28-A: confrontación o negociación
20.04.2019
Las elecciones del 28A son decisivas porque si hay un gobierno de derechas la regresión en derechos fundamentales será una realidad y la resolución política de la cuestión catalana una quimera. Una situación que ocurrirá tanto si gobiernan el PP y Cs con la extrema derecha de Vox, como si lo hace el PSOE con Cs.
El PP de Pablo Casado está demostrando que es un valor
seguro para la involución democrática, el retroceso en derechos sociales
y laborales, y en la confrontación entre pueblos atizando el odio hacia
Cataluña. En la misma línea, Cs intenta incendiar la campaña, buscando
la confrontación en la calle para arañar un puñado de votos. Una campaña
errática –de descalificaciones e insultos– en la que Albert Rivera
intenta competir por el voto más reaccionario dejando un amplio espacio
en el centro, obviando los votantes más moderados y, en definitiva,
entorpeciendo que la triple derecha pueda sumar.
El PSOE se ha
lanzado a consolidar la conquista del centro, reculando en los tímidos
avances respecto a la plurinacionalidad del Estado, advirtiendo de la
aplicación de un nuevo 155 –contundente, consensuado y no permanente– si
el independentismo se salta la ley, y enredándose en la posterior
política de alianzas. Los socialistas han incluido en su programa
electoral el rechazo a la autodeterminación y vetan negociar con los
grupos independentistas un acuerdo para la investidura. Una dialéctica
continuista con el relato de las relaciones rotas posterior a la no
aprobación de los presupuestos, con la que concluyen que si los votos de
ERC y JxCAT son decisivos el escenario más probable es la repetición de
elecciones. Una situación en la que Pedro Sánchez continuaría atizando
el discurso del miedo a la extrema derecha para intentar recibir un
cheque en blanco para la investidura o para conseguir un “No” explícito
al referéndum, como condición previa, para abrir negociaciones para
fortalecer el autogobierno catalán dentro del marco autonómico.
Por su parte, los partidos independentistas establecen el referéndum
como única solución política y hacen explícito, como en el caso de ERC,
que cualquier negociación pasa por la previa libertad de los presos
políticos y el fin de la represión. Sin olvidar el llamamiento a la
desobediencia civil pacífica que hace el Front Republicà. Ante
este supuesto bloqueo, según los resultados del 28A y después de las
próximas contiendas electorales del 26M volverá a surgir la realpolitik
para hacer posible escenarios inverosímiles en campaña. Una campaña en
la que JxCAT ataca a ERC para intentar captar voto indeciso y revertir
una situación comprometida a la que los abocan todos los sondeos. Unas
acusaciones que afectarán a la confianza entre los socios del Govern
, en lo que es una estrategia a la desesperada para evitar el sorpasso
de los republicanos en el próximo ciclo electoral. Hay que advertir que
la estrategia del independentismo mágico del “nosotros solos” ha
fracasado, es necesaria la autocrítica y avanzar en tejer alianzas con
el resto de pueblos del Estado para hacer efectivo el derecho a la
autodeterminación. En este sentido, la estrategia de ERC es la de
erigirse como voto útil del independentismo, obviando la pugna con el
espacio ex-convergente y confrontando directamente con el PSC para
disputarle la victoria.
Otro actor que ha entrado en campaña es
la Junta Electoral, limitando las posibilidades de participación de los
presos políticos que son candidatos, coartando la libertad de expresión
de medios públicos y restringiendo los debates electorales entre
candidatos. Una polémica que habría que resolver legislando para hacer
obligatorios los debates de candidatos. En este sentido, PSOE y Unidas
Podemos querían aprovechar el debate para hacer visible la connivencia
entre la derecha y la extrema derecha y, a la vez, para confrontarse con
Vox, que ahora se presenta como víctima, y hacer así más patente la
necesaria activación de los votantes de izquierdas. En este sentido, el
resultado de Unidas Podemos condicionará la deriva del PSOE hacia la
continuidad de las políticas neoliberales o hacia avances en materia
social, laboral y de derechos humanos. Un escenario posible que tendría
que pasar de la retórica de los meses de Gobierno de Sánchez a los
hechos, empezando por derogar la última reforma laboral, legislar para
salvaguardar las pensiones públicas y apostar por la vida en la cuestión
migratoria rescatando y acogiendo personas. Así mismo, la contundencia
en la entrada en el Congreso de las fuerzas soberanistas de todo el
Estado favorecerían avanzar en el derecho a la autodeterminación. No
obstante, hay que reiterar que este derecho no se conseguirá solo
negociando sino que se ganará con mayorías amplías movilizadas como en
el referéndum del 1-O o la huelga general del 3-O.
En
definitiva, unas elecciones que abrirán nuevos escenarios en el Estado
español y pondrán en marcha una oleada de cambio para avanzar en
derechos y libertades o para retroceder con más represión y
confrontación.
Jesús Gellida es politólogo e investigador social
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