Está el Tribunal Constitucional de un “quejicas” que como siga por ese camino de quejas no sé donde podrá terminar la cosa.
Resulta que ese alto tribunal acaba por poner de patitas en la calle a dos Albertos: Alberto Cortina y Alberto Alcocer.
Bien es verdad que estos dos Albertos no son chorizuelos de poca monta. Sólo son unos despitadillos que en vez de meter varios millones pesetas en los bolsillos de sus propietarios jurídicos, se los metieron en los propios. Un despiste lo tiene cualquiera, pelillos a la mar con el asunto que más se perdió en Cuba, y que se lo disfruten con salud (de fuerza en los canutos no sé como andarán), que también son hijos de Dios y tienen tanto derecho como el que más a disfrutar de lo robado.
Y por esta actuación del Tribunal Constitucional, el fiscal general del Estado, Cándido Conde-Pumpido, que es tanta Institución del Estado como el mencionado Tribunal, manifiesta su “profunda y radical” discrepancia con la sentencia emitida mediante la cual se anuló la condena de tres años y cuatro meses por Alberto, que tampoco era tanto.
En vista de los cual, para mí que ofendido el tribunal Constitucional, se queja al Presidente del Gobierno diciéndole que Cándido Conde-Pumpido no es un chico obediente, y discrepa con él en público. A lo que Rodríguez Zapatero con el mismo rumbo y tronío que el Juncal, va y le dice: “tomo nota.”
No es menester decir, aunque lo diga, que el Juncal era un torero sevillano de una serie televisiva con más cara que espaldas, que apoco que le tosieras respondía: “tomo nota.” Pues como yo, que también tomo nota, ¡nos ha jodido!
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