La huella
del XX Congreso del PCCh
TERCERAINFORMACION /
26.10.2022
Acaba de culminar el evento partidario más importante del planeta: el muy significativo XX Congreso del Partido Comunista de China. ¿Cuáles son retos y objetivos del gigante asiático bajo el tercer mandato de Xi Jinping?
La
principal transcendencia del reciente XX Congreso del PCCh quizá resida en
haber establecido la firme voluntad militante de avanzar con total
determinación por la senda de la culminación de la modernización del país. Ese
proceso debe estar liderado por un partido bien armado ideológicamente y muy
cohesionado en torno a su “núcleo”: Xi Jinping.
Desde que el PCUS (1956) celebró aquel vigésimo
cónclave que dejó para la historia la condena del estalinismo e introdujo correcciones
más o menos significativas en el modelo soviético, hay una simbología asociada
a este número que, salvando las importantes distancias, tampoco en el caso del
PCCh ha fallado.
En efecto, hubo en este XX Congreso del PCCh una
lectura más acentuada de lo habitual respecto al estado de cosas en la China
inmediatamente anterior a 2012, cuando Xi asumió la jefatura del Partido. En
esa línea, las alusiones más precisas fueron para el modelo de desarrollo, no
solo agotado sino también “desequilibrado, descoordinado e insostenible”,
demandante de importantes cambios que se demoraron más de lo debido. Y también
para una corrupción que amenazaba con gangrenar el partido, quedando a merced
de los nuevos poderes emergentes. Si bien los correctivos introducidos por Hu Jintao (2002-2012) podrían
considerarse orientados en la dirección correcta (desde la formulación del
cambio del modelo de desarrollo a la sociedad armoniosa o los ocho honores y
deshonores), su debilidad, en virtud de la necesidad de primar el consenso,
alargaba las posibilidades del estancamiento, cimiento de una crisis que en la
URSS llevó al colapso sistémico.
Este XX Congreso del PCCh da carpetazo a esa
etapa de “vacilaciones” y reitera muy resueltamente la fidelidad a la misión
fundacional, en línea con el tono predominante en la conmemoración del primer
centenario del Partido (2021). En la línea política, el xiísmo, por tanto, gana más espacio y proyección de
forma que en los próximos años está llamado a ser la guía incontestable para
ese doble salto (2035, 2049) que debe explicitar la “plena revitalización de la
nación china”, en palabras de Xi. Y se hará sobre la base de un
modelo propio –que no pretende exportar- centrado en la profundización de las
variables conocidas.
Por otra parte, cabe significarse la insistencia
en que todo el proceso debe ser liderado por un partido fuertemente
cohesionado, con una militancia altamente virtuosa y comprometida tanto con los
valores éticos como con la voluntad de servicio a los intereses supremos del
país y, especialmente, confiada en la idoneidad del sistema. Dicho enfoque
descarta cualquier reforma política de signo liberal que explore posibilidades
de integración de la pluralidad que hubiera podido emerger en la sociedad como
consecuencia de las reformas económicas de los últimos cuarenta años. Solo así,
entiende el PCCh, se podrán encarar con posibilidades de éxito las enormes
tensiones y dificultades que están por venir, tanto en función de lo complejo
de la transición interna como de las
resistencias que algunos países en el exterior opondrán ante la pérdida de
poder que supondrá la definitiva emergencia de China.
“[El enfoque de Xi Jinping] descarta cualquier
reforma política de signo liberal”
Con la mirada fija en el cumplimiento del sueño
de la modernización, Xi Jinping ha
maximizado la presencia de sus fieles en los principales órganos dirigentes, es
decir, el Buró Político y su Comité Permanente. Y ha
desplazado sin contemplaciones a quienes pudieran simbolizar cierto
distanciamiento o reserva hacia sus planteamientos aunque compartan el mismo
objetivo final. Ello puede leerse en clave de fin de la dirección colegiada y
otros mecanismos singulares implementados por el denguismo, pero afectando
también a las dinámicas meritocráticas habituales que ceden relevancia a favor
de la lealtad. Por último, asegura una omnipresencia de Xi que va más allá del
culto expresado por la propaganda para impregnar todos los ámbitos del poder.
Su reto
inmediato es gestionar las dificultades de la economía china, en parte
provocadas por la pandemia de Covid-19 y sus efectos, y transformar en realidad
apreciable su mensaje de “prosperidad común”, llamado a redistribuir
más eficazmente la riqueza generada en las últimas décadas. La segunda economía
del mundo está en la posición 90 en el ranking del PIB per cápita….
El mundo
podrá contemplar una China mucho más decidida y empeñada en la consecución de
sus ambiciosos objetivos, incluida la reunificación con Taiwán. Con
unos países desarrollados atrapados en crisis diversas, el PCCh opone su firme
resolución para impulsar sus intereses nacionales por una senda propia. No
quiere esto decir que necesariamente implique recoger velas en el exterior pues
ese proceso, patrimonio principal del denguismo, no tiene vuelta atrás, pero cabe
esperar un incremento de las reservas y temores en los países liberales
centrales y una intensificación del dilema estratégico que tensiona la relación
bilateral con los Estados Unidos.
Fuente:
https://www.alai.info/la-huella-del-xx-congreso-del-pcch/
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