Que
la corrupción ha calado hondo en la clase política europea es cosa sabida. La
reciente detención de una vicepresidenta del parlamento europeo, entre otros
ejemplos, da cuenta de ello. ¿Hasta cuándo vamos a permitirlo los ciudadanos
europeos?
¿Cuánta corrupción puede soportar la Unión Europea?
El Viejo Topo
15 diciembre, 2022
La verdad se
corrompe tanto con la mentira como con el silencio
Cicerón
Que las
instancias políticas de la UE están plagadas de escándalos es cosa sabida. El
Parlamento europeo señalaba en 2007 (fecha de la última regulación) que
existían entre 15.000 y 20.000 lobistas alrededor de los euro parlamentarios.
Esa legión de intermediarios representaba a 2.600 grupos de interés. Alrededor
de la mitad de estos grupos son grandes empresas que velan por sus intereses.
Dado el carácter voluntario de las regulaciones en el Parlamento Europeo, no es
de extrañar que pocos parlamentarios estén dispuestos a hacer públicas sus
reuniones con los lobistas. Con datos del 2021 vemos que 346 de los 705
miembros del Parlamento no han informado de ningún encuentro con estos
comisionistas,
Los escándalos
asociados a las grandes figuras de la Unión Europea no se destacan, se ocultan
y desaparecen de los medios en pocos días. Los grandes medios de información
pasan de puntillas. No hay interés por realizar un seguimiento. Se intenta
evitar el escrutinio y la fiscalización pública por parte de la ciudadanía
europea. La lista de dignatarios condenados por actos delictivos es amplia
aunque escasas o nulas han sido las condenas. La clase política se protege a sí
misma y a los suyos.
Los ejemplos
son múltiples. Nicolás Sarkozy, condenado en 2021 a tres años de prisión
(no cumplió ninguno) por financiación ilegal. Tony Blair, investigado en 2009
por la comisión Chilcot (creada para evaluar la actuación de Inglaterra en la
guerra en Irak, la investigación puso de manifiesto que se había mentido al
país a sabiendas). No pasó nada. José María Aznar fue otro de los cuestionados
y nunca fue sancionado, ni siquiera puesto en entredicho. El penúltimo caso,
Christine Lagarde. La hoy Presidenta del Banco Central Europeo, involucrada en
el caso Tapie (su socio fué condenado, ella no), quedó impune de los graves
delitos de los que se le acusaba en Francia: su propuesta de “corralito”
financiero para los países del sur europeo cuando era presidenta del FMI obtuvo
no pocos apoyos entre la clase política.
El Banco
Central Europeo es rico en escándalos. El antecesor de Christine Lagarde al
frente del BCE fue Mario Draghi. Su pasado es oscuro. Durante dos legislaturas,
el gobierno conservador griego de Karamanlis falsificó los datos de la
contabilidad nacional de su país. La llegada de los socialistas de Papandreu
puso al descubierto que Mario Draghi, en aquel momento vicepresidente para
Europa de Goldman Sachs, había sido el artífice de ese engaño. Pese al
escándalo, fue nombrado gobernador del Banco Central Europeo y la prensa lo
acreditó como “salvador de Europa”. Otro caso a señalar es el del expresidente
de la Comisión Europea desde 2014 hasta 2019: Jean-Claude Juncker. Se demostró
que en su cargo de primer ministro en Luxemburgo había permitido la evasión y
blanqueo de capitales a grandes corporaciones norteamericanas, como Pepsi Cola
o al Deutsche Bank. Las noticias fueron flor de un día, la prensa “olvidó“ muy
pronto sus “pecadillos”. Otro personaje de la misma índole y con el mismo
lustre político fue, entre otros, Luis de Guindos; el ahora vicepresidente del
BCE se comprometió públicamente a que el rescate financiero español no iba a
costar ni un euro al erario público. Los resultados los estamos padeciendo aún.
Pero el escándalo mayor en estos momentos es el protagonizado por la Presidenta
de la Comisión Europea, Ursula Gertrud von der Leyen.
La fiscalía
europea está investigando sus pasos en lo que parece un caso de manual de
corrupción. El personaje es adicto a los escándalos. En 2009 fue nombrada
Ministra de Trabajo y Asuntos Sociales del gobierno de Merkel. Desde 2013 hasta
2019 fue ministra de Defensa. En 2015 estuvo a punto de perder su título de
médico puesto que en una revisión rutinaria de su tesis doctoral, obligatoria
para acceder al título, se concluyo que la suya estaba plagiada en un 43,3%. La
Universidad de Turingia reconoció este hecho pero añadió que no lo había hecho
con mala intención y desestimó el caso. Los escándalos ligados a su figura se
continuaron sucediendo: el Partido Verde alemán, el Partido de la Izquierda y
los socialdemócratas cuestionaron que muchos de los 3.800 contratos cerrados
durante su gestión en el ministerio de defensa hubieran beneficiado a “personas
adecuadas” del entorno familiar y amistades. En otro caso fue investigada por
la contratación a dedo de numerosos amigos y familiares que le costaron al
erario público más de 200 millones de euros. Presionada por el Parlamento,
reconoció su equivocación, aunque cuando se le exigió la entrega de sus móviles
adujo que la información fue borrada por “error” un mes después de que se le
exigiera. La auditoría de cuentas realizada tras su marcha se saldó con un
adjetivo raramente utilizado en medios políticos: se la definió como “inepta”
para el cargo. Cuando abandonó el Ministerio de Defensa, ni un solo submarino
era operativo, solo un tercio de los helicópteros podían volar, la mitad de los
carros blindados no funcionaban y poquísimas fragatas podían navegar. A pesar
del “éxito” de su gestión, fue «nominada» para la presidencia de la Comisión
Europea.
Tras su paso
por el Ministerio de Defensa teutón no había vacantes ministeriales para ella.
Es entonces que, gracias a las presiones de Merkel y aunque la actual presidenta
de la Comisión Europea no había hecho campaña electoral para postularse, Ursula
Von der Leyen fue catapultada al cargo de la noche a la mañana en 2019. Tenía,
eso sí, una gran virtud: era profundamente anti-rusa por adscripción personal y
familiar[1].
Eso era para los EEUU un valor relevante; por consiguiente, el peso y la mano
de Washington se hicieron sentir: EEUU necesita líderes mediocres y, sobre
todo, débiles frente a las presiones. Cuestionada como estaba, su mayor defensa
pasaba por plegarse a los intereses de las farmacéuticas norteamericanas en la
crisis de las vacunas y ahora al interés del conglomerado militar-industrial en
la guerra en Ucrania.
A pesar del
aval alemán, el personaje sigue rodeado de escándalos. Es adicta a pisar todos
los charcos, especialmente cuando pueden ser lucrativos. Ahora es su marido
Heiko von der Leyen quién se benefició (a través de la empresa Orgesis
INC) de una financiación de 320 millones de euros de la Comisión Europea que
dirigía su mujer. Los medios italianos han sido los primeros en poner el grito
en el cielo, no solo por el perjuicio que ha supuesto para Italia, sino por
tratarse de un tema tan sensible como el de las vacunas.
El tema hunde
sus raíces en plena pandemia de Covid cuando la UE financia una investigación
de terapia genética. Heiko Von der Leyen formaba parte del consejo de
supervisión de este ambicioso proyecto que incluía la multinacional Pfizer.
Participan en el proceso de adjudicación la Universidad de Padua en Italia y
una empresa denominada Orgenesis Italy s.l. sucursal italiana de la
estadounidense Orgenesis INC, uno de cuyos directivos es Heiko Von der Leyen.
La empresa italiana, por los datos que se han denunciado, parece una empresa de
paja. La sucursal italiana se constituyó el 14 de enero del 2022 y hasta el 14
de octubre de este año no tuvo ninguna actividad comercial aunque participó y
finalmente ganó la licitación.
El debate en el
Parlamento está abierto. Se ha solicitado una audiencia pública de la
presidenta de la Comisión Europea. El escándalo de la compra de vacunas, en
plena pandemia y posteriormente a ella es mayúsculo; pero la guerra en Ucrania
ayudará a ocultar a la ciudadanía el despropósito que se ha cometido.
Los
eurodiputados más suspicaces respecto a las vacunas del Covid han encontrado
nueva munición. Con toda probabilidad sus voces serán acalladas. El
reconocimiento de la multinacional Pfizer de la nula eficacia de sus vacunas
pone al descubierto el enorme tráfico de dinero público malversado; aunque
desde el 24 de febrero (inicio de la guerra en Ucrania) ha dejado de existir el
debate sobre las vacunas y su utilidad.
Úrsula Von der
Leyen está en el ojo del huracán. La magnitud del escándalo ha hecho imposible
que se oculte. Según el Tribunal de Cuentas Europeo se han gastado unos 71.000
millones de euros. Se compraron 4.600 millones de dosis. Más de 10,3 por cada
europeo, con un coste medio de 15€ y que según Wolfgang Philipp“[2] no
detienen la transmisión”. En paralelo la fiscalía italiana ha abierto una
investigación, aún no hay denuncia formal, contra la multinacional Pfizer por
ocultar unos 1.200 millones de euros al fisco italiano.
Las evidencias
se acumulan sobre la Presidenta de la Comisión Europea. En abril del 2022
el New York Times informó del intercambio de mensajes entre la
Presidenta y el CEO de Pfizer, Albert Bourla. Se estaba negociando la
astronómica cifra de 36.000 millones de euros. Cuando se presentó una solicitud
para acceder a esos mensajes, la Comisión respondió que no tenía el registro.
Presionada, la Presidenta reconoció esos contactos y esos e-mails. Ante la
falta de transparencia la propia defensora del pueblo en el euro parlamento
Emily O’Reilly acusó a la Comisión Europa de mala gestión. Mientras, y como
todos sabemos, los contratos siguen siendo secretos y lejos del escrutinio
parlamentario. Lo que sí sabemos que las comisiones firmadas superan los 700
millones de dólares, un 2% sobre la cantidad total.
Pero no es el
único caso de “supuesta corrupción” sobre el tema de las vacunas. El
eurodiputado verde Sven Giegold ha solicitado una consulta sobre este tema
basándose en la información proporcionada por el Tribunal de cuentas de la
República de Chipre. En 2021 se abren diligencias contra la Comisaria de
Seguridad Alimentaria y Salud Pública Stella Kyriakides, estrecha colaboradora
de la Presidenta de la Comisión europea. El Informe del Tribunal de Cuentas
muestra cómo el marido de la Comisaria, Kyriakos Kyriakides, recibió varios
“préstamos” por un valor de 4 millones de euros del Banco Cooperativo de Chipre
sin aportar ningún tipo de garantías. La Comisaria señaló en su descargo que la
Comisión Europea contrató 400 millones de dosis con Astrazéneca, 300 millones
con Sanofi-GSK, 400 millones con Johnson y Johnson, con BioNTech-Pfizer 600
millones de dosis, con CuraVac 405 millones y con Moderna 160 millones. A esto
hay que añadir, a fecha 08.01.2021, el dinero invertido en las charlas exploratorias
para contratar la vacuna de Valnera (60 millones de dosis) pero se olvidan las
500.000 dosis del inútil antiviral Remdesivir que a un precio de 2.000€ la
dosis había costado al erario comunitario más de 1.000 millones de €.
Está por dilucidarse la responsabilidad de la Comisaria también en este
caso. La relación entre dirigentes de la Comisión Europea y la mafia
farmacéutica queda un poco más en evidencia.
Actualmente, la
Comisión Europea, aprovechando la guerra de la OTAN/UE contra Rusia, se convierte
de “facto” en una especie de gobierno, aunque sin refrendo democrático puesto
que no los ha votado nadie. Una comisión que interviene en multitud de campos
aunque en teoría no tiene competencias como es el caso de las pensiones. El
método es sencillo. Para privatizar las pensiones como está realizando el
ejecutivo español, pongamos por caso, se chantajea, se dice: o se introducen
las reformas privatizadoras o no hay dinero de los Fondos Europeos. Es el
método más común que utiliza la burocracia europea. Por otra parte, la otra
gran fórmula para presionar son las denominadas “directrices”; se emiten unas
60 anuales que no son debatidas en el Parlamento Europeo, quien es
teóricamente el órgano representativo de la ciudadanía. Estas directrices se transponen
imperativamente al derecho interno de cada Estado miembro sin debate en los
respectivos parlamentos. Además se pronuncian unos 10.000 “fallos” anuales
emitidos por “expertos” de la Comisión con “recomendaciones” para cada gobierno
con respecto al gasto público, impuestos o las “reformas” a integrar en la
legislación existente (sobre salud, educación, pensiones). Visto en esta
perspectiva deberíamos preguntarnos ¿Cuál es la relevancia de las elecciones?
La Comisión
Europea está fuera de cualquier tipo de control democrático. Su papel como
queda demostrado en el caso de las vacunas o ahora con la guerra de Ucrania no
es otro que dictar órdenes que sirvan al interés de las grandes corporaciones
internacionales, especialmente norteamericanas. La práctica exclusión de otras
vacunas que no fueran “made in USA” contra el covid-19 lo deja muy claro. La
clase política europea con pocas o ninguna excepción miran allá donde se les
dicen que han de mirar. El “buenismo” europeísta”, esa visión idílica de la UE
aún está muy arraigado en sociedades como la española, que están profundamente
acomplejadas por su propio pasado. La pandemia y su gestión han sido y serán un
enorme ejercicio de ingeniería y control social que prepara a las sociedades
occidentales para un futuro cada vez más distópico. La democracia es cada vez
un rito electoral más que un acto de debate social. Las libertades públicas ya
recortadas en la pandemia sufrirán de nuevo a consecuencia de la guerra actual
y las futuras. Sin duda la evolución de la actual guerra en Ucrania será la
clave para la posterior evolución de la institución y de la propia UE. Hoy,
viendo la mediocridad y la cobardía de sus dirigentes, pocas o ninguna
esperanza quedan de una posible reforma realmente democrática.
Notas:
[1] 120 años antes Carlos Marx denunciaba a la
familia Von der Leyen como ejemplos de esclavistas.
[2] Director interino de la Health Emergency
Preparedness an Response Authority (HERA) Una institución que responde ante la
Comisión europea que teóricamente prepara las respuestas contra emergencias sanitarias.
“no detienen la transmisión”. https://ec.europa.eu/info/persons/acting-director-head-service-philippwolfg
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