Crisis del Estado, cambio de
régimen y Fuerzas Armadas (II)
Rebelion / España
| 10/11/2022 |
Fuentes: Rebelión
El capitalismo neoliberal ha extendido su control sobre las conciencias,
con una eficacia nunca vista en otros periodos de la historia. Es una forma
insidiosa de totalitarismo que impregna al conjunto de la sociedad, genialmente
anticipado por el escritor George Orwell (1903-1950), combatiente antifascista
en la Guerra de España.
Oligarquía y Fuerzas Armadas en el Estado español
La razón última
esgrimida por el Estado es la razón de la fuerza. Ante una crisis terminal el
Ejército pasa a primer plano. En tal situación éste puede sentirse impelido a
sostener la Monarquía en declive o, por el contrario, a dejarla caer.
El Ejército
está organizado y jerarquizado de forma que la ideología imperante entre sus
cuadros de mando tiende a identificarse con los intereses de la oligarquía
financiera, que es la que realmente manda; tanto más cuanto más altos se
encuentran aquellos en la pirámide jerárquica.
La oligarquía,
o clase dominante, controla la inmensa mayoría de la actividad social,
ejerciendo su influencia mediante los aparatos ideológicos que domina, puestos
a su servicio: TV, prensa, enseñanza, clero, etc. El capitalismo neoliberal ha
extendido su control sobre las conciencias, con una eficacia nunca vista en
otros periodos de la historia. Es una forma insidiosa de totalitarismo que
impregna al conjunto de la sociedad, genialmente anticipado por el escritor
George Orwell (1903-1950), combatiente antifascista en la Guerra de España.
La severa
alienación impuesta por los poderes financieros, solo puede ser contrarrestada
en parte por mecanismos de comunicación independientes, no controlados por el
poder establecido; como lo son, en cierta medida, las redes y colectivos
sociales.
El relativo
aislamiento de los militares, generalmente forzado, promueve la endogamia y el
mantenimiento de rancias tradiciones familiares, creando un mundo estanco a los
valores de la mayoría social.
Algunos
apellidos conocidos se repiten a lo largo de generaciones en las altas
jerarquías de los ejércitos; son los llamados príncipes de la milicia, y
constituyen una casta privilegiada. Esta forma de clasismo fomenta un sentido
patrimonial de la institución, llegando estos a percibirla como si de su propio
feudo o cortijo se tratase.
El Rey, como
jefe del Estado y jefe Supremo de las Fuerzas Armadas, refuerza el carácter
oligárquico de las cúpulas militares, pues constituye un elemento de referencia
ideológica y de clase entre la oficialidad, desde el inicio de su carrera en
las Academias, o en la Escuela Naval, hasta su pase a la situación de reserva o
de retiro.
La oficialidad
se identifica emocionalmente con el Rey, pues él también fue cadete o
guardiamarina, por tanto “compañero”.
El rey Felipe
VI ya no necesitará escenificar de nuevo un golpe de efecto para afianzar su
corona, como en el famoso 1 de octubre, o durante su infame discurso dos días
después; ni tampoco la irrupción, pistola en mano, de ningún coronel en el
hemiciclo del Congreso de los Diputados. Decenas de escaños fascistas y
ultramonárquicos, incluidos generales retirados, son ahora el brazo político de
su guardia pretoriana, decidida a impedir cualquier progreso democrático.
El pasado 16 de
octubre, un exdirigente y exmiembro del partido ultraderechista con
representación parlamentaria, denunció en el programa “Salvados” cómo un
destacado fundador y dirigente de la organización incita a sus militantes a
portar armas.
Imperialismo, militarismo y conflictos bélicos
El reparto
territorial del mundo entre las potencias imperialistas es especialmente
visible en la actual fase de acumulación capitalista. Su impacto en la
configuración de las alianzas militares, sus implicaciones geoestratégicas, así
como la generalización de los focos de conflicto armado, presentan un oscuro
panorama y un trágico balance de sufrimiento y destrucción.
El imperialismo
moldea la ideología de sus Fuerzas Armadas, y las de los países sobre los que
ejerce su supremacía, imponiendo un militarismo favorable a sus intereses.
La competencia
por el dominio de los mercados y los recursos materiales entre potencias
imperialistas fue la causa de la I y II Guerra Mundial. La segunda (1939-1945)
tuvo como preludio la Guerra de España (1936-1939), provocada por el golpe
militar del 18 de julio contra el gobierno legítimo de la II República, golpe
inmediatamente apoyado por la Alemania nazi y la Italia fascista.
Una nueva
colisión imperialista a gran escala está gestándose en el corazón de Europa.
Las causas no hay que buscarlas en la mente diabólica de ningún dirigente, sino
en las contradicciones que se vienen dando en la esfera internacional, tras la
disolución de la URSS y la transformación de la República Popular China en un
gigante económico, en evidente conflicto de intereses con los USA.
El imperialismo
hegemónico intenta seguir manteniendo su supremacía global. Su pretendido
altruismo -la defensa de la democracia- no tiene la menor credibilidad.
Washington utiliza la guerra como medio de imponer su hegemonía a escala
planetaria. Para ello ha establecido un férreo cerco militar, instrumentado por
la OTAN, que aprieta como un dogal sobre el cuello de Rusia, potencial aliado
de China.
La escalada de
provocaciones ha situado a la corrupta oligarquía rusa, contestada
internamente, ante un grave dilema. Lamentablemente, el presidente Vladimir
Putin ha elegido el camino equivocado. Su intervención militar directa en el
conflicto civil originado en 2014 tras el golpe del Maidán, bajo análogos
pretextos que la corrupta oligarquía occidental, ha desembocado finalmente en
la Guerra de Ucrania.
Un primer paso
de la estrategia puesta en práctica por los USA, en competencia global con la
República Popular China, está consistiendo en la utilización de Ucrania como
ariete contra Rusia a fin de fragmentarla y, de ese modo, alcanzar el control
sobre sus recursos -minerales, gas y petróleo- primordiales para su supremacía
tecnológica.
Determinados
minerales estratégicos son esenciales para la industria moderna, en particular
para la producción de materiales especiales y fabricación de armamento moderno.
China posee un tercio de las reservas mundiales de tierras raras y controla el
75 % de su producción, seguida de Brasil, Vietnam y Rusia. Por otra parte ha
superado a los USA en el desarrollo y producción de tecnología 5G para la
telefonía móvil. Mantiene a su vez un esfuerzo titánico para el desarrollo y
producción de microchips avanzados, a fin de asegurarse el autoabastecimiento
de estos dispositivos, base de la digitalización, que está impulsando
vertiginosamente la nueva revolución industrial y mediática.
El objetivo
inmediato de los USA es la erradicación definitiva de toda colaboración
existente entre los países de la Unión Europea y Rusia, asestando de paso un
serio golpe a la industria alemana, motor económico de la Unión. El sabotaje de
los gaseoductos imposibilita el suministro de gas ruso, imponiendo de este modo
Washington su gas licuado y su petróleo, procedentes del fracking, de
elevado precio, mediante transporte marítimo.
El rey Felipe
VI, jefe del Estado y de las Fuerzas Armadas, ha tomado descaradamente el
partido de la guerra, es decir el de la OTAN, dominada por los USA, de la que
es un ferviente fan, poniendo en grave riesgo la seguridad nacional.
Los USA sitúan
a nuestro país, por su posición geoestratégica, como primera línea de batalla
en su guerra contra la Federación de Rusia. Las provocadoras declaraciones del
Sr. Borrell y de la ministra de defensa Sra. Robles no dejan lugar a dudas.
Mientras tanto, la República Francesa pide contención en la escalada verbal.
Los pueblos
europeos -sobre todo los ucranianos y rusos, golpeados directamente por el
conflicto- se oponen a la guerra y abogan por una solución política al
desastre.
Las élites
políticas de Occidente, subordinadas a la supremacía de los USA, siguen
pretendiendo a toda costa una derrota humillante de Rusia. Algo difícil de
imaginar sin que se produzca una escalada sin freno, que desembocaría en la III
Guerra mundial, de la que España no saldría indemne.
Manuel Ruiz Robles es antiguo miembro de la Unión
Militar Democrática
No hay comentarios:
Publicar un comentario