todas las esferas sociales de múltiples formas. Y, como esto no se tenga claro, clarito. Tan claro como la sopa de un asilo, es más que dudoso que una huelga general (UGT y CCOO ya han organizado varias) que no tenga como fin el derrocamiento del modo de producción capitalista (lo que exige lo que ni por asomo tenemos actualmente los trabajadores: conciencia de clase y organizaciones sociales, sindicales y políticas mayoritarias) es más que dudoso que pueda tener efectos positivos, no par la muer, sino para los trabajadores, donde están incluidas las mujeres. Y, naturalmente, esta es mi opinión y sin considerarme ni hombre ni mujer, sino persona trabajadora. Persona trabajadora, que eso sí, que tiene el aparato reproductor genital varón, al que por cierto, le gusta y desea el aparato reproductor genital femenino, pero no por machismo, sino por simple imperativo natural, dado que el sexo y el hambre son las dos característica naturales e intrínsecas e invariables del ser humano.


¡Necesitamos una nueva huelga general feminista el 8M! Debates en la asamblea de la comisión del 8M de Madrid

Foto de archivo

 TERCERAINFORAMCION / 26.01.2021

El pasado domingo 17 de enero se celebró la asamblea general de la Comisión 8M de Madrid. A pesar de casi un año de inactividad por parte de la comisión, fuimos alrededor de 200 compañeras las que participamos – presencialmente y online–. La razón de esta afluencia es muy sencilla: frente a la idea de que la pandemia lo ha parado todo, lo cierto es que la opresión y violencia contra nosotras se han recrudecido de forma extrema en estos meses. Somos muchas, muchísimas las que entendemos que es urgente acabar con esta situación retomando la lucha con todas nuestras fuerzas.

El año de la pandemia recrudece nuestra opresión. ¡Hay que volver a levantar la bandera de la lucha!

Estos meses de pandemia han desenmascarado cruelmente la catástrofe social provocada por un sistema en el que imperan las ganancias de un puñado de magnates por encima de todo. Somos las oprimidas entre los oprimidos sobre quienes más se está descargando el peso para mantener este orden injusto de cosas: el desempleo, la extensión de la pobreza, ocupamos los trabajos más precarizados…

A toda esta situación, tenemos que sumar el aumento galopante de la violencia machista. Encerradas en casa con nuestros maltratadores, sin recursos y aisladas, el confinamiento ha expuesto a miles de mujeres a sobrevivir diariamente en una cárcel de opresión. Además, la explotación sexual en todas sus formas se ha disparado.

Por esto mismo, las compañeras de Libres y Combativas, el Sindicato de Estudiantes e Izquierda Revolucionaria, defendimos en la asamblea del 8M que tenemos que volver a armarnos con la herramienta más contundente que poseemos: una huelga general feminista que lo paralice todo. La huelga es la forma más efectiva de unir nuestras fuerzas en una sola voz. ¡Así podemos golpear donde más les duele a todos esos explotadores y explotadoras que se están haciendo de oro a nuestra costa sometiéndonos a una situación imposible en esta pandemia!

Al igual que nosotras, fueron otras muchas trabajadoras y jóvenes, las que se expresaron en este sentido. Y es que la experiencia del 2018 y 2019, deja un balance claro al respecto.

¡Qué nada ni nadie frene nuestra lucha! Necesitamos un feminismo revolucionario y democrático

A pesar de este ánimo general por retomar la lucha, la actitud de las responsables de moderar la asamblea, la mayoría de ellas vinculadas a organizaciones que sostienen al Gobierno, se manifestaron de manera hostil a la propuesta de la huelga. No sólo eso, sino que elaboraron toda una estrategia para evitar una discusión genuina y democrática en la asamblea: se nos dividió en 22 salas virtuales separadas y se argumentó que para ser efectivas era imposible tener un plenario al uso. No sólo no pudimos poner en común nuestras opiniones, sino que estas autoerigidas moderadoras –todas abiertamente contrarias a la huelga– fueron las encargadas de seleccionar lo más significativo de la discusión en cada sala. Después otras tres personas que nadie había elegido se juntaron a puerta cerrada para decidir lo que se “consensuaba”: según ellas el sentir mayoritario era contrario a la huelga este año.

Esta metodología antidemocrática se combinaba con argumentos muy perniciosos: “no podemos convocar huelga porque la economía está muy mal”, “hacer huelga es un privilegio” o que no se puede exigir la nacionalización de la sanidad privada porque “eso no tiene que ver con las mujeres». Un completo sinsentido.

Estas ideas y prejuicios dan munición precisamente a quienes nos oprimen y explotan en el día a día para hacernos pensar que esto es lo que hay, y que no tenemos posibilidad de cambiar las cosas. ¿Por qué tenemos que asumir el coste de esta crisis? ¿Por qué tenemos que quedarnos de brazos cruzados ante esta situación?

Nosotras nos preguntamos: la economía está muy mal ¿para quién? Mientras la clase trabajadora, y especialmente las mujeres de nuestra clase, sufrimos una situación deplorable, hay quien vive una realidad radicalmente distinta. Los grandes empresarios, los banqueros y banqueras, los especuladores del Ibex 35 están haciendo fabulosos negocios e incrementan sus riquezas. Además, también planean una ofensiva de austeridad y ataques para seguir aumentado sus ganancias, como muestra el caso de la reforma de las pensiones o el incremento de la factura de la luz. La manera de enfrentar esta situación de clasismo y violencia aberrante no es dar una imagen irreal de debilidad dando un paso atrás y renunciando a la huelga general que conquistamos años atrás, sino organizar un movimiento masivo que amplíe nuestras fuerzas.

Por otro lado, si algo ha vulnerado el derecho a huelga y perpetuado la situación de semiesclavitud entre los sectores más precarizados de las mujeres es la política de paz social impuesta por los dirigentes sindicales y su resignación a asumir el mal menor frente a la ofensiva de la patronal. La renuncia a la lucha o a ejercer los derechos nunca fue una ayuda para las capas más oprimidas. Todo lo contrario. La única manera de romper con el aislamiento a la que las compañeras en condiciones más precarias o inmigrantes han sido abandonadas por la inacción de los dirigentes sindicales no es aceptando como irremediable su realidad, sino con el respaldo y la fuerza del conjunto de la clase trabajadora para defender también sus derechos. En esa estrategia, retomar la huelga general feminista exigiendo a los sindicatos convocarla es una pieza clave.

¡Sí tenemos alternativa a esta catástrofe! Los derechos se conquistan luchando

Este debate se da en un momento en el que Unidas Podemos dentro del Gobierno ha renunciado a la calle y a las grandes reivindicaciones bajo el argumento de que no existe “una correlación de fuerzas favorable”. Siguiendo esta lógica, las compañeras que dirigen la comisión 8M piensan que es mejor tratar de institucionalizar nuestras demandas. Pensamos sinceramente que están profundamente equivocadas.

Las compañeras de la comisión 8M no deberían aceptar la lógica del mal menor, ni dar por buenas las excusas que desde el Gobierno PSOE-UP se esgrimen para no pasar a la acción decididamente contra quienes se benefician con nuestra postración. Ninguno de nuestros problemas se solucionarán en despachos, ni acuerdos institucionales. Tampoco pidiendo colaboración a las súper ricas que nos explotan –como hacía Irene Montero hace unos días en la clausura de una “cumbre feminista” de la revista Forbes–. Cualquier cambio real en nuestras vidas implica enfrentarse abiertamente a la patronal, la judicatura machista, la jerarquía de la Iglesia Católica o el lobby proxeneta.

Desde Libres y Combativas, el Sindicato de Estudiantes e Izquierda Revolucionaria tenemos claro que ahora más que nunca tenemos que impulsar la fuerza que hemos ganado en las calles sin dar tregua. Convocaremos huelga general estudiantil para contribuir lo máximo posible a que este 8M sea un gran día de lucha con millones en pie contra la violencia machista y el sistema capitalista que la ampara. Un paso más para levantar un genuino movimiento de combate por nuestra liberación y que sólo podremos desempeñar armadas con un feminismo revolucionario y anticapitalista, que se base en nuestra fuerza en las calles y no se deje domesticar ni institucionalizar. Que sea capaz de poner en jaque al sistema capitalista y su opresión patriarcal con un programa para transformar la sociedad.

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