Dar gato
por liebre suele ser una especialidad de nuestros políticos. Y en el tema de
las pensiones, sobre el que todos sabemos que el proyecto final –aunque sea a
largo plazo– es el de la privatización total, el felino suele estar bien
disfrazado
Escrivá, aprendiz aventajado de Romanones
El Viejo Topo
6 noviembre, 2022
Se atribuye al
tres veces presidente del gobierno del periodo de La Restauración, Romanones,
la siguiente frase dirigida a los diputados del Congreso: “Vosotros aprobad las
leyes y dejadme a mí los reglamentos”.
Bajo esta frase
subyace la idea de que las leyes son un texto teórico, pero que su práctica (la
realidad de su aplicación) recae en el reglamento de las mismas. Un Reglamento
que “bien articulado” puede alterar completamente el sentido de la Ley e
introducir cambios que beneficien selectivamente a grupos políticos o
financieros determinados.
Esto es lo que
ha ocurrido con la Ley de impulso de los Planes de Pensiones de Empleo (en
realidad, planes privados de pensiones) y su reglamento. En el proyecto de
Reglamento que se sometió a información pública, ya se aumentó la comisión
financiera prevista por manejar los fondos de pensiones que se crearan al 0,4%
en lugar del 0,3% que siempre había hecho el gobierno. El “truco” estuvo en
establecer un 0,3 para las entidades gestoras de los fondos y un 0,1% para las
entidades depositarias, que pertenecerán al mismo grupo. Pensemos que en la
motivación de la necesidad de la Ley se prevé que en unos años (bastantes)
estos fondos alcancen los 300.000 millones de euros. ¡Bingo!, sin comerlo ni
beberlo ya son 300 millones anuales de beneficios anuales más para la gran
banca sin hacer nada.
Pero en el
Reglamento definitivo ha vuelto a saltar la sorpresa o la puñalada trapera,
según se mire. Por arte de birlibirloque aparece la posibilidad de cobrar
nuevas comisiones de hasta un 0,55% más si los gestores del fondo deciden
invertir literalmente en “..en otros fondos de pensiones abiertos,
instituciones de inversión colectiva o en entidades de capital riesgo que no
pertenezcan al mismo grupo de la entidad gestora..”. Dicho en “román paladino”
si un fondo decide invertir en otros fondos de pensiones, letras del tesoro,
productos derivados de gran riesgo, u otros instrumentos que no sean propios,
podrá repercutir, aparte del 0,4% hasta un 0,55% añadido. La repera, traca y
champán. De golpe pueden ser 1.650 millones de € anuales más a repartirse entre
todas las entidades financieras.
Conociendo los
criterios “morales y solidarios” de la Banca y otras entidades financieras,
¿alguien duda que se pondrán de acuerdo en hacer inversiones cruzadas para
“rentabilizar” sus comisiones? ¿Qué organismo controlará que esto no se
produzca? ¿Dónde queda el tope del 0,3% de comisión máxima para estos planes
tan cacareados por el gobierno? ¿Cómo es posible un cambio tan importante entre
el primer Reglamento expuesto a información pública y el definitivo publicado
en el BOE? ¿Qué personas o grupos de intereses presentaron estas propuestas de
modificación tan ventajosas para la oligarquía financiera y tan perjudiciales
para los posibles depositantes? ¿Por qué el gobierno se ha olvidado del 0,3%
máximo? ¿Conocían los diputados y diputadas que votaron favorablemente la ley
que en el Reglamento se iban a aumentar de tapadillo las comisiones a cobrar?
Me temo lo
peor, ni lo conocían, porque no se les dijo, ni lo conocen porque no se leen
los reglamentos. Pero este es un caso de libro en el que el reglamento altera
considerablemente el espíritu de la Ley, con la que por otra parte no estoy de
acuerdo en su totalidad porque supone un “caballo de Troya” para el
debilitamiento y destrucción del Sistema Público de Pensiones, pero ese es otro
tema. De nuevo, han ganado los grandes grupos financieros, porque las
comisiones definitivamente aprobadas no se alejan de lo que hoy es el mercado
privado, y se ha tomado el pelo al conjunto ciudadano y especialmente a quienes
creyeron a pies juntillas que los lobbies financieros se conformarían con un,
para ellos, ridículo 0,3%. ¡Es el mercado amigo!, que diría el exministro del
PP Rato.
Si yo fuera
diputado de los de haber votado a favor, me sentiría engañado y frustrado. Con
mi voto se ha aprobado una Ley que se ha visto alterada en una parte sustancial
con el Reglamento, con “nocturnidad y alevosía”. Desconozco los intríngulis
jurídicos, pero me choca que el reglamento haya sido publicado en el BOE en la
sección de Presidencia y no en la del Ministerio de Escrivà y desde el
Consulado General de España en Fráncfort. ¿Tanta prisa hay? ¿Hay cola ya para
formar estos fondos y crear las entidades gestoras?
En definitiva,
una jugada maestra, por torticera, del ministro Escrivà y, en definitiva, de
todo el gobierno, un triunfo para la oligarquía financiera, y un mal trago para
el Sistema Público de Pensiones y para los futuros pensionsitas.
Sr Escrivà, no
le deseo suerte en la implantación de estos mal llamados Planes de Pensiones de
Empleo que tanto ha peleado. Nos va nuestro futuro a las personas que nunca
hemos representado, como usted, los intereses de la Gran Banca.
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