Entrevista a Stathis Kouvelakis,
miembro del Comité Central de Syriza
El Referendum y
la desintegración de Syriza
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Rebelión
Jacobin
11.08.2015
Tú hiciste una
gira por centros de trabajo para hacer campaña por el No. ¿Puedes hablar un
poco de eso y de cómo te recibieron?
Por supuesto,
fue una experiencia única. Las situaciones eran muy distintas, por ejemplo la
situación era dura en la empresa de ferrocarriles, que ya ha sido desmantelada
en gran parte y que va a ser privatizada. Y los trabajadores sabían que el
gobierno Syriza ya había aceptado la privatización de los ferrocarriles, se
había anunciado en la primera lista de reformas anunciadas por Varoufakis
después del acuerdo de 20 de febrero.
Pero a pesar de
las situaciones diferentes, en todas partes la discusión fue en torno a dos
cuestiones diferentes: ¿por qué el gobierno ha hecho tan poco hasta ahora, ¿por
qué ha sido tan tímido? Y también, ¿qué vais a hacer después de la victoria del
No? Para la gente era evidente que el No iba a ganar, porque la campaña del Sí
era invisible en los lugares de trabajo y entre la clase trabajadora en
general, así que no había ninguna duda sobre cuál sería el resultado. Pero
había una enorme ansiedad acerca de lo que pasaría después de la victoria. Así
que las preguntas eran: ¿Cuáles son vuestros planes? ¿Qué van a hacer? ¿Por qué
todavía hablan de negociaciones cuando en cinco meses y medio se ha visto que
eso no conduce a nada?
Yo estaba en
una situación muy embarazosa, porque, en mi papel como portavoz de Syriza y
miembro del comité central, no podía dar respuestas convincentes a todo esto.
El No, por
supuesto, ganó masivamente. ¿Te sorprendió la magnitud de la victoria?
Sí, yo no
esperaba que el No alcanzara el 60 por ciento. En la dirección de Syriza,
solamente Lafazanis había previsto ese resultado y muy pocos, incluso en la
Plataforma de Izquierda, estábamos de acuerdo con él. La mayoría esperaba algo
así como 55 por ciento.
El primer
impacto inmediato de esta enorme victoria del "no" fue aumentar la
desintegración de los partidos de la oposición.
En la misma
noche del resultado, los partidos de la oposición estaban derrotados y de lejos
fue la derrota más dura del campo pro-austeridad desde el inicio de la crisis. Fue
una derrota mucho más clara y más profunda que las elecciones de enero, debido
a que se habían reagrupado y habían movilizado todas sus fuerzas, a pesar de lo
cual sufrieron una derrota desastrosa. No ganaron ni en un solo distrito de
Grecia. El líder de Nueva Democracia, el ex primer ministro Antonis Samaras,
renunció casi de inmediato. Y fue entonces, sólo unas horas después, cuando
todo este campo del Sí fue resucitado y legitimado por el propio Tsipras cuando
convocó un "consejo de líderes políticos", bajo la presidencia del
Presidente de la República, un partidario a las claras del Sí, que había sido
nombrado por la mayoría de Syriza en el Parlamento el pasado febrero. En esa
reunión aconteció algo extraordinario, cuando el jefe del campo victorioso
aceptó las condiciones del campo derrotado. Esto, hay que decirlo, es algo
único en la historia de la política. No tiene precedentes.
El gobierno tal
vez se sorprendió por la fuerza del "no" y la naturaleza de clase de
la votación debe haberla entendido también, pero su interpretación ¿no fue
simplemente confirmar los planes iniciales? ¿No se pensó que algo más profundo
estaba ocurriendo?
La verdad es
que no puedo hablar de cómo han interpretado el referéndum, porque todo ha
quedado sepultado por las llamadas negociaciones, que son sólo un chiste, por
supuesto. Creo que la mejor descripción de esas negociaciones fue la del
corresponsal de The Guardian en Bruselas, Ian Traynor, que
escribió que un funcionario de la UE las llamó "ejercicios mentales de
tortura acuática." Lo que está claro, sin embargo, es que el gobierno de
inmediato tomó la iniciativa para desactivar la dinámica que estaba surgiendo
con el referéndum. Y esta es la razón por la que horas después del anuncio del
recuento final tenía lugar esa reunión de todos los líderes políticos que
fijaba una agenda totalmente diferente a la expresada por el voto
"no".
El contenido de
ese nuevo programa es que, pase lo que pase, como, por supuesto, ya se había
indicado en los declaraciones inspiradas por Dragasakis la semana anterior,
Grecia tenía que permanecer en la eurozona. Y el punto más enfático de la
declaración conjunta firmada por todos los líderes políticos, con la excepción
del Partido Comunista Griego (KKE), que se negó a firmar, y los nazis, que no
fueron invitados a la reunión, fue que este referéndum no era un mandato para
romper, sino un mandato para una mejor negociación. A partir de ahí la pifia
estaba hecha.
¿Hay pruebas de
que la gente estaba cambiando de posición sobre la cuestión de la eurozona
durante el periodo del referéndum?
Por supuesto
que estaba cambiando. El argumento que se repetía constantemente en los medios
de comunicación, que remachaban los líderes políticos del campo Sí, y también
los líderes europeos que claramente interfirieron en el referéndum de la manera
más descarada durante esa semana, era que votar No era votar contra el euro.
Así que es completamente irracional decir que las personas que votaron “No” no
estaban al menos asumiendo algún riesgo de una posible salida del euro si esa
era la condición para decir "no" a las nuevas medidas de austeridad.
También hay que
decir que lo que ocurrió durante esa semana fue un proceso de radicalización de
la opinión pública. Se podía sentir y notar en las calles, en los lugares de
trabajo, en todos los espacios públicos. En todas partes, la gente estaba
hablando sobre el referéndum, así que fue muy fácil percibir el estado de ánimo
popular. No estoy sugiriendo que fuera algo homogéneo. Mucha gente decía que
votar "no" era en realidad darle al gobierno otra carta para las
negociaciones, eso es cierto. Pero también hay que entender que el carácter
masivo del "no" significa que las personas, en especial los
asalariados, los jóvenes y las capas medias empobrecidas, tenían la sensación de
que no tenían nada que perder y estaban dispuestos a arriesgarse y dar una
batalla. El espíritu combativo de los mítines del viernes era indicio de esto.
Fue bastante impresionante. Personalmente, no he visto nada como eso en Grecia
desde los años setenta.
Hablemos de la
votación del 11 de julio en el Parlamento sobre las propuestas enviadas por el
gobierno griego para el Eurogrupo. En ese momento fue cuando quedó claro que el
gobierno había aceptado la perspectiva de un nuevo plan de austeridad. Esas propuestas
fueron aprobadas por 251 diputados de 300, con los partidos pro-austeridad
respaldándolas masivamente.
Una de las
condiciones planteadas por las instituciones acreedoras era que las propuestas
del gobierno griego tenían que ser aprobadas por el parlamento, a sabiendas de
que esto no tiene sentido. Hablando estrictamente no es ni siquiera
constitucional, ya que el Parlamento sólo puede votar proyectos de ley o
acuerdos internacionales, no puede votar un simple documento que es la base
para negociar y se puede cambiar durante la negociación en cualquier momento.
Pero esa votación fue un movimiento simbólico que dio carta blanca al gobierno
para negociar a partir de una base reducida drásticamente. Las propuestas del
gobierno eran sólo una versión ligeramente reducida de la propuesta de Juncker
que fue rechazada en el referéndum. Así que en realidad lo que el gobierno
estaba pidiendo era la aprobación de su giro de 180 grados durante esa semana.
Pero la imagen
del grupo parlamentario de Syriza parece más compleja. Hablemos de la
diferenciación dentro de Syriza y la posición de la Plataforma de Izquierda.
La posición de
la Plataforma de Izquierda se debatió mucho internamente, especialmente en el
componente principal de la Plataforma que es la Corriente de Izquierda liderada
por Panagiotis Lafazanis. La opinión mayoritaria era que debíamos votar
diferente en esa momento, lo que significó que algunos tuvieron que votar
"presente" en la votación, lo que equivale prácticamente a un
"no", aunque quizás con menor significado simbólico.
¿Por qué es lo
mismo que un "no"?
Porque no
cambia la mayoría necesaria que una propuesta necesita para ser aprobada. En
cualquier caso, se necesitan 151 votos para su aprobación.
Otra parte del
grupo votó a favor de las propuestas a la vez que declaró dos cosas, primero
que se encontraba en una posición de solidaridad política con los que las
rechazaron, con quienes votaban "presente" en este caso, que no
aceptan este acuerdo, y que no iban a votar por un acuerdo que contiene medidas
de austeridad. Y tal vez lo segundo es más importante. El razonamiento es que
la práctica constitucional de Grecia exige que en cada proyecto de ley el
gobierno tiene que demostrar que tiene una mayoría procedente de sus propias
filas, desde el propio partido o de la coalición, que es el caso aquí si
tomamos en cuenta al partido de los Independientes Griegos, que está en el
gobierno en coalición con Syriza. Y, de hecho, el gobierno perdió el control de
su propia mayoría.
Aunque no es
legalmente vinculante, en la historia constitucional de Grecia cuando un
gobierno pierde el control de su mayoría, el famosodedilomeni ("mayoría
declarada"), tiene que convocar elecciones. Por ello la discusión de
nuevas elecciones comenzó de inmediato y las elecciones ya se han anunciado,
ahora es sólo cuestión de cuándo van a tener lugar.
Así vemos que
esta línea, con la que yo personalmente no estaba de acuerdo (yo estaba a favor
de un "no", o un voto "presente" homogéneo) realmente
fracasó. Porque en realidad con los siete votos de diputados de la Plataforma
de Izquierda que votaron “presente” además de algunos diputados de Syriza que
también votaron “presente” (como Zoe Konstantopoulou, la presidente del
parlamento, y Rachel Makri, ex diputada de los Independientes Griegos que ahora
cercana a esas posiciones), el gobierno ya había perdido su propia mayoría.
Sin embargo,
ahora una cosa está definida: todos los diputados de la Plataforma de Izquierda
rechazarán el nuevo memorando en la próxima votación, eso ya se ha anunciado.
Pero tengo que añadir que los dos diputados de la Plataforma de Izquierda que
no son miembros de la Corriente de Izquierda, sino cercanos a la Red Roja (y la
Izquierda Internacionalista Obrera y otros), el componente trotskista de la
plataforma, votaron "no", y fueron los dos únicos diputados de Syriza
que votaron "no" al nuevo acuerdo.
¿Lo que dices
es entonces que la Plataforma de Izquierda tomó esa posición complicada, por lo
menos complicada vista desde fuera de la Asamblea Nacional, porque había
calculado mal lo impopular que sería la propuesta de Tsipras? ¿Se había
subestimado en qué medida la propuesta iba a suscitar oposición fuera de las
filas de la Plataforma? Quizá imaginaban que eran Los últimos
mohicanos y que si votaban "no" iban a echar abajo el
gobierno y provocar nuevas elecciones, cuando en realidad había una crisis más
amplia en curso que no habían tenido en cuenta en sus cálculos y en la que
participaba incluso la Presidenta del parlamento. ¿Quizá se dejaron llevar por
un cierto legitimismo?
Yo diría que
era esencialmente legitimismo, era demostrar que su intención no era derrocar
el gobierno de ninguna manera, sino expresar su desacuerdo con sus acciones,
advertir que se estaba a punto de cruzar la línea roja. Así se trataba de
expresar la ilegitimidad de la decisión de Tsipras en ese momento, optando por
una ruptura clara.
Tengo que
añadir que los dos ministros más destacados de la Plataforma de Izquierda,
Lafazanis y el viceministro de asuntos sociales, Dimitris Stratoulis, votaron
"no" para que no hubiera duda de su postura. Lafazanis también emitió
un comunicado diciendo que, si bien esa era la posición política de la
Plataforma, no estaban tratando de derrocar al gobierno.
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