¿Sirvió de algo la
monarquía? Sí sirvió, sobre todo para mantener los privilegios de una casta que
temió perderlos con la caída del franquismo. ¿Sirve de algo ahora? Pues
seguramente para lo mismo, solo que ahora la casta es otra. Más plural. Más
"democrática".
¿Para qué la monarquía?
El Viejo Topo
13 octubre, 2024
Por favor, ¿alguien me puede aclarar de verdad para qué sirve la monarquía?
La noche del
23F dormí fuera de casa. Como tanta otra gente. En València estaban los tanques
en las calles. Me llamó mi amigo Carlos para que fuera a su casa. Ya me estaba
esperando Amparo en el coche. El calor de la camaradería. El miedo convertido
en coraje, como escribía Mario Benedetti. Antes de salir llamé a Rodri por si
lo recogíamos por el camino. Lo cogí saliendo a una iglesia. Aquellos tiempos y
algunas iglesias y los curas de esas iglesias… Todo el tiempo esperando a ver
cuándo salía el rey a dar la cara. Y qué decía. Salió muy tarde. Yo
ya me iba a dormir. Y después de escucharlo, me fui definitivamente a la cama
pensando que no había aclarado nada. Sin embargo, desde ese mismo instante,
sólo leería y escucharía versiones extrañas, al menos extrañas para mí: el
monarca había salvado la democracia. O yo era tonto de
solemnidad –cosa por otra parte nada imposible– o eran los demás
quienes habían visto y oído algo totalmente distinto a lo que yo había visto y
oído en la tele esa noche. Lo que sentí aquella madrugada, la inquietud y la
seguridad de que el rey no había aportado en su tan esperada como dilatada
comparecencia algo que nos inspirara confianza, lo he dicho y escrito desde
aquel día muchas veces y en muchos sitios. Ahora parece que el rey o mintió
como un bellaco o en verdad yo tenía razón y no había salvado ni la democracia
ni nada que se le pareciera. Podría añadir aquí todo lo que se supo
luego. Que el rey era el protagonista principal de una impostura.
Durante todos
los años de su reinado ha vivido a cuerpo de rey (y disculpen ustedes la
ironía). Dentro y fuera de sus responsabilidades institucionales. Ha vivido al
aire de sus conquistas sentimentales y a mí eso me daría igual si sus juergas y
las casas donde se reunía con sus amantes se las hubiera pagado él y no
con nuestro dinero. Si los dineros que ahora salen a la luz con motivo
del affaire con Bárbara Rey hubieran salido de su bolsillo y
no de los nuestros. Que el coste de la cacería de elefantes y otras piezas en
Botsuana lo hubiera apoquinado él mismo y no el fondo de reptiles, que es el
que están a libre disposición de quienes controlan y alimentan todos los
secretos. Que sus cuentas multimillonarias aquí y en paraísos fiscales hubieran
sido perseguidas y condenadas por una justicia que apoya sin complejos a los
poderosos y se ensaña de mala manera con quienes no tienen donde caerse
muertos… Hay muchos más casos de corrupción en el historial de un rey
que fue abrigado por una transición miedosa y demasiado complaciente con el
pasado. Había que hacer olvidar que la Monarquía era una herencia
franquista y por eso se coló de tapadillo en la Constitución de 1978.
Y encima un insulto a nuestra dignidad individual y colectiva: el yate donde se
lo pasa bomba se llama Bribón. Vaya cachondeo.
Ahora miro un
rato al rey de ahora: Felipe VI. Más de lo mismo en algunas situaciones que se
parecen demasiado a las vividas por su padre. Renunció a la herencia
paterna en plena pandemia, también de tapadillo. Como si el dinero fuera del
patriarca borbón y no nuestro. Su nombre, el del hijo, aparecía en alguno de
los negocios del hoy rey emérito y no se aclaró nada. El papel de mediador
institucional en los conflictos políticos se vio muy claro en el ‘procés’:
abrió la boca para echar petróleo al fuego que ardía en Catalunya. ¡Menudo
mediador el tío! Sus visitas a países donde se pasan los derechos humanos por
el forro son constantes: en eso también ha salido a su padre. Les va la marcha
mora, pero la mora multimillonaria, claro, no la otra. Y de nuevo se repite la
protección que tuvo el padre casi toda la vida. Hay que salvar al hijo,
protegerlo de la influencia paterna como antes fue protegido el padre para que
no se notara demasiado que venía del dedo del dictador. Caer siempre en los
mismos errores, como canta Chavela Vargas en uno de sus boleros inmortales.
Podría añadir
más extrañezas a aquellas que empecé a vivir la noche del 23F. De un rey y del
otro. Y lo más importante de toda esta retahíla de agravios que nos han
infligido el padre y el hijo: a ver cuándo salen los nombres, incluido
el del rey, claro está y si se diera el caso, implicados en el golpe de Estado
del 23F. A ver quiénes ordenaban y quiénes firmaban los pagos que permitían
a Juan Carlos I llevar la vida loca y corrupta hasta las cachas que llevaba
mientras este país –o una buena parte de este país– lo llevaba en
andas y bajo palio como si fuera un héroe al que debíamos eterna y agradecida
pleitesía. A ver si el PSOE se decide, de una vez por todas, a proponer
o apoyar las Comisiones de Investigación que hagan falta en las
instituciones democráticas para que dejemos de ser un país lleno de fantasmas,
de sombras cada vez más inquietantes, de demasiadas herencias franquistas que
dañan hasta la exasperación esta democracia. Sé que ustedes podrían añadir a
esta lista de iniquidades monárquicas muchas más. Y que no habría bastante
sitio en infoLibre para recogerlas todas.
Pero ya
termino. Y lo hago con la pregunta del millón, una pregunta que me gustaría que
respondieran quienes están leyendo esto que escribo y, desde luego, los más
sabios y afamados constitucionalistas de nuestro país: por favor, ¿alguien
me puede aclarar de verdad para qué sirve la monarquía? Prometo
tenerlas todas en cuenta. En serio: absolutamente todas. Gracias.
Fuente: InfoLibre
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