Entrevista a Noam Chomsky
«El statu quo puede
ser desafiado, un mundo mejor está a nuestro alcance»
Rebelion
| 17/01/2023 |
Fuentes: La
jornada [En la imagen, un residente pasa junto a una casa en llamas bombardeada
por los rusos el viernes pasado, en Jersón, Ucrania. Foto Ap]
“Washington acaba de autorizar proveer a Ucrania con misiles Patriot: si
éstos funcionarán o no es discutible, pero Rusia asume el análisis del peor
escenario posible y los considera un objetivo”.
Es una obviedad
que el orbe está en un estado abismal debido a que hay demasiados desafíos en
un planeta que está en su punto de quiebre, como lo analiza Noam Chomsky en
entrevista exclusiva con Truthout. Lo que es menos reconocible es
que otro mundo es posible, simplemente porque el que tenemos no es sostenible,
señala uno de los más grandes intelectuales públicos internacionales.
Chomsky es
profesor emérito de los departamentos de lingüística y filosofía del MIT, así
como profesor galardonado de lingüística y presidente en el programa Agnese
Nels Haury de Justicia Ambiental y Social en la Universidad de Arizona. Es uno
de los académicos más citados a nivel mundial y un intelectual al que millones
consideran un tesoro nacional e internacional. Chomsky ha publicado más de 150
libros sobre lingüística, pensamiento político y social, economía política,
estudios de medios, política internacional estadunidense y asuntos
internacionales. Sus más recientes obras son Autoridad ilegítima:
Enfrentando los desafíos de nuestro tiempo (próximamente con C. J.
Polychroniou), La retirada: Irak, Libia, Afganistán y la fragilidad del
poder de EU (con Vijay Prashad, The New Press, 2022) y El
precipicio: Neoliberalismo, la pandemia y la urgente necesidad por el cambio
social (con C. J. Polychroniou, Haymarket Books, 2021).
–Al entrar al nuevo año quiero comenzar esta entrevista pidiéndote que
resaltes los más grandes desafíos que enfrenta hoy nuestro mundo y que nos
expliques si estás de acuerdo en que el progreso humano, si bien en ciertos
aspectos es real y sustancial, no es parejo… y tampoco inevitable.
–La forma más
fácil de responder es con el Reloj del Apocalipsis (un reloj simbólico
establecido en 1947 por la junta directiva del Boletín de Científicos
Atómicos de la Universidad de Chicago que usa la analogía de la
especie humana, en el que la medianoche representa la destrucción de la
humanidad). Ahora estamos a 100 segundos de la medianoche y seguramente
tendremos aún menos tiempo cuando se reajuste dentro de algunas semanas, lo que
de seguro sucederá si consideramos todo lo ocurrido el año pasado. Los desafíos
de enero pasado siguen a la cabeza de la lista: guerra nuclear, calentamiento
global y destrucción ambiental, así como el colapso de los foros para el
discurso racional, que son la única esperanza para señalar los desafíos
existenciales. Hay otros, pero analicemos estos.
Washington
acaba de acceder a proveer a Ucrania con misiles Patriot: si éstos
funcionarán o no es discutible, pero Rusia asume el análisis del peor escenario
posible y los considera un objetivo, por lo que son blanco de un eventual
ataque ruso, lo que es un paso más hacia una escalada.
Ese no es el
único escenario ominoso en Ucrania, pero las amenazas de que se avanzará hacia
una guerra impensable no sólo están ahí, sino que son un peligro que alcanza a
la costa de China, particularmente porque Biden ha declarado virtualmente la
guerra contra Pekín, mientras el Congreso está enardecido y al borde de
destruir la ambigüedad estratégica que ha mantenido la paz con
respecto a Taiwán los últimos 50 años.
Aún sin
proceder, la amenaza de una guerra terminal se ha incrementado, lo mismo que
las tontas e ignorantes aseveraciones de que esto no debe preocuparnos.
Ahora hablemos
del medio ambiente. En cuanto al calentamiento global, las noticias van de lo
atroz a lo horrendo, pero hay algunos destellos de luz. La Conferencia para la
biodiversidad es un paso mayor hacia limitar la destrucción letal del ambiente.
El apoyo es casi universal, aunque no total. Un Estado se negó a firmar: ese
que tiene valores atípicos, el Estado más poderoso en la historia del mundo. El
Partido Republicano, fiel a sus principios, se rehúsa a apoyar cualquier cosa
que pueda interferir con su poderío privado y sus ganancias. Por razones
similares, Estados Unidos (junto con Andorra) se niega a firmar los Protocolos
de Kioto sobre el calentamiento global, lo que motivó un desastroso fracaso en
cuanto a tomar acción, lo que ha reducido la perspectiva de escapar de la
catástrofe.
No quiero
sugerir que el resto del mundo es pura santidad; está muy lejos de serlo. Sin
embargo, la hegemonía global realmente resalta.
Vayamos al
tercer factor que acelera el Reloj del Apocalipsis hacia la medianoche: el
colapso de los foros para el discurso racional. La mayor parte de la discusión
de este perturbador fenómeno se enfoca en los exabruptos de las redes sociales,
las locas teorías de conspiración, QAnon, las elecciones robadas y
otros hechos peligrosos que en gran parte se pueden rastrear hasta la
destrucción del orden social bajo los martillazos de una guerra de clases que
ha ocurrido en los últimos 40 años. Pero al menos tenemos un sobrio y razonado
dominio de la opinión intelectual liberal que ofrece alguna esperanza al
discurso racional.
¿Pero realmente
lo tenemos?
Lo que vemos en
este dominio a menudo desafía nuestras creencias y es objeto de ridículo fuera
de los disciplinados círculos occidentales. Por ejemplo, los reportes de los
temas internacionales desde el establishment nos informan
sobriamente que derrotar a Rusia reforzará el principio de que atacar a
otro país no quedará impune.
El reporte se
refiere al principio que se ha enarbolado incluso cuando somos nosotros los
agentes de la agresión, una noción que emerge sólo entre quienes cometen el
crimen imperdonable de aplicarnos los principios que nosotros valientemente
exigimos a los demás. Es difícil imaginar que esta noción nunca haya surgido en
la cultura dominante. Parece que no es fácil de encontrar.
Ataque a Nord Stream
Lo que a veces
ocurre es tan estrambótico que uno tiene el derecho de preguntarse qué hay
detrás, cuando es evidente que quienes escriben esas noticias no saben lo que
están diciendo. Por ejemplo, ¿cómo puede uno reaccionar a un artículo
titulado No existe evidencia concluyente de que Rusia esté detrás del
ataque a Nord Stream, que explica que los líderes mundiales se apresuraron
a culpar a Moscú de las explosiones a lo largo del gasoducto submarino, pero
muchos funcionarios occidentales dudan que el Kremlin sea el responsable,
afirmando que los rusos lo hicieron para estrangular el suministro
de energía para millones de personas en todo el continente?
Es bastante
cierto que Occidente se apresuró a culpar a Rusia, pero eso es tan novedoso
como el hecho de que cuando cualquier cosa sale mal, los apparatchiks rusos
se apresuran a culpar a Estados Unidos. De hecho, la mayor parte del mundo
reconoció de inmediato que los rusos eran el sospechoso menos probable. No
ganan nada con destruir un valioso recurso que les pertenece. La compañía
estatal Gazprom es la principal propietaria y promotora de los gasoductos, y Rusia
cuenta con ellos para obtener ganancias e influencia. Si
quisieran estrangular el suministro de energía, lo único que tienen que
hacer es cerrar algunas válvulas.
Las partes
cuerdas del mundo también reconocieron de inmediato que el culpable más probable
es quien tiene el motivo y la capacidad. Los motivos de Estados Unidos no están
a discusión, los han proclamado abiertamente durante años. El presidente Biden
explícitamente informó a sus contrapartes de Alemania, de manera muy pública,
que si Rusia invadía Ucrania el gasoducto sería destruido. Tampoco está a
discusión la capacidad de Estados Unidos, incluso sin considerar las
importantes maniobras navales estadunidenses que tuvieron lugar en la zona del
sabotaje poco antes de que éste ocurriera.
No obstante,
llegar a la conclusión evidente es tan absurdo como suponer que el noble
principio de que atacar a otra nación no puede quedar impune pueda
aplicarse a Estados Unidos cuando ataca a Irak o a cualquier otro país. Es
indescriptible.
El elemento
cómico del encabezado: No hay evidencia concluyente de que Rusia esté
detrás del ataque a Nord Stream, es la traducción orwelliana que apunta a la
abrumadora evidencia de que Rusia no fue quien ejecutó el ataque, sino Estados
Unidos.
La respuesta
más plausible es la técnica al ladrón, al ladrón un recurso de
propaganda muy familiar: cuando te atrapan con la mano en el bolsillo de
alguien, nunca lo niegues, pues es muy fácil refutarte. Mejor apunta a alguien
más y grita: Al ladrón, al ladrón, para así aceptar que existe un robo, al
tiempo que se dirige la atención de todos hacia un perpetrador imaginario.
Funciona muy bien. La industria del combustible fósil lo ha practicado con
eficiencia durante años, como lo hemos discutido.
La técnica
del al ladrón, al ladrón funciona aún mejor cuando se le embellece
con las técnicas acostumbradas que hacen que la propaganda estadunidense sea
mucho más efectiva que la burda versión totalitaria: promover el debate para
mostrar lo abiertos que somos, pero siempre dentro de nuestros estrechos
márgenes para que el mensaje de la propaganda se adopte por presuposición, lo
que es mucho más eficiente que la aseveración. Así, para resaltar el hecho de
que hay escepticismo sobre la depravación rusa, ostentamos al mismo tiempo la
libre y abierta sociedad que somos, y de esta manera establecemos con mayor
profundidad la ridícula afirmación que el sistema propagandístico trata de
instaurar.
Existe, de
seguro, otra posibilidad: tal vez segmentos de las clases intelectuales están
tan inmersas en el sistema de propaganda que en verdad no son capaces de
percibir el nivel de absurdo que hay en lo que dicen.
De cualquier
forma es un crudo recordatorio del colapso de la arena del discurso racional,
justo donde esperábamos que ésta pudiera ser defendida.
Desgraciadamente,
es demasiado fácil continuar.
En resumen. Las
tres razones por las que el reloj está a 100 segundos para la medianoche se
reforzaron brutalmente el año pasado. No es una conclusión reconfortante, pero
es ineludible.
–Los científicos nos advierten que el calentamiento global es en este
momento una amenaza tan grande a nuestra existencia que la civilización se
dirige a una catástrofe mayor. ¿Son útiles las visiones apocalípticas sobre la
temperatura del planeta? ¿Qué será necesario para lograr una acción climática
exitosa, tomando en consideración que la nación más poderosa de la historia
es un Estado insolente que lleva al mundo al colapso ecológico, como lo
dijo acertadamente George Monbiot en un artículo de opinión publicado en The
Guardian?
–El programa de
la Universidad de Yale sobre el clima y la comunicación ha llevado a cabo
estudios sobre cuál es la mejor forma de hacer que la gente comprenda la
realidad de la crisis que enfrenta la humanidad. Existen otras, desde diversas
perspectivas.
Es una labor de
particular importancia, sobre todo en el Estado insolente que lleva al
mundo al colapso ecológico. También es una labor difícil, debido al
negacionismo que existe no sólo en algunos círculos, sino que ha sido casi la
política oficial del Partido Republicano desde que esta organización extremista
sucumbió a la ofensiva del conglomerado energético Koch, lanzada cuando el
partido se aproximaba a un viso de cordura durante la campaña por McCain en
2008. Cuando los leales del partido escuchan a sus líderes, y a su cámara de
eco mediática, les aseguran que no se preocupen, no es fácil convencerlos
de lo contrario. Aunque el Partido Republicano es el extremo, no es el único
que maneja este mensaje.
Parece ser del
consenso general que los pronunciamientos apocalípticos no son útiles. La
gente, normalmente, o los deja de escuchar o se rinde: Es demasiado para
mí. Lo que parece tener más éxito es enfocarse en la experiencia directa y en
pasos que pueden tomarse, incluso si son pequeños. Es un camino muy difícil de
seguir para quienes tienen consciencia de la enormidad de la crisis. Pero los
esfuerzos para llegar a la gente pueden ser hechos a la medida para tomar en
cuenta su entendimiento y a sus preocupaciones; de otra manera podemos caer en
un precipicio de pontificación egoísta.
–En otra entrevista discutimos los objetivos y los efectos del capitalismo
neoliberal. Ahora, el neoliberalismo es a menudo vinculado con la
globalización, pero es bastante obvio que el último es un proceso
multidimensional que existe desde mucho antes del ascenso del neoliberalismo.
Por supuesto, actualmente la forma dominante de globalización es la neoliberal,
aunque esto no quiere decir que la globalización deba estructurarse en torno a
políticas y valores neoliberales o que se deba pensar que no hay
alternativa. Desde luego, existen continuas luchas por todo el mundo por el
control democrático sobre los estados, mercados y corporaciones. Mi pregunta
es, ¿se trata de una utopía pensar que el statu quo puede ser
desafiado y que otro mundo es posible?
–La
globalización simplemente significa integración internacional. Puede tomar
muchas formas. La globalización neoliberal, ejecutada sobre todo durante los
años de Clinton, se diseñó de acuerdo con los intereses del capital privado,
con una gran variedad de acuerdos altamente proteccionistas diseñados para
defender a los inversionistas, que fueron disfrazados de libre comercio.
Eso no fue de
ninguna manera inevitable. Tanto el movimiento laborista y la Oficina de
Investigación del Congreso (la Oficina de Evaluación Tecnológica, OTA)
propusieron alternativas encaminadas hacia los intereses de los trabajadores.
Éstas fueron ignoradas sumariamente y la OTA se disolvió, según algunas
fuentes, debido a que el Partido Republicano de Newt Gingrich la consideró
sesgada en su contra, pero también los nuevos demócratas clintonianos pudieron
haber compartido ese sentimiento sobre los hechos y sus razones. El capital
floreció, incluido el sistema financiero más depredador. El movimiento
trabajador se vio seriamente debilitado y las consecuencias resuenan hasta el
presente.
La
globalización puede tomar cualquier forma, al igual que ocurre generalmente con
los acuerdos económicos. Existe una larga historia de esfuerzos por separar el
dominio político del económico, y este último se concibe como puramente
objetivo, como la astronomía, guiado por especialistas en profesiones
relacionadas con la economía e inmune a la voluntad de los ciudadanos de a pie,
particularmente los trabajadores.
Un nuevo
estudio de Clara Mattei argumenta de manera muy persuasiva que esta dicotomía,
que normalmente toma la forma de programas de austeridad, ha sido el principal
instrumento de la guerra de clases durante un siglo y ha pavimentado el camino
hacia el fascismo, lo cual fue muy bienvenido por líderes de opinión de la
élite occidental y causó entusiasmo entre los libertarios.
Sin embargo, no
hay razón para aceptar esta mitología. El dominio político en el sentido más
amplio incluye el activismo laboral, entre otros movimientos populares, y puede
dar forma al sistema económico para que beneficie a la gente en vez de a las
ganancias y al poder privados. El ascenso de la democracia social ilustra eso
muy bien, pero tampoco hay que aceptar la tácita hipótesis de que la autocracia
capitalista es una ley de la naturaleza. Como dice Mattei: O las
organizaciones populares se mueven más allá de las relaciones capitalistas
(hacia la democracia económica) o la clase dominante reimpondrá su mandato.
El statu
quo puede ser desafiado. Sin duda, un mundo mejor está a nuestro
alcance. Hay muchas razones para hacer honor al lema del Foro Social
Mundial: Otro mundo es posible, uno mucho mejor, y dedicar nuestros
esfuerzos para volverlo realidad.
Publicado
originalmente en Truthout.
Traducción: Gabriela Fonseca
Fuente: https://www.jornada.com.mx/2023/01/09/politica/016n1pol
No hay comentarios:
Publicar un comentario