sábado, 7 de diciembre de 2024

Patriarcado y Capital

 

Para lograr una victoria es necesario conocer a tus enemigos y dividirlos, amplificando los puntos de discordia. Así procede ahora el capital, rompiendo las estructuras sociales básicas para lograr una sociedad de individuos aislados y precarizados.


Patriarcado y Capital


Martino Dettori

El Viejo Topo

7 diciembre, 2024



POR QUÉ EL “PATRIARCADO” ES UNA HERRAMIENTA DEL CAPITAL

Desde hace algún tiempo, a raíz de determinadas noticias sobre crímenes, en Occidente asistimos a un movimiento de opinión que quiere presentar a los hombres (especialmente a los europeos, caucásicos y blancos) como sujetos que tienden a ser violentos, mezquinos y posesivos con las mujeres. Esta es una característica que incorrectamente se llama «pratriarcado».

Incorrectamente, porque el patriarcado es una estructura social de tipo familiar en la que el llamado «patriarca» ejerce su autoridad sobre su esposa, hijos, nietos, nueras e incluso bisnietos y sus esposas. Y es una estructura familiar arcaica que, aquí en Italia, está muerta y enterrada desde hace al menos cincuenta años.

Definir, por tanto, como «patriarcal» la actitud violenta, mezquina y posesiva de un hombre hacia su esposa o pareja no tiene ningún sentido, salvo generalizar ciertos fenómenos criminales y/o socialmente violentos de carácter marginal, atribuyéndolos perjudicialmente a una sociedad general. categoría: machos.

De ello se deduce que si, en la mayoría de los casos, la relación hombre-mujer es una relación sana y equilibrada (lejos de las noticias criminales), con la historia del patriarcado, la relación enferma hombre-mujer –la excepción de hecho– se convierte en general, extrayéndose la regla según la cual el hombre es intrínsecamente violento y, como tal, necesita ser (re)educado.

Precisamente por eso, en el panorama de opiniones comienzan a aparecer ideas y tesis que desean que los varones, desde temprana edad, sean educados para reprimir su naturaleza masculina. El hombre debe dejar de ser hombre, debe dejar de ser varón y viril, porque ser varón y viril automáticamente significa ser violento y posesivo hacia la mujer. En otras palabras, el hombre debe feminizarse.

El objetivo final, por tanto, es la feminización del hombre, que no es más que un programa político que lleva ya algún tiempo en marcha, especialmente aquí en Europa y, más generalmente, en Occidente.

Por mucho que intentemos encontrar razones eminentemente sociológicas para el fenómeno, la verdadera clave para entenderlo es de naturaleza económica y política: la dominación del capital. Dominación que requiere la destrucción de los derechos sociales mediante la demolición de la familia nuclear y la institución del matrimonio.

El patriarcado y el uso estratégico de algunos neologismos categorizantes (por ejemplo, el término «feminicidio») tienen como objetivo alimentar el conflicto horizontal hombre-mujer y socavar la familia natural desde sus cimientos. El cual, como todos sabemos, es el núcleo fundamental de una sociedad humana estable, sana, capaz de producir suficientes anticuerpos contra los abusos del poder capitalista y sus distorsiones ideológicas.

Los hombres solitarios y desmasculinizados, inseguros, histéricos e incapaces de relacionarse con el sexo opuesto, y por el contrario, las mujeres solitarias, deprimidas, también incapaces de relacionarse con el sexo opuesto, son el humus social óptimo para construir una sociedad distópica, nihilista, proclive a la indiferencia y dividida ante la dominación del capital. Una sociedad así es incapaz de construir relaciones sociales sanas y estables, ya que todo lo que gira en torno a la relación entre un hombre y una mujer (durante milenios regulada por leyes naturales) puede considerarse inestable, ocasional y presagio de posibles violencias y abusos de poder del hombre sobre la mujer (quién sabe por qué, nunca al revés).

Una sociedad así acaba impidiendo la cohesión social y la adquisición de la conciencia de clase (que pasa también por la solidaridad entre los sexos), necesaria para combatir el abuso del capital sobre el trabajo. Y no es coincidencia que el declive de las fuerzas políticas proletarias a favor de las liberales (libertarias y liberales) comenzara exactamente cuando los derechos cosméticos se impusieron con fuerza en la agenda política, reemplazando a los derechos sociales.

Para concluir, denunciar el supuesto «patriarcado» no mejorará ciertamente las relaciones entre hombres y mujeres, ni reducirá los casos de violencia auténtica, que son siempre el resultado de la experiencia personal de quienes la cometen. Más bien contribuirá a hacer que la sociedad humana moderna sea aún más distópica, más nihilista, más estéril (¡la disminución de la población occidental es aterradora!) y, peor aún, fortalecerá el poder de las elites capitalistas y transhumanistas sobre la sociedad. Porque, como enseña la mejor estrategia de guerra, para lograr una victoria es necesario (entre otras cosas) conocer a tus enemigos y dividirlos, amplificando los puntos de discordia y haciendo irrelevantes los puntos de contacto. El capitalista lo entendió perfectamente. El proletario no lo hace, porque está comprometido a denunciar el patriarcado.

 

Fuente: Il Petulante

 *++

No hay comentarios: