miércoles, 31 de julio de 2024
Maduro anuncia la creación de una comisión especial con Rusia y China ante ataques al CNE
Maduro anuncia la creación de una comisión especial con Rusia y China ante
ataques al CNE
DIARIO OCTUBRE / julio 31, 2024
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, anunció la
creación de una comisión especial para evaluar con ayuda de Rusia y China los
ataques al sistema de comunicación del Consejo Nacional Electoral (CNE).
Nicolás Maduro - Sputnik Mundo, 1920, 30.07.2024 © AP Photo / Ariana Cubillos
“Ya se ha pedido la asesoría porque los ataques, estoy seguro, dirigidos por el poder de Elon Musk”, sentenció el mandatario en conferencia de prensa este 30 de julio.
Asimismo,
Maduro reiteró que lo que sucede con la oposición tras los comicios del domingo
(28 de julio) en los que según los datos del Consejo Nacional Electoral fue
reelegido para otro mandato de seis años, es una nueva versión de Juan Guaidó,
el líder opositor que en 2019 se autoproclamó presidente interino de Venezuela.
El mismo día de
la jornada, el sector del opositor Edmundo González proclamó “presidente
electo” a su candidato.
“Quieren
asaltar el poder de manera violenta”
Maduro denunció
utilización de migrantes para desestabilizar al país y dijo que la oposición,
con el apoyo del exterior, pretende “asaltar el poder de manera violenta”.
“Estamos enfrentando una arremetida
internacional del imperialismo de EEUU, Elon Musk, la derecha y del narcotráfico
colombiano”, insistió.
El mandatario
hizo un llamado a la comunidad internacional y a todo el pueblo venezolano a
“cerrar filas” en la batalla “por la verdad, la paz y contra el fascismo”.
Asimismo,
criticó las declaraciones de organizaciones internacionales, como el Alto
Comisionado de Derechos Humanos de las Naciones Unidas sobre garantizar el
derecho a la protesta en Venezuela.
Maduro dijo que
lo que se vive en su país no son protestas, sino acciones violentas contra las
instituciones, los comerciantes y la población en general.
En ese sentido,
anunció la creación de un fondo de apoyo a las víctimas de lo que calificó
“comandito fascista”, el cual afirma recibió financiación y preparación de EEUU
para generar caos en el país.
Desde el 29 de
julio se registran en varias partes de Venezuela acciones callejeras en rechazo
a los resultados de las elecciones, incidentes que el Gobierno calificó de
“actos terroristas” y de sabotaje promovidos por la “extrema derecha”.
Este 30 de
julio, los venezolanos toman las calles en Caracas para asistir a
concentraciones y marchas convocadas tanto por la oposición como por el
oficialismo en distintos puntos de la capital.
En las
elecciones, Maduro, por la coalición Gran Polo Patriótico (izquierda), obtuvo
51,2 por ciento de los votos, contra 44,2 por ciento logrados por González,
según informó el Consejo Nacional Electoral.
La PUD
desconoció los resultados y anunció como “presidente electo” a González.
Fuente: latamnews.lat
martes, 30 de julio de 2024
¿Paz en Ucrania?
Suponiendo que se
cumplan las expectativas y gane Trump, ¿podrá este realmente llegar a un
acuerdo de paz rápido en Ucrania? Es posible que las cosas ni vayan a ser tan
fáciles ni tan rápidas como se presume.
¿Paz en Ucrania?
El Viejo Topo
30 julio, 2024
¿Puede Trump
realmente lograr un acuerdo de paz con Ucrania y Rusia en su primera semana en
el cargo? Inicialmente, cuando habló de ello durante la primera parte de la
guerra, el panorama era mucho más simple y muchos comentaristas y analistas
creyeron en su idea: privar a Ucrania de ayuda militar y obligar a Zelensky a
aceptar lo inevitable, amenazando a Putin con duplicar la ayuda a Ucrania.
Ciertamente, el elemento sorpresa desapareció cuando comunicó el plan a varios
periodistas.
Recientemente,
el tema de un acuerdo de paz con Ucrania volvió a cobrar protagonismo cuando
Trump habló por teléfono con Zelensky y, aunque el presidente ucraniano habló
muy positivamente sobre la conversación, no se revelaron detalles sobre lo que
se puso sobre la mesa. Sin embargo, lo que sucedió fue que Trump esperaba que
Zelensky retirara sus tropas de las cuatro áreas clave que Rusia considera sus
propias regiones, lo que hasta ahora siempre había estado fuera de discusión.
Esto podría
significar que el súper acuerdo que Trump cree que puede lograr puede tener
fundamento. Sin embargo, hay una serie de complicaciones a considerar. En
primer lugar, Rusia tiene muy pocos incentivos para renunciar a algo, porque
tiene la ventaja militar. Los tres puntos clave son el deseo de mantener las
cuatro regiones en disputa, la desnazificación de Ucrania, la promesa de que
nunca podrá ser un país de la OTAN y, finalmente, la firma de un acuerdo con un
nuevo presidente elegido democráticamente, dado que el mandato de Zelensky ha
expirado legalmente.
Pero en el
centro de todo esto está el problema del propio Zelensky. ¿Convencerá Trump a
Putin de que Zelensky debería quedarse? Putin puede ceder ante esta condición
si Trump hace la oferta, mientras que al mismo tiempo la OTAN se somete a un
nuevo presidente estadounidense que no tiene paciencia con las debilidades de
algunos de sus actores clave. Al mismo tiempo, sin embargo, Zelensky fácilmente
podría verse a sí mismo como el espectador de un asunto mayor. Ambas partes, en
algún momento, pueden argumentar que Zelensky es de hecho el corazón de todos
los problemas y fue el principal obstáculo para firmar un acuerdo. Al comienzo
del conflicto estuvo a punto de firmar un acuerdo de paz, pero Boris Johnson,
entonces primer ministro del Reino Unido, llegó para arrebatar la victoria de
las fauces de la derrota y hacer descarrilar el acuerdo. Muchos dirían que si
Zelensky hubiera sido más duro y hubiera puesto al país por delante de sí
mismo, podría haber hecho frente a la intimidación de Occidente y firmado el
acuerdo de Estambul.
El papel de
Johnson en ese momento era servir a los intereses de Estados Unidos y de la
OTAN por igual, pero hoy es difícil entender a quién representa, dado que recientemente
se presentó en la convención republicana que inauguró oficialmente a Trump como
candidato presidencial. Es sorprendente que Trump no haya visto a Nigel Farage
–a quien el exlíder insiste en considerar un «amigo»– pero le haya dado a Boris
mucho tiempo. ¿Es ahora Boris el nuevo enviado no oficial de las elites
occidentales, llamado a gestionar a Trump? O, quizás menos edificante,
simplemente está en la nómina de Zelensky como agente provocador de relaciones
públicas internacionales.
En cualquier caso,
es difícil considerar la llamada telefónica a Zelensky y el encuentro con Trump
como una simple coincidencia. Zelensky y una camarilla de élites de la OTAN se
están uniendo detrás de él y de Boris para tratar de desviar a Trump de tomar
una decisión apresurada e incorrecta en Ucrania. El problema es que los dos
bandos no pueden ponerse de acuerdo y esto confunde aún más las cosas para
Trump, quien nunca lee las notas informativas y tiene la capacidad de atención
de un niño de cinco años durante las reuniones con altos funcionarios.
Y para
complicar aún más las cosas, la postura de JD Vance sobre China está empujando
a Trump a crear un nuevo impuesto global a las importaciones para afectar tanto
a China como a la UE simultáneamente, mientras que la administración Trump debe
centrar todo su entusiasmo en política exterior para la destrucción de la
economía china. Esto, en sí mismo, presenta problemas cuando Trump recurra a
Putin en busca de una solución rápida en Ucrania, ya que asomará una nueva capa
de problemas geopolíticos que harán casi imposible un acuerdo rápido. Es más
probable que Trump simplemente consiga un alto el fuego.
No es de
extrañar que tanto el embajador ruso ante las Naciones Unidas como sus
portavoces oficiales hayan desestimado una solución rápida por parte de Trump,
considerándola casi imposible. En el caso de estos últimos, incluso llegaron a
plantear la cuestión del proceso de paz en Oriente Medio, en el que Trump ha
hecho estragos durante su mandato. Ay. Debe haber dolido.
Fuente: Strategic culture
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El presidente de un partido infectado de franquismo y corrupción tacha de fraudulentas las elecciones venezolanas. [No me sean injustos y no me vayan a malinterpretar a mí y mucho menos al señor Feijoó, terminado en o de la María de la o, porque no se trata ahora del retrato que se hizo en un yate con uno de los capos del narcotráfico de Galia, no. Tampoco se trata del al 3% la tanda en la sede del PP en Madrid, no. Tampoco se trata de eso. Incluso no se trata ni de la negativa del PP copular, de los que copulan copulativamente copulando en la cúpula del PP, a colaborar con las justica para que los chorizos acabaran donde tienen que acabar los chorizos, en la sartén (y por favor, no me vayan a relacionar ahora a Bárcenas, Rato, Zaplana y otros copulativos copulares de la cópula del PP en chirona o pasados por ella, vuelta y vuelta, con la choricería castiza o no castiza, por favor) y prefirieron joder a martillazos o echándolos a rodar escaleras abajo, o que se me yo lo que hicieron para desbaratar los discos de los ordenadores que les pidió la justicia para ver el qué del qué y qué del 3%. Ahora de lo que se trata, y que me perdone la gusanería en general, es de que hay gusanos que para existir necesitan la putrefacción, razón por la que Feijoó, con acento en la o, necesita del estiércol para navegar por su política, que es la suya, ni del PP ni de nadie, sino la suya, y cuando no hay estiércol se lo inventa y por tanto, gusanalmente hablando es lógico y normal que Feijoó se invente el estiércol necesario para gusanear con Venezuela, sin acento en la Ve y sin acento en la la.]
El presidente de un partido infectado de franquismo y
corrupción tacha de fraudulentas las elecciones venezolanas
¿Se puede ser más hipócrita y cínico?
INSURGENTE.ORG /
30.O7.2024
Se trata de Alberto Núñez Feijóo, presidente del Partido Popular (PP). Sí, el presidente de un partido que tiene en su haber una interminable lista de casos de corrupción; un partido que debería estar ilegalizado por ese y otros muchos motivos; una formación política heredera del franquismo que, junto al PSOE, propició una Ley de Partidos que negó la participación en varias elecciones a miles de personas, prohibiendo su opción política. Ahora resulta que quiere dar clases de democracia a Venezuela Bolivariana. Y eso porque su candidato perdió las elecciones y las ganó Nicolás Maduro.
Alberto Núñez Feijóo ha publicado en su cuenta X estas
palabras: “Venezuela votó ayer masivamente en paz a favor de una transición a
la libertad. Hay fundadas razones para pensar que el resultado anunciado por el
régimen no responde a lo que votó el pueblo”.
El neofranquista mencionado ha pedido “una auditoría
del proceso, la entrega de las actas electorales”, así como “la aceptación del
resultado” por parte de quienes realmente ganaron. Su punto final ha sido:
“Defendamos la democracia”.
¿Se puede ser más hipócrita y cínico?
Mas info:
Ya en el 2012, alguien tan poco sospechoso de apoyar
revoluciones como el expresidente Jinmy Carter decía esto sobre el sistema
electoral instaurado en Venezuela: «El mejor del mundo».
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lunes, 29 de julio de 2024
¿Por qué se restringe el uso del celular en los colegios de los ricos? [Tontín, pon un móvil en los ojitos que Dios te ha dado y entontece tu vida, tontilius mío]
¿Por qué se restringe el uso
del celular en los colegios de los ricos?
Rebelion
29/07/2024
Fuentes: Rebelión
“He aquí la
moraleja de la historia: confiad vuestros hijos a las pantallas y, mientras
tanto, los fabricantes de pantallas seguirán confiando sus hijos a los libros”.
-Guillaume Erner
Existe un
colegio en donde se enseña y aprende de modo convencional: los profesores
tienen en sus manos tizas con las que llenan el tablero de dibujos, fórmulas,
nombres, garabatos. Los niños de entre 9 y 10 años utilizan lápices y cuadernos
para copiar las instrucciones de los profesores y responder a algunas de sus
preguntas. El aula se encuentra repleta de carteles con mensajes, horarios y
trabajos escolares, todos hechos a mano por profesores y estudiantes. Ninguno
de los objetos que se encuentran en el salón de clase tiene el sello de lo
virtual, ni siquiera hay papeles impresos en modernas impresoras. No hay
celulares, computadores ni tablets por ningún lado. Como quien
dice, cero tecnología virtual.
Este ambiente
escolar, al que frecuentemente suele descalificarse de atrasado, convencional,
poco innovador y apelativos por el estilo, es el que predomina en algunos de
los colegios de Silicon Valley. El que acabamos de describir corresponde al
colegio privado Waldorf of Peninsula, situado en Palo Alto, el corazón de
Silicon Valley, en la Bahía de San Francisco [Estados Unidos]. Quienes allí van
a estudiar no son pobres, ni se matriculan con ayudas estatales, ni tienen que
endeudarse para pagar sus estudios, ni recorren largas distancias a pie para
llegar al colegio. Son, por el contrario, hijos de la poderosa clase
corporativa del mundo informático, que pueden desplazarse en helicóptero. En el
colegio mencionado se educan los hijos de los directivos de Apple, Google y
otras corporaciones tecnológicas. En ese colegio no se permite una pantalla en
la educación primaria y solo, en forma gradual, se introducen en la educación
secundaria.
Esto parecería
extraño, sobre todo si tenemos en cuenta el discurso empresarial, encubierto
con retórica pedagógica, que afirma que la tecnología informática va a
transformar positivamente la educación y va a producir seres humanos más
inteligentes y capaces. A primera vista sorprende que los inventores de
sofisticados artefactos se nieguen a usarlos en casa o en la escuela. Esto
significa, dicho de manera directa, que los tecnólogos de Silicon Valley no
quieren que sus hijos empleen los dispositivos que sus empresas diseñan.
Recordemos algunas de sus opiniones.
Athena
Chavarria, quien fue asistente ejecutiva en Facebook afirma: “Estoy convencida
de que el diablo vive en nuestros celulares y está arruinando la mente de
nuestros jóvenes”. Chris Anderson, el exeditor de la revista Wired, dice que
los celulares, “en la escala entre los dulces y la cocaína en crack, se parecen
más a la droga”. Y este mismo individuo confeso en una ocasión que “mis hijos
nos acusan a mi esposa y a mí de ser unos fascistas y exagerados en lo que
respecta a las tecnologías. Dicen que ninguno de sus amigos están sometidos a
las mismas reglas. Eso es porque nosotros hemos visto los peligros que
conllevan las tecnologías de primera mano. Lo he visto yo mismo y no
quiero que les pase a mis hijos”. Tim Cook, el director ejecutivo de
Apple, le ha prohibido a su sobrino unirse a una red social. Bill Gates
prohibió el uso de celulares a sus hijos, antes de que estos tuvieran catorce
años; Steve Jobs impedía que sus hijos se acercaran a un iPad y en cierta
ocasión afirmó: “En casa restringimos cuanta tecnología usan los niños”.
Esta tendencia
a restringir el uso de aparatos informáticos, y en especial el smartphone, en
los centros educativos se ha extendido por diversos lugares del mundo. Incluso,
algunos países (Suecia, por ejemplo) que fueron impulsores de la educación
virtual y transformaron sus sistemas educativos para adaptarlos a esa
tecnología, en vista de los resultados nefastos en todos los órdenes (pérdida
de atención, apatía, enfermedades físicas y mentales, aumento del suicidio,
reducción de habilidades motoras, individualismo, disminución de la capacidad
lectora, incapacidad para concentrarse en una sola cosa durante cierto tiempo…)
han decretado el regreso a la educación con tablero, lápiz y cuaderno.
Y a Colombia también
ha llegado la sana determinación de restringir el uso de celulares en clase. En
efecto, en el mes de mayo 27 colegios, asociados a UNCOLI (Unión de Colegios
Internacionales de Bogotá), anunciaron una restricción en el uso de
dispositivos móviles (celulares, relojes inteligentes y aparatos similares). Se
indicó que la restricción cubría todo el horario escolar, incluyendo el tiempo
que los estudiantes permanecen en las rutas escolares. El comunicado dice:
«Creemos firmemente en la importancia de ofrecer a nuestros estudiantes un
descanso de los dispositivos digitales, proporcionándoles la oportunidad
de vivir al menos 8 horas al día libres de las influencias negativas de estos
aparatos. […] Existe un consenso claro entre
todos nosotros sobre el impacto negativo de los dispositivos móviles en el
ambiente educativo y sobre todo, en el bienestar de los
estudiantes». UNCOLI señala que las investigaciones existentes «son
contundentes y muestran que la presencia de estos dispositivos durante la
jornada escolar tiene efectos adversos sobre la salud mental, contribuye al
desarrollo de comportamientos adictivos, se reduce la calidad de las
interacciones sociales, disminuye el interés por la actividad física, se
incrementa el bullying y cyberbullying, además de generar una disminución
importante en el rendimiento académico».
Esta es una
determinación de un grupo de colegios privados, pero debería ser considerada
con seriedad por la comunidad educativa, sobre todo la ligada al sector
público, para abrir la discusión sobre los efectos nefastos de la pandemia
digital entre niños y jóvenes, un asunto sobre el que no se quiere pensar, lo
cual es un resultado del fetichismo del smartphone, que se ha impuesto en el
mundo actual.
No sorprende
que sean los colegios donde estudian los hijos de los supermillonarios de
Bogotá y Colombia en los que se haya restringido el uso del celular, porque en
Silicon Valle, como vimos, los gurús del sector tecnológico prohíben el uso del
celular en casa antes de los 14 años y matriculan a sus hijos en colegios en
los cuales se enseña de una forma convencional: con tiza, tablero, cuadernos y
textos en papel.
Pero esto
indica otro aspecto menos mencionado que debe subrayarse: como empresarios los
gurús de la informática hablan maravillas de los cachivaches que venden ‒ocultando en
forma consciente, premeditada y deshonesta sus efectos negativos‒ mientras que
en su carácter de padres y queriendo ser
buenos padres se niegan a que sus hijos utilicen esos artefactos en su infancia
y primeros años de juventud, para evitarles los
problemas que acarrean y no perjudicarlos por el resto de sus vidas.
Esto indica
que, en un sector de los gurús de la informática, se tiene conciencia del
efecto destructor del smartphone, pero ellos actúan con la lógica criminal de
envenenar a gran parte de la humanidad y mantener a sus familiares a raya de
ese peligro tóxico.
Una versión preliminar de este artículo fue publicada en El Colectivo
(Medellín), julio de 2024.
domingo, 28 de julio de 2024
Entrevista a Samir Amin
Aprovechando su
presencia en el curso "El socialismo y los desafíos del Siglo XXI"
que organizó IU, El Viejo Topo entrevistó a Samir Amin (EVT 122, Oct. de 1998).
En ese momento, la crisis rusa no había comenzado, y el derrumbe de las bolsas
sólo se apuntaba.
Entrevista a Samir Amin
El Viejo Topo
28 julio, 2024
Al filo de las crisis
—Quizás
podríamos empezar por la idea que usted ha expresado reiteradamente acerca de
la inevitabilidad de la crisis y la también inevitable desvalorización de los
capitales.
—En relación
con la inevitabilidad de la crisis, y la consiguiente desvalorización de los
capitales, debo decir que no sólo ha empezado, sino que en realidad empezó hace
ya veinticinco años, incluso más. Desde los inicios de los años setenta se ha
observado una ralentización muy nítida del crecimiento, y las inversiones
productivas casi se han derrumbado. Las tasas de crecimiento medias del
conjunto de los países capitalistas han decrecido y están más o menos en la
mitad de lo que fue su mejor momento, después de la Segunda Guerra Mundial.
Desde mediados
de los años setenta, las tasas de inversión en los sectores productivos también
han caído al 50%, más o menos, de lo que fueron en el período anterior.
Estamos, pues, en crisis, desde hace bastante tiempo. Es una crisis profunda,
pero con altibajos, lo cual permite a los poderes económicos hablar
constantemente de recesión y recuperación, como si eso fuese una situación
normal. Y cualquier crisis, en el capitalismo, produce necesariamente una
desvalorización del capital. Porque crisis significa que existe un excedente de
capitales en relación con los mercados potenciales rentables y como
consecuencia el capital excedentario debe ser devaluado.
—¿Y qué forma
puede tomar en el momento actual esa desvalorización del capital?
—Puede ser muy
diversa: una caída bursátil catastrófica –como pasó en 1929–, o tomar formas
más atenuadas, en las que la crisis se manifiesta de forma más lenta, por
ejemplo en un cierto estancamiento de los valores bursátiles al tiempo que se
recupera la inflación, lo cual reduciría el valor relativo del capital.
—¿Qué es lo que
ha conducido a esta larga crisis?
—En la
postguerra se produjo un crecimiento muy importante, aunque desigual, a escala
mundial. Lo experimentó la Tríada (EE.UU., Japón y Europa Occidental), pero
también sucedió en los países del Este, y los países del Sur iniciaron, aunque
desigualmente, un proceso de industrialización. Este fuerte crecimiento de
posguerra reposaba en esos tres pilares, que serían denominados «los tres
pilares del sistema mundial». Porque hay que señalar que existía un sistema
mundial –la mundialización no es una novedad en la historia– basado en esos
tres pilares y que se expresaba en términos políticos, ideológicos y sociales
–a través del Welfare State en Occidente, del sovietismo o del socialismo
realmente existente en los países del Este y del proyecto desarrollista
nacionalista en América Latina y Asia. Curiosamente estos tres sistemas se
vieron a sí mismos como si cada uno de ellos constituyese el final de la
historia.
—Ahora se
habla otra vez del final de la historia, pero ¿cuál era el sentido exacto de
esa idea en la posguerra?
—En Occidente,
especialmente en Europa, el discurso dominante entonces decía que se había
rebasado definitivamente, gracias a la política keynesiana y a las políticas
sociales asociadas a ella, cualquier amenaza de crisis. Se creían instalados en
un período de pleno empleo permanente y definitivo, con aumento constante de
las rentas, sobre todo de las rentas salariales. Esto fue vivido como el final
de la historia. El sistema socialista realmente existente se definía también
con un discurso parecido: “el socialismo está construido; no hay más que seguir
adelante por la vía trazada”… El desarrollismo de los países que alcanzaban la
independencia se vivió también como el final de una historia de la que la
colonización había sido su prehistoria. Pero esos tres pilares se erosionaron,
no porque fueran absurdos, pues fueron eficaces a su modo, sino porque
alcanzaron, como cualquier sistema, su límite histórico. No existe sistema que
represente el final de la historia.
—¿En qué se
tradujo esa erosión?
—Esta erosión,
que acabó en derrumbamiento, se tradujo, en el plano social y económico, en una
modificación brutal de la relación de fuerzas que ha perjudicado a las clases
trabajadoras y ha beneficiado al capital. Ese cambio brutal se explícito en
Occidente con la ofensiva Reagan-Thatcher, el dominio del neoliberalismo y la
aproximación que los socialdemócratas hicieron a ese neoliberalismo. Como
consecuencia se ha producido una erosión, incluso casi una desaparición del
Estado de bienestar con el retorno masivo al paro, la precarización que
comporta la flexibilidad laboral, y una inversión de la relación que existía
entre salario y beneficios. Y todo ello en un tiempo muy corto.
—Al hablar de
inversión en la relación salario-beneficio, ¿a qué se refiere exactamente?
—Durante los
treinta años que siguieron a la guerra la parte correspondiente a los salarios
en el PIB había permanecido notoriamente estable. Los salarios aumentaban
anualmente al ritmo de la productividad. Después, bruscamente, en menos de diez
años, la relación se invirtió en beneficio del capital de modo muy
considerable, lo que significó el establecimiento de una desigualdad creciente
en el reparto de las rentas. Lo mismo pasó con el final del socialismo
realmente existente. Piénsese lo que se piense en relación con este sistema,
tras su final se ha producido un paro masivo, la pauperización de gran parte de
la población y la constitución de una nueva burguesía extremadamente rica en un
tiempo extremadamente corto. En el Sur, los proyectos nacionales de desarrollismo
se erosionaron gradualmente, y ahora se contemporiza abiertamente con las
enormes desigualdades. A nivel mundial, a causa del derrumbamiento de los
pilares ideológicos, sociales y económicos que sostenían el crecimiento, se ha
producido una inversión de las relaciones de fuerza en beneficio del capital.
El reparto de las rentas, a todos los niveles, tanto dentro de las naciones
como entre las naciones, es mucho más desigual de lo que fue durante la
posguerra. En su primera fase la crisis se hizo visible por la caída de la tasa
de beneficio, debido a la rigidez de los tres sistemas, que alcanzaron su
límite histórico antes de venirse abajo. Después se produjo el cambio en la
relación de las fuerzas sociales, la desigualdad en el reparto de las rentas.
En este momento la crisis tomó ya el aspecto que está teniendo ahora: existe un
excedente creciente de capitales que no logra encontrar salida en la inversión
productiva. Aparece una masa cada vez mayor de capitales que no pueden hallar
mercados en expansión. En esa situación lo lógico es que se produzca una
desvalorización masiva del capital, pero las políticas y métodos de los poderes
establecidos desarrollan una estrategia cuyo objetivo exclusivo reside en
evitar o en retrasar esa desvalorización del capital, creando, aunque sea
artificialmente, mercados para los capitales excedentarios.
—¿Se refiere a
mercados no relacionados con la actividad productiva?
—Efectivamente.
Se buscan salidas de carácter financiero, como la política monetarista. Una
política de flexibilización de los tipos de cambio y de creación de un mercado
financiero gigantesco a escala mundial, que no impida las transferencias de
capital que especulan con los distintos tipos de interés, los diferenciales de
inflación, las diferencias en los tipos de cambios de las monedas. De esa forma
las políticas que se aplican actualmente han logrado, desde hace unos veinte,
veinticinco años, crear esos mercados financieros que constituyen una salida
para los excedentes de capital. Es lo que se llama «financiarización del
sistema».
—¿Puede aclarar
ese concepto?
—Marx, en El
Capital, estudió bastante a fondo la financiarización del sistema. Cuando
el dinero M se transforma en M’, pasa normalmente a través de la producción, P.
La financiarización es el conjunto de mecanismos que permiten pasar de M a M’
sin pasar por P, es decir, sin tener relación con la producción. Si no hay
modificación de las capacidades productivas es inevitable que se produzca una
desigualdad en el reparto de las rentas, una desigualdad creciente. Cuando la
base productiva se halla en un relativo estancamiento y M’ ha aumentado con
respecto a M se produce un excedente, al que se le da salida mediante las
políticas monetaristas. Es en este marco, por ejemplo, donde hay que con
textualizar la crisis asiática. Ha habido una gran inversión especulativa en
determinados países asiáticos, sobre todo en el sudeste, en Indonesia,
Thailandia y Malasia, y la burbuja financiera ha reventado provocando una
debacle en los mercados bursátiles de estos países.
—¿Cuáles son
las estrategias usuales de los estados capitalistas dominantes para
controlar la crisis?
—Siempre tratan
de encerrarla en la región misma. Es decir, hacen pagar el precio de la crisis,
la desvalorización que produce, a los pueblos –y también a fracciones de la
burguesía, claro–, de esos países. Lo hicieron con éxito con México. Lo han
hecho con éxito con el conjunto del Tercer Mundo capitalista. No me refiero
solamente a África, que es extremadamente vulnerable y frágil, sino que incluyo
a América Latina y el Mundo Árabe. Con Asia es más difícil, porque la clase
dirigente de estos países se defiende de una forma mucho más eficaz de lo que
lo han hecho las clases dirigentes africanas y de América Latina. Prueba de
ello es que China e India tenían el proyecto de abrirse, y no lo han hecho.
Siguen controlando la entrada de los flujos de capitales especulativos
internacionales, lo cual podría parecer extraño en el caso de la India, que
tiene un gobierno de derechas que se comporta de una forma mucho más radical en
relación con la crisis que muchos gobiernos socialdemócratas del Occidente
europeo. Este es un elemento muy importante, porque algunos países, como Corea
o Malasia piensan seriamente constituir un bloque con China y la India y
rechazan entrar en el juego de la especulación financiera internacional. Y no
se trata de un bloque pequeño… Son países que suman bastante más de 1.000 millones
de habitantes. Pero hay otros elementos. Por ejemplo, el tono político que han
utilizado esos países. En Corea se habla, en relación con la crisis, de una
agresión occidental, americana, con Japón detrás de ella. La crisis coreana no
es la misma que en Malasia o Thailandia. Es una crisis menor, con dificultades
menores derivadas del descenso de las exportaciones y con la aparición de un
pequeño déficit en la balanza exterior. En términos de déficit, Francia e
Inglaterra han conocido al menos diez veces crisis semejantes desde la
posguerra. Si utilizáramos los datos coreanos como referencia, EE.UU estaría en
crisis desde hace veinticinco años y los coreanos sólo desde hace tres. Ahora
bien, esta crisis menor exige, dentro del pensamiento capitalista, algunos
cambios. Dicen que el sistema bancario en Corea ha sido poco serio, que se han
concedido préstamos con demasiada facilidad en combinación con los monopolios
coreanos. Pero en Francia el banco Crédit Lyonnais no actuó de una forma muy
distinta, y lo mismo ha pasado con muchos bancos norteamericanos. No se trata
de una particularidad coreana. Sin embargo, la situación ha sido utilizada
inmediatamente como pretexto para la presión norteamericana –apoyada por los
medios de comunicación internacionales–, para atacar a los «horribles»
monopolios coreanos, como si sólo hubiera monopolios en Corea. Pretenden
desmantelar esos monopolios, pero ¿para dárselos a quién? A otros monopolios,
claro. Por ejemplo, a monopolios japoneses. Es como si se propusiese solucionar
la crisis norteamericana desmantelando la Boeing –un monopolio, como cualquier
monoplio coreano–, para dársela a Airbus, otro monopolio, pero propiedad de los
competidores, en este caso europeos. Se trata de una trampa muy burda. Y la
opinión pública coreana, la clase dirigente y la prensa hablan de agresión
norteamericana, de una nueva guerra de Corea. Nunca he visto que en América
Latina se hable de las propuestas del FMI como que constituyan una agresión y
una guerra. Asia está reaccionando de una forma diferente y muy violenta. Es el
inicio de una guerra que no va a terminar con victoria norteamericana. La
puesta en cuestión de la hegemonía empieza a ser real.
—¿Cree que los
países asiáticos podrán resistir la presión de Japón y EEUU?
—Detrás de Corea
está China. A EEUU, como potencia hegemónica de los centros del capitalismo,
europeos incluidos, le gustaría hacer pagar una parte de de la crisis a China;
al pueblo, pero también a la burguesía china, a la clase dominante. Y la
estrategia china de respuesta es muy fuerte: esta pequeña devaluación que ha
sido realizada sin decirlo, sin reconocerlo… significa que China está
intentando reexportar su crisis a los centros capitalistas y a devolverles el
problema de la desvalorización de los capitales. Estamos en el inicio de una
contradicción que va a crecer a gran velocidad, muy fuertemente. Para empezar,
en el Este y el Sudeste asiático, pero también en los centros capitalistas
mundiales. No pienso que sea imposible que se produzca una reaparición de la lucha
social en Occidente y a partir de ahí una posibilidad de re-radicalización de
los partidos políticos de izquierdas, incluso una mayor desvinculación de los
socialistas con la política americana y el liberalismo. Es posible que esto se
articule inicialmente sobre la base de una ofensiva contra la especulación
financiera internacional, por ejemplo con medidas del tipo de la Tasa Tobin.
—¿Qué papel
desempeña Japón en esta crisis?
—Japón
pertenece a la Tríada; es un centro capitalista desarrollado. Los síntomas de
la crisis, en términos de ralentización de las tasas de crecimiento y de las
tasas de inversión se manifestaron en EEUU y en Europa Occidental mucho antes
que en Japón, que entró en la crisis más tardíamente, hasta tal punto que
durante bastante tiempo se habló de la excepción japonesa, como si Japón fuese
a ignorar la crisis. Durante mucho tiempo se atribuyó esta situación a virtudes
particulares, al sistema de gestión japonés en el campo del trabajo, etc. En
análisis muy superficiales se decía que Japón no había entrado en crisis porque
tenía un área de expansión exterior en el Sudeste asiático que daba al capital
japonés mayores posibilidades. Luego, a su vez, Japón entró en crisis: se
produce una ralentización muy nítida de las tasas de crecimiento y de las tasas
de inversión. El excedente de capital japonés, que era gigantesco, ha sido uno
de los que han alimentado el excedente de capital a escala mundial. Gracias al
excedente japonés EEUU ha resuelto su déficit externo desde hace al menos veinte
años. Pero Japón ha entrado en la crisis, y es un país extremadamente
vulnerable en comparación con América del Norte y Europa Occidental. Vulnerable
porque ha necesitado el paraguas militar americano contra sus dos enemigos
potenciales: la Unión Soviética, mientras ha existido, y China. Vulnerable por
razones histórico-geográficas: es pobre en recursos naturales, etc. Vulnerable
porque su zona de expansión, el Sudeste asiático, es relativamente reciente y
no está bajo su dominación o su influencia política directa; depende mucho más
de la influencia política de EEUU. Japón siempre ha necesitado operar siguiendo
a EEUU, actuar como un brillante lugarteniente pero sin enfrentarse nunca a su
superior. Simultáneamente, los norteamericanos necesitan a Japón no ya para
enfrentarlo a la Unión Soviética, que no existe, sino a China, que está
emergiendo como una gran potencia capitalista mundial. Necesitan mantener su
alianza con Japón. Y otro elemento que hay que considerar es que los chinos y
los coreanos no confían en los japoneses, y su relación con Japón no es ni
mucho menos la que los franceses tienen actualmente con Alemania. No es lo
mismo en absoluto. Eso explica que Japón no pueda ejercer una dominación sobre
el Sudeste asiático y que deba operar como lugarteniente de los americanos. Sin
embargo, Japón trata de aparecer como un pueblo más autónomo de cara al Sudeste
asiático, no cara a China o Corea, sino a Thailandia, Malasia o Indonesia.
Japón propuso que un consorcio bancario dominado por los bancos japoneses
socorriera las economías y las finanzas de esos tres países. De ese modo Japón
habría reforzado su poder y su presencia, incluyendo su presencia política, en
ellos. El Fondo Monetario de los norteamericanos –el FMI es una agencia
norteamericana– rechazó absolutamente el proyecto japonés, y Japón se ha
doblegado. En mi opinión, la crisis va a empeorar en Japón y por lo tanto
también esa especie de consenso, que se podría calificar de resignación, de la
clase obrera japonesa va a ser puesto en entredicho. Hay datos interesantes,
como por ejemplo el empuje electoral del Partido Comunista, con una de las
subidas electorales más importantes que han acontecido en los países
capitalistas desarrollados. Pero ya veremos…
—Si la
crisis se extiende a EE.UU y a la Unión Europea, ¿cómo puede quedar afectado el
proceso de construcción de la Unión?
—Puede pasar lo
mejor y lo peor. No tengo una bola de cristal, pero sí puedo intentar precisar
cuáles son las contradicciones y los problemas a los que se enfrenta Europa. En
primer lugar, el capitalismo europeo tiene una historia, puesto que el
capitalismo empezó ahí. Las naciones europeas son realidades culturales o
históricas que han cristalizado en los tiempos modernos en un poder burgués,
nacional-burgués incluso, que ha instalado sistemas productivos autocentrados
que han constituido la base fundamental de esas naciones. Por tanto, las
naciones europeas no son solamente naciones culturales y lingüísticas, también
han consolidado sistemas productivos nacionales. Había un sistema productivo
británico distinto, por ejemplo, del español o el italiano. Países más pequeños
como Bélgica y Holanda tenían el suyo. Después de la Segunda Guerra Mundial, la
penetración de las transnacionales, que fueron fundamentalmente norteamericanas,
ha conducido a un debilitamiento de los sistemas productivos nacionales. Este
proceso se intenta legitimar a través de las supuestas ventajas de la
desregulación de los mercados que los poderes establecidos, sean de derechas o
de izquierdas, hasta el presente, han aceptado.
Ha habido un
debilitamiento de los sistemas productivos nacionales, y no existe ningún
sistema productivo europeo en construcción. Este es un punto muy importante,
que marca la diferencia entre Europa y EEUU. Se lee con frecuencia en los
medios de comunicación que si se suman las cifras, no sólo de población sino
también de producción industrial, Europa tiene una potencia superior a la de
EEUU. Eso es cierto sobre el papel. Pero EEUU constituye un sistema productivo,
Europa no. ¿Por qué? Pues porque EEUU es un Estado, tiene una política de
Estado, mientras que en Europa no hay una política europea sino políticas
europeas, y aún no se ha iniciado la construcción de un sistema productivo
europeo, cosa que yo personalmente desearía.
—¿Y quién va a
construirlo, dada la actitud actual de los Estados, preocupados sólo por la
dimensión monetarista?
—Construir este
sistema productivo europeo es una tarea a largo plazo. ¿Quién puede
construirlo? No pienso que la derecha, es decir, las fracciones políticas que
en Europa toman posición de una forma unilateral en favor de los intereses del
capital, puedan hacerlo ellas solas. Sólo se puede hacer si existen compromisos
sociales a escala europea, si es una obra común, fruto de un compromiso entre
las clases populares, los trabajadores, los sindicatos etc… y el capital. Para
establecer un sistema productivo europeo se requeriría una política social
común europea. Y no la hay. Está en las agendas, hay algún atisbo de vez en
cuando, pero nada más, no existen ni instituciones ni preocupación al respecto.
—¿Cree entonces
que sin ese sistema productivo europeo el euro está condenado al fracaso?
—La Unión
Europea debería tomar en cuenta la idea de Delors, según la cual la gestión
política, económica y financiera común constituirían el eslabón final de la
construcción del sistema productivo europeo. El dólar, como moneda única de
EEUU, no es muy antiguo, fue creado en 1907. Antes había habido varios dólares,
e incluso hubo hasta 11 sistemas monetarios en EEUU. En 1907, cuando EEUU es ya
la primera potencia industrial del mundo, al término de la larga historia del
establecimiento del sistema productivo americano, llegó la moneda común. Europa
parece querer empezar por el final: se establece primero la moneda común, y
además se hace en un marco que refuerza la tendencia al rechazo de una política
social común: reglas de Maastricht, criterios de convergencia, normas de
gestión –extremadamente duras e incluso reaccionarias– del instrumento
monetario.
Me temo que
esto no va a desembocar en algo simpático; más bien opino que el cohete europeo
puede reventar en pleno vuelo y con mucha rapidez. Esta política monetaria
común va a reforzar y mantener la crisis social. Y por ende el sistema será
puesto en cuestión, o bien por luchas sociales, que espero refuercen a la
izquierda y ayuden a su radicalización, o bien por reacciones nacionales
ultranacionalistas fascistizantes, que no tienen porqué consistir
necesariamente en una repetición de tiempos pasados. Una combinación de las dos
sería un gravísimo peligro. En mi opinión ese peligro está creciendo.
—¿Por qué no
existe una voluntad más firme para construir ese sistema productivo europeo?
—Porque hasta
la caída del muro de Berlín en 1989, la Unión Europea era la Europa del Oeste,
y Alemania sólo era Alemania del Oeste, que en comparación con la población de
Francia, Italia, Gran Bretaña, tenía más o menos la misma magnitud. Además,
Alemania deseaba, y sigue deseándolo, jugar a establecer una alianza
particularmente intensa con Francia. Esta Unión Europea había sopesado, en un
momento determinado, iniciar una aproximación a una Europa del Este que aún no
se había derrumbado, a través de negociaciones que le permitieran alcanzar un
compromiso histórico; con la URSS, y también con Polonia, con Checoslovaquia,
incluso con la República Democrática Alemana. Alemania no podía llevar a cabo
esta negociación por sí sola. Europa, la Unión Europea de la época sí podía
hacerlo. La posibilidad existió con Brandt, Helmut Schmidt y Charles de Gaulle
con la idea francesa de una Europa del Altántico a los Urales. Eso era una
pesadilla para EEUU. Esta aproximación, que ponía término a la guerra fría en
el continente europeo y que ponía a disposición del capitalismo de Europa
occidental los gigantescos recursos naturales de la Unión Soviética, reforzaba
la autonomía europea en relación a Estados Unidos. A raíz del derrumbamiento de
los países del Este la situación ha cambiado radicalmente. Alemania ya no es
Alemania del Oeste. En la reunificación no hubo negociaciones ni concesiones de
ningún tipo. Alemania se ha instalado en Polonia, en los países bálticos, en la
República Checa, en Hungría. Hoy, las economías de estos países dependen
totalmente de la alemana. Alemania tiene hoy una opción que antes no tenía: la
de crecer hacia el Este. No necesita a la Unión Europea para ello; no está en
contra de la Unión, pero se ha colocado en una situación asimétrica en relación
con sus socios europeos. Para Alemania es más importante extenderse hacia países
que no van a entrar en el euro. Y esto explica cosas curiosas, como por ejemplo
que en lugar del dúo Francia-Alemania, muy fuerte en tiempos de Mitterrand y de
Kohl, se produzca ahora una tendencia a la aproximación franco-británica. Es
curioso porque fue Thatcher la primera en anunciar que había que volver a la
antigua alianza Francia-Gran Bretaña-Rusia frente a Alemania. La situación de
Alemania le permite participar en la construcción de la Unión pero sin
renunciar a seguir ampliando su zona de expansión. Y eso es una amenaza, porque
va a reforzar las posturas de la clase dirigente alemana, muy dura en la
gestión de euro. En mi opinión vamos a entrar en una zona de grandes
turbulencias. Y Europa o será de izquierdas o no será. La idea de que la construcción
europea podía basarse exclusivamente en la lógica del capital y llevarse a cabo
por gobiernos que aplicarían esa lógica, no funcionará. Es muy interesante leer
la prensa americana destinada al gran público. Dice que la amenaza europea
existe, incluso la de una Europa de izquierdas –ni socialista ni comunista,
pero en definitiva de izquierdas– que amenazaría la hegemonía norteamericana.
Pero existe la opinión en el establishment norteamericano de que este peligro
no existe, que no se llegará a construir Europa. Y que no se llegará a
construir gracias a los alemanes. Estos desempeñan el mismo papel que los
japoneses, siguiendo paso a paso a los norteamericanos. Ninguno de los dos pone
en cuestión la hegemonía norteamericana a escala mundial. La clase dirigente
alemana actual promueve un plan de expansión capitalista regionalizado en su
beneficio, pero respetando el orden mundial instaurado por los norteamericanos.
Desempeñan este papel a la perfección.
—Uno de los
peligros que ha denunciado es el ascenso del chauvinismo…
—La crisis
actual implica paro a niveles elevados, sin esperanzas de que pueda reducirse
de forma importante. Implica flexibilidad laboral, y por tanto exclusión del
mercado laboral, una marginación a gran escala y todo tipo de cosas
inaceptables para la opinión pública europea. En Europa hay una tradición de
izquierda que ha permitido que Europa haya concebido sociedades relativamente
civilizadas, sociedades que no se resignan, que pueden parecer resignadas a
corto o medio plazo pero que no se resignarán a largo plazo a una situación de
desigualdad y marginación. Y si la política que se va a seguir aplicando es la
de la derecha, como hasta ahora, y si la izquierda mayoritaria electoralmente
–socialistas y socialdemócratas– sigue aplicando la misma política que la
derecha, aunque sea con matices, crearemos un terreno favorable para el
discurso del populismo de derechas, que adopta una coloración claramente
fascista sobre problemas que no son secundarios desde un punto de vista moral
pero sí lo son desde un punto de vista social –por ejemplo la cuestión de los
inmigrantes. Si no se encaran a estos problemas corremos el riesgo de que esta
tendencia se torne electoralmente poderosa, e incluso puede producirse la
aparición de diferencias de trato a los distintos pueblos europeos. Y los
americanos cuentan mucho con esto, porque creen que en el momento en que ocurra
el proyecto europeo se hundirá. Entonces, creen, los países europeos se
replegarán, aunque sin poner en cuestión el Mercado Común. Y evidentemente, ya no
se construiría un sistema político europeo, y menos aún un sistema social
aceptable para las clases populares europeas, que no exigen la desaparición del
capitalismo y de la propiedad privada pero que están acostumbradas al Estado de
bienestar. Y esta amenaza hay que tomarla muy en serio. Esta situación puede
actuar en los dos sentidos que antes he citado, incluso simultáneamente,
también pues en el sentido de que se radicalicen las luchas sociales y que se
radicalice la izquierda. Ya hay señales en este sentido. El otro sería el
ascenso de la extrema derecha, sobre todo la generalización y la expansión de
las ideas chauvinistas en amplios sectores de la opinión.
—Si se produce
una gran depresión, ¿cuáles son las consecuencias más graves que puede sufrir el
Tercer Mundo?
—El Tercer
Mundo ha cambiado bastante en los últimos cincuenta años. Digamos que hasta
1950 el contraste centro/periferia, en el sistema capitalista mundial era
prácticamente sinónimo de países y regiones industrializados de una parte, frente
a regiones y países no industrializados de otra. Excepto el caso argentino, que
inició la industrialización más o menos por los años 30-40, el conjunto del
continente americano al sur del Río Grande, África, toda Asia con excepción de
Japón, no estaban industrializados. A partir de 1950 y como resultado de la
victoria contra el fascismo y el derrumbe de lo que podríamos llamar el viejo
colonialismo de los imperialismos francés, inglés, belga y algunos otros más, y
el ascenso de las burguesías nacionales –para llamarlas de una forma muy
genérica–, impregnadas de dosis de populismo variables según las
circunstancias, y además junto con la irrupción de países que quisieron hacer
una revolución socialista –China, Vietnam y Cuba–, todos estos países entraron
en el área de la industrialización.
Está claro que
los resultados son ciertamente muy desiguales, pero hoy centro/periferia ya no
es sinónimo de países industrializados frente a países no industrializados. Las
periferias están amplia, aunque desigualmente, industrializadas. China, India –
sólo con esos dos países ya tenemos las dos quintas partes de la población
mundial– , México, Brasil, Argentina, Chile, Colombia, Perú, la casi totalidad
de la población latinoamericana, los países del Sudeste asiático, principalmente
Malasia y Tailandia, Corea, Taiwan y otros han entrado en el camino de la
industrialización. Ciertamente hay regiones que no lo han hecho, como, grosso
modo, el África subsahariana, las Antillas y algunos países de Asia
occidental.
Hay, pues, tres
o cuatro grupos de la periferia claramente diferenciados. En primer lugar hay
periferias que no solamente han ingresado en el área industrializada sino que
además se han vuelto competitivas en un mercado mundial abierto,
fundamentalmente los países asiáticos y, más secundariamente, México y Brasil.
En segundo lugar tenemos los países que han ingresado en la industrialización
pero que no han llegado a ser competitivos, en el sentido de que su
industrialización, protegida, necesita seguir estándolo si no quiere ser
arrasada. Es el caso de todos los países árabes, Egipto, Marruecos, Argelia,
Siria, Iraq, etc. Aunque en el caso de Iraq inciden, obviamente, otros
factores. Es el caso también de África del Sur y probablemente de la mayor
parte de los países sudamericanos… Y en tercer lugar está el grupo de países
que todavía no han entrado en la era de la industrialización. En América Latina
la reestructuración del mundo que propone el sistema capitalista operará sin
grandes dificultades –excepto posibles explosiones no controladas– por la
compenetración existente entre las clases dirigentes latinoamericanas y las
norteamericanas. También se impondrá en los países de África, más vulnerables.
Pero esto no va a funcionar en el caso de Asia. Las economías de África y de
América del Sur son más fácilmente regulables por el propio sistema
capitalista, pero no las de Asia, porque la crisis va a traer conflictos
extremadamente violentos entre los pueblos y los poderes de Asia. Por ahora no
se puede decir más. Intentar hacerlo es tratar de leer en la bola de cristal.
Lo que es seguro es que no hay un orden unitario. La globalización no está
produciendo un orden mundial, es un discurso ideológico totalmente americano,
un discurso de la hegemonía norteamericana, ideológico y político, no es la
traducción de necesidades objetivas del sistema. De hecho esta globalización no
va a funcionar. Va a encontrar obstáculos crecientes.
Por otra parte,
visto desde un punto de vista socialista, de la izquierda, desde el punto de
vista del interés de los pueblos, la tarea que tenemos por delante es cómo
construir puentes entre los intereses populares de las diferentes partes del
mundo; intereses populares en los centros capitalistas desarrollados e
intereses populares de los desmantelados países del Este. Incluso los intereses
populares de los países más vulnerables de África y del Sudeste asiático. Esa
es la tarea. Más allá no sé qué pasará, pero el mundo del mañana será el
resultado de estas luchas.
sábado, 27 de julio de 2024
Las bombas evaporan la austeridad.[¿Pero usted, Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Madre de Dios, ruega por nosotros, Ave María y sin pecado concebida, me quiere decir que mis representantes y representantas políticas y políticos en el condumio de los Pastos de Toledo, junto a los sindicatos y sindicatas que no sé qué de mis intereses, han estado maquinando, maquinanda, con mis dineros de las pensiones para que estos se me lo, se me lo nos roben a los trabajadores para embolsillarlos en los fondos, fondas de pensiones privados, privadas, bancos, bancas, compañías, compañios de seguros, seguras, para hacer bombas, bombos, que encima me la pueden tirar a mí, precisamente a mí, que soy quien las pago, descalabrarme la cabeza, despanzurrarme, echarme la casa abajo y matar al gato que vive conmigo? Si usted lo que me quiere decir es eso, alabado sea El Señor, he aquí el cordero del Señor (beee, beee, be. Pero si ya he ido. Es igual, be otra vez que para eso eres el cordero) y santa pascual, que yo no me enfado. Lo que yo digo es, y esto es lo bueno, que tengo un tractor amarillo ques lo que se lleva ahora, y que te dejes de tontadas, Cheli, que te des prisa y saca el guiski, avisa al personal que vamo a formá un guateque.]
Las bombas evaporan la
austeridad
Rebelion
27/07/2024
Fuentes: El tábano economista
La guerra se alimenta a sí misma (Tito Livio)
La sentencia de
Tito Livio sigue teniendo vigencia dos mil años después. Aunque la evidencia
sugiere que es posible poner fin a los conflictos armados prolongados mediante
medidas concretas para fomentar la paz, existe otra narrativa que incorpora
elementos económicos. Estos recuerdan a las políticas
keynesianas de gasto público, que promueven la generación de
riqueza y empleo a través del gasto bélico. Según esta perspectiva, invertir en
armamento genera puestos de trabajo, crecimiento económico y seguridad,
presentando a las armas como un requisito necesario tanto para la
sostenibilidad económica como para la propia democracia.
Esta última
narrativa cobra vida en Europa ante la creciente posibilidad de que el
expresidente Donald Trump regrese a la Casa Blanca. Este escenario generaría un
gran negocio para la industria bélica estadounidense, poniendo en juego la
posibilidad de utilizar los ingresos fiscales europeos para fortalecer las
entradas del complejo militar-industrial de la potencia del Norte o para
destinar una parte de estos ingresos a la industria bélica europea.
Según Reuters,
el expresidente repensaría su política exterior, en especial, la OTAN, el rol
estadounidense en Ucrania y su alianza europea. Es decir, ¿cuál es el propósito
de la OTAN y su misión? Se ha comprometido a pedir a Europa que reembolse a
Estados Unidos los «casi 200.000 millones de dólares» en municiones enviadas a
Ucrania. En cuanto a la guerra en sí, ha dicho que resolvería el conflicto
incluso antes de asumir. En lo que refiere a Europa, queda claro que la guerra
en Ucrania quedara en manos de los europeos, desde su financiamiento hasta su
armamento. Aunque este tendría que ser comprado a EE.UU., lo que nos lleva al
relato europeo.
Según el
Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz (SIPRI),
que lleva investigando la seguridad internacional y el armamento desde 1966,
los recursos destinados al ejército por los gobiernos de todo el mundo
ascienden a algo más de 2,24 billones de dólares, el nivel más alto jamás
registrado por el SIPRI: el 2,2% del PIB mundial. A nivel mundial, los
gobiernos gastan una media del 6,2% de sus presupuestos en sus ejércitos, es
decir, 282 dólares por persona y año.
“Tenemos que
gastar más, tenemos que gastar mejor, tenemos que gastar europeo”. Esas son
las palabras con las que la presidenta de la Comisión Europea (CE), Ursula Von
der Leyen, resumía en una entrevista con The Financial Times la nueva
estrategia europea para fortalecer la industria
armamentística del continente. Lo que parece una simple frase
pone patas arriba los cimientos neoliberales sobre los que se construyó la
Unión Europea (UE), expresadas en el artículo “La economía europea
se viste de camuflaje”
De estas frases
se deprenden varios vectores. La idea es que invertir en la guerra es bueno y
beneficia a la sociedad. Que se desarrolle una industria bélica con claros
ganadores, como veremos, y que esta industria esté financiada por el Banco
Europeo de Inversiones (BEI) o por bonos mutualizados con deuda, forma parte
del debate. Todos estos mecanismos son motivo de disputa a pesar de las muertes
generadas por las guerras. Ese “gastar europeo” que argumentaba Von der Leyen se
convierte en un “prestar europeo” que hace las delicias de la gran industria
armamentística del viejo continente, con fondos que deberían dirigirse a la
transición ecológica, al fortalecimiento de otras industrias o a la búsqueda de
la independencia energética.
Es cierto que
este discurso, como lo muestran los dichos de la ministra de Defensa española
Margarita Robles, tiene años. “La industria española de Defensa crea muchos
puestos de trabajo”, dijo en una entrevista en 2022. “Invertir en
defensa es invertir en innovación, en tecnología y en trabajo”, dijo
en otra en 2023, e incluso llegó a decir en 2018 que “el gasto
militar es gasto social porque genera puestos de trabajo”. Lo
que se encuentra en discusión desde hace años es que la inversión en defensa sea
eficiente, cuando el mundo necesita inversión en temas más importantes como la
transición energética, la innovación, etc., que podrían generar mucho más
empleo que el sector armamentístico. Y esto, a pesar que países como Rusia se
han visto beneficiados por poner en marcha un sistema estatal de planificación
del desarrollo basado en la industria bélica.
La otra opción
es el brazo financiero de la UE, el Banco Europeo de Inversiones (BEI). La
entidad recibió presiones por parte de un gran número de Estados miembro para
que conforme los estatutos actuales, abra sus puertas a financiar proyectos
transfronterizos de defensa para ciertos tipos de armamentos. La trampa
consiste en dos conceptos que alimentan de igual forma la misma industria: el
control fronterizo y las tecnologías de doble uso (aquellas que pueden tener un
uso civil). “Eso incluye los drones y la protección de fronteras”.
Otra iniciativa
para financiar la guerra son los eurobonos de guerra, es decir, la emisión de
deuda por parte de las instituciones europeas de forma conjunta y respaldada
por todos los Estados miembro. El tema fue uno de los debates sobre las
decisiones a tomar en caso de que Trump llegue a la presidencia, dentro de los
cuales podrían encontrarse los bonos con fondos congelados rusos y poner como
garantía la tasa de interés. Aquí se encuentra en disputa la materia de gasto y
cuentas públicas que conciernen a la modificación de las reglas fiscales
europeas y el Protocolo de déficit excesivo.
Con los
tambores de guerra resonando en los oídos europeos y las reglas fiscales en
debate para el 2025, las inversiones en defensa podrían quedar excluidas del
cómputo en las cuentas públicas a la hora de contabilizar el déficit. “Esto
es pura creatividad contable”, “Harán que la deuda y el gasto
acumulado por la compra de armas no compute en el déficit”, de forma
que las partidas presupuestarias nunca sufrirán la austeridad.
Ahora bien, el
alejamiento de Europa de EE.UU. ya se está produciendo, y no va a ser muy
diferente gane Trump o Biden, porque la asociación de los países de Occidente
que nace tras la II Guerra Mundial se está debilitando, y los negocios de la
industria bélica, aunque garantizados para EE.UU., tienen algunos temas en
disputa. Las guerras siempre han sido un negocio para unos pocos. No sólo
cuando las bombas y las armas producidas por estas empresas son lanzadas y
disparadas, el mensaje bélico alarmistas se transforma en subidas bursátiles
del valor de dichas firmas y sus accionistas.
La alemana Rheinmentall es un ejemplo claro de esto. La empresa es el fabricante de los tanques Leopard, que no han dejado de fluir desde los países europeos hacia Ucrania, además de ser uno de los mayores productores de munición de artillería del mundo. Desde finales de febrero de 2022 a la actualidad, el precio de la empresa se ha multiplicado por más de cuatro, ya que su valor de bolsa pasó de € 5.000 millones antes que Putin invadiera Ucrania a 25.000 millones de euros al día de hoy.
Detrás de esas empresas están los accionistas, donde los mayores inversores resultan los sospechosos habituales. Según el informe Financiar la Guerra. Financiar la Paz. Cómo la Banca con Valores promueve la paz en un mundo cada vez más conflictivo, el principal inversor del mundo en empresas armamentísticas es el fondo de inversión Vanguard, con 92.000 millones de dólares. Le sigue State Street con 68.000 millones y completa el podium BlackRock con 67.000 millones invertidos. El resto de la lista: Capital Group, Bank of America, JP Morgan Chase, Citigroup, Wellington Management, Wells Fargo y Morgan Stanley.
Los 10 principales inversores europeos aportaron en conjunto 79.000 millones de dólares, esto es, cerca del 8% del total, y todos ellos se encuentran entre las 40 primeras instituciones financieras que invierten en la industria armamentística a nivel mundial.
Las grandes
compañías de seguros, los fondos de inversión, los fondos soberanos, los fondos
de pensiones y los bancos apoyaron a la industria de la defensa con más de
959.000 millones de dólares a través de diferentes formas de financiación:
concesión de préstamos, tenencia de bonos, participación en acciones y
suscripción de valores. Las acciones constituyeron más de la mitad de la
inversión total en el sector (660.000 millones de dólares), mientras que los
bonos representaron menos del 1% del total.
No hay guerras
inocentes, hay guerras con la participación activa de los grandes jugadores a
nivel mundial. A veces los países generan condiciones para que las empresas
prosperen ayudando a que algunos conflictos progresen y esto ayuda a los
beneficios privados. Otras veces los privados tienen que colaborar, como en
Gaza, para que los grandes inversores obtengan beneficios en sus inversiones en
empresas bélicas. Las muertes, la destrucción de la infraestructura, las
migraciones, no son un tema personales, son sólo consecuencias no deseadas o
resultados coleterales de simples negocios.
Fuente: https://eltabanoeconomista.wordpress.com/2024/07/21/las-bombas-evaporan-la-austeridad/