ASTURIAS Y ANDALUCIA
El frenazo en las elecciones autonómicas de Asturias y Andalucía a las mayorías absolutas del PP en España quizás sea un hecho político al que no le hemos prestado demasiada atención y por tanto no se ha valorado debidamente lo que ha supuesto para la política general del país (de “bueno”), y otro tanto está pasando con las movilizaciones, protestas y encierros de los mineros contra los recortes presupuestarios del gobierno del PP con Rajoy como cabeza visible (y al criticar al gobierno de Rajoy en absoluto se está rompiendo lanza alguna a favor del PSOE, que en realidad ha hecho lo que probablemente habría hecho el PP de haber estado en el gobierno y seguramente haría lo que está haciendo el PP si estuviera en el gobierno; no hay que olvidar que los grandes acuerdos contra los intereses de los trabajadores, implícita o explícitamente son obra de esos dos grandes partidos, al igual que las leyes que permiten la existencia de los paraísos fiscales que es sinónimo de fraude fiscal y evasión de capitales).
El frenazo a la política del PP en España antes aludido se ha producido de forma más clara y radical en Andalucía, donde después de haber ganado las elecciones en número de votos no ha sido capaz de formar gobierno, porque ningún partido ha querido pactar con el PP, cuya consecuencia inmediata ha sido que su candidato Arenas haya tenido incluso que abandonar la política andaluza para ubicarse en la política nacional, lo que a su vez ha supuesto la no aplicación a rajatabla de la política de recortes sociales prevista para Andalucía de haber gobernado con mayoría absoluta. Y es esta no aplicación a rajatabla en Andalucía del PP la ventaja (pero sin echar las campanas al vuelo) que hemos obtenido los andaluces directamente e indirectamente la inmensa mayoría de la sociedad española.
Con los mineros, a mi juicio va a pasar lo mismo. Si las protestas, manifestaciones, huelgas y encierros de los mismos no son capaces de frenar el recorte presupuestario que pretende llevar a cabo el gobierno del PP no es que vayan a resultar perjudicados los mineros y su familias únicamente, sino todos los trabajadores en general, o sea, toda la sociedad que viva de su trabajo, incluidos pequeños y medianos empresarios.
Y, si esto fuera así, como yo creo que es, quizás debiéramos empezar a plantearnos que las acciones que llevan a cabo los mineros y sus familias para defender sus derechos son acciones que están defendiendo nuestros derechos, a cuyas acciones deberíamos sumarnos, porque lo que les pase a los mineros es lo que nos pasará a los que no somos mineros más pronto que tarde.
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