El 31 de enero se reunió en el Parlamento Europeo el Foro Post-Rusia de Naciones Libres para celebrar su quinta sesión. El grupo presentó en Bruselas su proyecto de “descolonización y reconstrucción” de Rusia, patrocinado por los miembros polacos del Partido de los Conservadores y Reformistas Europeos.
Los planes imperialistas para desmembrar Rusia
El Viejo Topo
22 mayo, 2023
Anna Fotyga,
eurodiputada y antigua ministra polaca de Asuntos Exteriores, que ha
participado en los trabajos del Foro desde su creación, recordó su misión
fundacional: “Como en el caso del Tercer Reich alemán, la Federación Rusa, como
amenaza existencial para la humanidad y el orden internacional, debe sufrir
cambios drásticos. Es ingenuo pensar que Rusia, definitivamente derrotada,
permanecerá en el mismo marco constitucional y territorial. La comunidad
internacional no puede adoptar una postura cómoda a la espera de
acontecimientos, sino que debe emprender una […] refederalización del Estado
ruso, teniendo en cuenta la historia de su imperialismo y respetando los
derechos y deseos de las naciones que lo componen”.
Pocos días
antes de comenzar la reunión, para calentar el ambiente, la polaca publicó un
artículo titulado “La disolución de la Federación Rusa es mucho menos peligrosa
que dejar que la gobiernen los criminales” (*).
Entre los
ponentes del último foro se encontraba el polaco-estadounidense Janusz
Bugajski, antiguo asesor de los Departamentos de Estado y Defensa, a quien se
ha llamado sin razón “el nuevo Brzezinski”. Su último libro, “Failed State. A
guide to Russia’s Rupture” se ha encontrado en el punto de mira de la prensa
rusa, presentado como un breviario de los planes estadounidenses para
desmembrar Rusia fomentando el separatismo.
Desde su
inauguración el 8 de mayo en Varsovia, el Foro ha ganado notoriedad y miembros.
El primer mapa elaborado por el grupo, publicado el 22 de septiembre por una
revista italiana, proponía una implosión de Rusia de la que surgirían más de
treinta Estados diferentes, delineados según líneas étnicas y culturales
dispares. El cambio más importante es la reducción del tamaño de la región de
Moscú en favor de nuevos proyectos étnico-nacionales.
Por ejemplo, algunos representantes de las regiones de Pskov y Tver (antiguos principados no representados en la versión anterior), así como de la región de Smolensk/Smaland, anunciaron el nacimiento de la “Plataforma de Kryvy Oriental”, una agrupación creada con el objetivo de “integrar a los pueblos del Gran Báltico” e inclinarse “hacia la variante europea oriental de la vía euroatlántica, que implica la preservación de la identidad y los fundamentos culturales y demográficos de los países y pueblos”.
En la nueva
versión del mapa, las repúblicas caucásicas de Ingusetia, Osetia y
Kabardino-Balkaria también ganan espacio y fronteras específicas. Según sus
propios autores, este mapa matriz está abierto a variaciones potencialmente
infinitas. Siempre y cuando sirvan a un único propósito: idear “estrategias
para un desmantelamiento controlado, constructivo y no violento del último
imperio colonial en Europa”.
Los
separatistas rusos y sus portavoces euroatlánticos no son los únicos que
realizan este tipo de ejercicios cartográficos. En una pared del despacho del
jefe de la inteligencia militar ucraniana, Kyrylo Budanov, fotografiado por los
periodistas durante una entrevista, se encuentra un mapa en color y, dibujadas
con rotulador, las líneas divisorias de Rusia imaginadas por Kiev sustituyen a
las actuales fronteras: Japón se queda con las islas Kuriles, Alemania con
Kaliningrado (Königsberg), Finlandia con Carelia, y parte del noroeste ruso.
China incluye toda Siberia y el Lejano Oriente.
En la parte
central de la actual Federación Rusa debería surgir una “República de Asia
Central”, con el nombre de Char. Rusia propiamente dicha, decapitada de su
cabeza oriental, se queda con el territorio marcado por las letras РФ (RF). En
correspondencia con el Cáucaso, se lee “Ichkeria”, nombre de la república
separatista chechena proclamada en 1991, así como el territorio que el
parlamento ucraniano reconoció recientemente como “ocupado temporalmente” por
los rusos, lo que Zelensky ya había hecho con las islas Kuriles.
Las fronteras
ucranianas incluyen no sólo Donbass y Crimea, sino también las regiones de
Kursk, Belgorod y Kuban. A Budanov le preguntaron si el mapa representaba los
planes de expansión territorial de Kiev una vez restablecidas las fronteras de
1991. Su respuesta fue críptica: “Cada uno ve lo que quiere ver. Quizá sea un
indicador aproximado. O quizá no”.
Si el primer
mapa divide el cuerpo de Rusia a lo largo de líneas étnicas y según el criterio
“indígena” de los derechos históricos, el segundo recuerda los proyectos de
partición de Eurasia en esferas de influencia elaborados por cierta corriente
estratégica del imperialismo estadounidense.
Unos y otros
(polacos, ucranianos, estadounidenses y separatistas étnicos) imaginan
diferentes geometrías de desintegración, en función de sus respectivas
proyecciones geopolíticas.
Lo más
importante a destacar, aparte de la verosimilitud de los escenarios previstos,
es precisamente la creciente resonancia de cartografías similares, signo de la
recuperación de la dimensión espacial en los planes de los imperialistas.
Fuente: Texto tomado de mrp21.
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