(A la derecha, el minsitro José Blanco)
Para el periodista, escritor y analista político, José García Abad(*), el ministro de Fomento “Pepiño” ha pasado a ser, meritoriamente, Pepe. O Pepote, si nos ponemos en plan dulcemente aduladores con él como es mi caso.
Este salto semántico apoteósico y a favor del ministro se lo atribuye, porque no teniendo Pepote un euro para realizar inversiones en infraestructura ladrillera, le ha llegado un chufletazo lumínico a la inteligencia y ha acudido a las zorras y zorros para ver si le quieren guardar el gallinero, y es obvio, los grandes constructores, a los que ha acudido el ministro para ver si se quieren chuparse los beneficios de las obras de infraestructuras, le han dicho que lo que haga falta, que con el ministro están a partir un piñón, y que ellos chupan lo que haga falta chupar y que si hace falta ponerse panza arriba para poder chupar más, panza arriba que se ponen. Lo de ellos es el chupe, y lo del ministro preparar lo necesario para que el chupe tenga lugar, al fin y al cabo las gallinas no son del ministro, así que qué más le da quien las guarde.
Así, el ministro Pepote se ha soltado el pelo y se ha puesto manos al negocio de los grandes constructores para poner a su disposición obras por valor de 34.000.000 millones de euros, el equivalente a 162.000 sueldos mensuales de Salario Mínimo Interprofesional, y a este volumen de obras el ministro le ha dado una manita de pintura de color parte financiación privada, cuando en realidad va a estar avalada por el Estado, Municipios y Comunidades Autónomas, porque claro, los grandes constructores-bancos-aseguradoras tienen que tener asegurado su cobro, que para eso han sido los causantes de esto que llaman crisis.
Y no crean que no tiene gracia este chupinazo de luz que a encandilado al ministro Pepote, porque la tiene. Y muy sustanciosa.
De momento y para ir haciendo boca, con la sola adjudicación de las obras si los grandes constructores-bancos-aseguradoras se aplican un beneficio del 30% (¡que menos!) ya tienen un chupetón inicial de nuestros bolsillos trasvasado a los suyos de 10.200 millones de euros, y posteriormente, el rechupe continuado que les quede con la explotación de las obras realizadas: aeropuertos, ferrocarriles, redes de agua, sanidad, enseñanza, servicios sociales, etc.
Pero nos podemos congratular, porque Pepote no ha caído en la cuenta todavía del derecho de pernada a que con toda justicia tienen derecho los grandes constructores-bancos-aseguradoras. ¡Menso mal!
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Para el periodista, escritor y analista político, José García Abad(*), el ministro de Fomento “Pepiño” ha pasado a ser, meritoriamente, Pepe. O Pepote, si nos ponemos en plan dulcemente aduladores con él como es mi caso.
Este salto semántico apoteósico y a favor del ministro se lo atribuye, porque no teniendo Pepote un euro para realizar inversiones en infraestructura ladrillera, le ha llegado un chufletazo lumínico a la inteligencia y ha acudido a las zorras y zorros para ver si le quieren guardar el gallinero, y es obvio, los grandes constructores, a los que ha acudido el ministro para ver si se quieren chuparse los beneficios de las obras de infraestructuras, le han dicho que lo que haga falta, que con el ministro están a partir un piñón, y que ellos chupan lo que haga falta chupar y que si hace falta ponerse panza arriba para poder chupar más, panza arriba que se ponen. Lo de ellos es el chupe, y lo del ministro preparar lo necesario para que el chupe tenga lugar, al fin y al cabo las gallinas no son del ministro, así que qué más le da quien las guarde.
Así, el ministro Pepote se ha soltado el pelo y se ha puesto manos al negocio de los grandes constructores para poner a su disposición obras por valor de 34.000.000 millones de euros, el equivalente a 162.000 sueldos mensuales de Salario Mínimo Interprofesional, y a este volumen de obras el ministro le ha dado una manita de pintura de color parte financiación privada, cuando en realidad va a estar avalada por el Estado, Municipios y Comunidades Autónomas, porque claro, los grandes constructores-bancos-aseguradoras tienen que tener asegurado su cobro, que para eso han sido los causantes de esto que llaman crisis.
Y no crean que no tiene gracia este chupinazo de luz que a encandilado al ministro Pepote, porque la tiene. Y muy sustanciosa.
De momento y para ir haciendo boca, con la sola adjudicación de las obras si los grandes constructores-bancos-aseguradoras se aplican un beneficio del 30% (¡que menos!) ya tienen un chupetón inicial de nuestros bolsillos trasvasado a los suyos de 10.200 millones de euros, y posteriormente, el rechupe continuado que les quede con la explotación de las obras realizadas: aeropuertos, ferrocarriles, redes de agua, sanidad, enseñanza, servicios sociales, etc.
Pero nos podemos congratular, porque Pepote no ha caído en la cuenta todavía del derecho de pernada a que con toda justicia tienen derecho los grandes constructores-bancos-aseguradoras. ¡Menso mal!
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(*) A falta de dinero, Blanco recurre a la imaginación, ELPLURAL.com, 12.01.2.010
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