Victoria sobre el fascismo, malversaciones y
tergiversaciones
Los intentos de
tergiversación de la historia sobre lo ocurrido en la Segunda Guerra Mundial
chocan con la verdad. Tercos, los hechos salen a la luz, aunque Estados Unidos
y sus aliados intenten, usando toda la maquinaria de la industria
transcultural, cambiar la historia y presentarse como los únicos protagonistas
de la victoria sobre el fascismo
Los intentos de
tergiversación de la historia sobre lo ocurrido en la Segunda Guerra Mundial
chocan con la verdad. Tercos, los hechos salen a la luz, aunque Estados Unidos
y sus aliados intenten, usando toda la maquinaria de la industria
transcultural, cambiar la historia y presentarse como los únicos protagonistas
de la victoria sobre el fascismo.
La
conflagración bélica fue el resultado del choque de los intereses de las
potencias capitalistas, de los estados emergentes que luchaban para ocupar un
lugar en la repartición del gran pastel de los mercados y las riquezas.
Las principales
naciones capitalistas coincidían en la idea de eliminar el ejemplo peligroso
que, para sus intereses, significaba la existencia de un Estado, en el cual el
poder estaba en manos de los obreros y los campesinos.
Esa fue la
razón por la que se facilitó el rearme de Alemania, potencia derrotada en la
Primera Guerra Mundial, que recibió todo el apoyo para una industrialización
acelerada, capaz de impulsar un repunte militar.
La complicidad malversada
Cuando la
agresión de Japón a China, en 1931, Henry L. Stimson, exsecretario de Estado de
ee. uu., señaló: «Japón contribuye con sus pilotos, y Norteamérica con sus
aviones, nafta y bombas». [1] Estados Unidos le suministró a Japón la mitad de
los materiales de guerra necesarios.
Franklin D.
Roosevelt le manifestó a Benito Mussolini, el 23 de junio de 1935: «Estoy muy
interesado y profundamente impresionado por lo que ha realizado y por su
objetivo evidentemente honesto de restablecer Italia e impedir trastornos
generales en Europa», mientras Winston Churchill le confesaba: «Duce, si yo
fuera italiano, sería fascista». [2]
La Comisión Nye
Vanderberg [3] reveló que las principales acciones de la Dynamite
Aktiengesellshaf alemana eran propiedad de la empresa inglesa Imperial Chemical
Industries Limited, y que la Du Pont, Pratt and Whitney, así como la Curtis
Wraight y otras empresas estadounidenses vendieron miles de motores, aviones y
piezas de aviación a la Lutwaffe. La International Telefhone and Telegraph
financió la producción de bombarderos Fokker-Wulff.
«Los Du Pont,
la General Motors y otros consorcios norteamericanos conspiraron con los
representantes nazis, barón von Tippleskirch y barón von Killinger para
concertar una alianza económico-política». [4]
La gran hazaña del pueblo soviético
La agresión a
la Unión Soviética permitió un giro importante en el curso de los
acontecimientos, cambiando radicalmente el carácter de esta guerra que, de
imperialista y de rapiña, se convirtió en lucha de resistencia y liberación
nacional para el pueblo soviético y para los países que se sumaron a la lucha
contra el fascismo.
Son incontables
las hazañas protagonizadas por ese pueblo que, pese a las duras condiciones en
que desarrolló su reacción, supo crecerse ante la adversidad y asestar los más
duros golpes que desmoralizaron y derrotaron el poderío alemán.
Las batallas de
Stalingrado, Moscú, y del Arco de Kursk, mostraron al mundo lo que podía hacer
un pueblo organizado, disciplinado, unido, dirigido por un Partido apto para
guiarlos hacia la victoria, como objetivo final.
Fue un
sacrificio que costó a ese pueblo la pérdida de más de 20 millones de mujeres y
hombres, además de todos los daños que en el orden material tuvieron. Su noble
contribución permitió cambiar la correlación de fuerzas existentes en el mundo.
El detener el
avance alemán echó por tierra el mito de invencibilidad del ejército alemán, y
obligó a Estados Unidos a abrir un segundo frente, como insistentemente le
habían solicitado Reino Unido y Francia.
El empuje del
Ejército Rojo fue tal, que en su avance liberó a cada uno de los países
ocupados por los alemanes, e incluso fue el primero en tomar Berlín.
A partir de
entonces el mundo no fue igual. Inspirados en el ejemplo de la urss, otros
pueblos de Asia, África y América Latina, y dentro de estos Cuba, iniciaron
procesos revolucionarios.
Surgió lo que
se conoció como el campo socialista que, unido a los países del llamado Tercer
Mundo, configuraron un nuevo panorama en el sistema de relaciones
internacionales.
A 75 años de la
victoria sobre el fascismo, los retos que enfrenta la humanidad siguen siendo
enormes. El lenguaje del imperialismo se ha apropiado de expresiones y
conceptos que no le pertenecen.
En nombre de la
libertad han sostenido dictaduras criminales; agredieron a Vietnam y lanzaron
toneladas de bombas sobre indefensos caseríos, pueblos y ciudades de ese
hermano país; arrojaron fósforo blanco, napalm, bombas de racimo y proyectiles
de uranio sobre Yugoslavia, Irak y Libia. La lista de crímenes, agresiones y
violaciones de todo tipo es larga.
El llamado a
globalizar la solidaridad no es una consigna más, es una urgencia para salvar
la especie humana, pues la semilla del fascismo fructifica en muchos lugares
del mundo. El enfrentamiento a la pandemia de la covid-19 demuestra cuán largo
es el camino y con cuántas humanidades y deshumanidades convivimos. Un mundo
mejor es posible, pero no se reconstruye solo.
[1] H.L Stimson. The New York Times, 6 de diciembre de 1937.
[2] Tomado de
Rafael San Martín, Biografía del Tío Sam, Ciencias Sociales, La Habana,
2006, T II, p.218.
[3] Informe de
la Comisión Nye Vanderberg http://en.wikipedia.org/wiki/Nye_Committee
[4] George
Seldes, Mil norteamericanos, Luz, Buenos Aires, p. 172.
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