No
nos los merecemos. ¿O tal vez sí? En realidad, hemos ido mirando hacia otro
lado a medida que las cúpulas políticas europeas iban desvelando su verdadera
naturaleza. Hubo quien se dio cuenta, incluso antes de Maastricht. Pero no le
hicimos caso.
La Unión Europea ha parido monstruos
El Viejo Topo
15 diciembre, 2023
Un protagonista
muy influyente del siglo XX dijo que «Los Estados Unidos de Europa serán reaccionarios o no serán«. Traducción: si
las burguesías europeas unen sus Estados, sólo podrán hacerlo dentro de un
proyecto reaccionario.
La profecía de
Vladímir Ilich Ulianov (más conocido como Lenin), parece haberse realizado
plenamente ante nuestros ojos, aunque se disfrazó –y se hizo pasar durante
años– de proyecto progresista para llevarse a cabo. La imagen que devuelve toda
la arquitectura de la Unión Europea en el siglo XXI es la de un contradictorio
bloque reaccionario, supremacista y belicista en todas sus articulaciones.
Está la foto de
la galería de monstruos, los invitados por Salvini a Florencia para unir a las
fuerzas más racistas y reaccionarias de la escena europea. Fuerzas que, sin
embargo, viajan con el viento a favor. Ampliamente dispuestas –y agradecidas– a
ponerse de acuerdo con los liberales de derechas, pero hostiles a los liberales
de «izquierdas» y especialmente a los comunistas. Exactamente como ocurrió en
Europa cuando se allanó el camino al poder a los fascistas y los nazis.
Hace unos días
se produjo otra imagen inquietante: la de Von der Leyen hablando en la
Conferencia Europea de Defensa, diciendo que el gasto militar debe aumentar
incluso en tiempos de recesión como estos, porque hay que apoyar a Ucrania para
que gane la guerra contra Rusia y porque la UE debe prepararse para escenarios
bélicos.
En los últimos
meses hemos visto el rostro gélido de la presidenta del BCE, Lagarde, anunciar
medidas de asfixia con subidas sistemáticas de los tipos de interés en nombre
de la lucha contra la inflación, que es la obsesión constitutiva –y a menudo
engañosa– del Banco Central Europeo.
Y luego está la
imagen del «socialista» Borrell, representante de la política exterior de la
UE, que resultó ser uno de los peores belicistas de Europa en Ucrania, el más
cauto –y también hipócrita– en la matanza desatada por Israel en Gaza, pero
descaradamente supremacista hacia el resto del mundo cuando lo dividió en «un
jardín (Occidente) y la jungla (todos los demás)».
La galería de
imágenes del liderazgo y la política europeos es, por tanto, una colección de
monstruos que vomitan instintos reaccionarios, beligerantes y supremacistas por
todos sus poros. Se salvan algunos eurodiputados de la izquierda europea, pero
sólo una parte de ellos. Otros y otras del mismo grupo están metidos hasta el cuello
en la lógica eurocentrista.
¿Era inevitable
este destino? En muchos aspectos, sí.
En las décadas
precedentes, demasiados se negaron a ver la naturaleza reaccionaria del
proyecto que condujo a la creación de la Unión Europea, revistiéndolo de un
carácter progresista que se agotó en 1991 por «ausencia de función» y se
invirtió por lo que estaba a su alcance: liberal en economía, liberal en
política, reaccionario y belicista en ambiciones.
Cuando
defendíamos la necesidad de la «ruptura» de este proyecto, apuntando, si acaso,
a una alternativa euromediterránea a la Unión Europea como proyecto
alternativo, éramos muy conscientes de que la naturaleza del «monstruo europeo»
no se haría esperar.
La aceleración
de la crisis sistémica en economía y de la crisis de civilización en política,
en cuanto se cruzó con los vientos de guerra en Europa y en el Mediterráneo, no
tardó en revelar su verdadera naturaleza, alineando uno tras otro a todos los
protagonistas de una galería de horrores que desde hace tiempo pretenden sustituir
a la democracia vaciada de sus piedras angulares
fundamentales, pero con la pretensión de representar la supremacía política y
moral frente al resto del mundo.
Fuente: Contropiano.
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