Operación
especial de Rusia cambió equilibrio de poder mundial (I)
Moscú (Prensa Latina) Resulta bastante natural que en casos como el de la operación militar especial llevada a cabo por Rusia en Ucrania para desmilitarizar y desnazificar esa sociedad haya polarizado las opiniones y se haya establecido una clara distinción entre partidarios y oponentes, e incluso, hasta de quienes adoptan una posición neutral. Esto es lugar común ante cualquier conflicto militar.
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septiembre 18, 2022
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Leoníd Vladímirovich Savin*, colaborador de Prensa
Latina
De la misma forma, a lo largo de la historia sobran
ejemplos de casos similares de confrontación en los que eventos armados
iniciados por pequeñas escaramuzas de lucha por el poder continuaron con una
escalada y se convirtieron en guerras prolongadas que terminaron con la derrota
de uno de los oponentes.
Un buen ejemplo lo anterior lo tenemos en la Guerra
del Peloponeso, cuando Esparta y Atenas lucharon entre sí por el dominio en la
región del Mediterráneo y cada una de las partes tuvo sus aliados y sus
compromisos, pero también hubo determinados sujetos que se mantuvieron
neutrales. Cuando Persia decidió apoyar indirectamente a Esparta, Atenas se vio
condenada al fracaso.
Obviamente, Estados Unidos de la misma manera quiso
acumular una similar masa crítica, solo que no le funcionó y ahora las agujas
de la balanza se han inclinado en la dirección opuesta por el caso de Ucrania.
En 2014, luego de la reincorporación de Crimea a
Rusia, se produjo una notable división en la escena política mundial entre
aquellos que se oponían abiertamente a Moscú y los que intentaron mantener
relaciones amistosas con Rusia, pero después del 24 febrero 2022, la
polarización de la apreciación de las decisiones de los líderes rusos se hizo
muy aguda, enconada y motivada políticamente. Sin embargo, en la mayoría de los
casos de condena a Rusia, se debió a las brutales presiones de Estados Unidos y
la Unión Europea sobre determinados países y no a su propia posición.
Lo anterior se pudo apreciar en una reciente votación en el seno de la ONU, cuando el número de países que asumieron una posición de condena a Moscú se redujo casi tres veces, de 141 a 54, lo que es una cifra bien elocuente. Entre los que se negaron a condenar a Rusia se encuentran países tan importantes geopolíticamente hablando como Argentina, Brasil, Arabia Saudita, Egipto, Malasia, Tailandia, Filipinas, Emiratos Árabes Unidos, Indonesia, Myanmar y México, varios de ellos otrora aliados de Washington.
Éste no deja de ser un indicador del fracaso del
Occidente colectivo de crear un frente antirruso, que Estados Unidos y la OTAN
intentaron armar a toda costa. Aunque muchos Estados, principalmente de los
países miembros de la UE y la OTAN, todavía mantienen una posición rusófoba
activa y en “apoyo” a Ucrania.
En ese caso, y según la revista Forbes, los veinte
países que más apoyan a Ucrania son Estados Unidos, Gran Bretaña, Alemania,
Polonia, Letonia, Lituania, Estonia, Eslovaquia, República Checa, Bulgaria,
Rumania, Eslovenia, Portugal, Italia, España, Francia, Canadá, Países Bajos,
Dinamarca y Noruega.
Sin embargo, se impone destacar con justificado
énfasis, el hecho de que sigue siendo el Occidente colectivo, y solo él, quien
se aferra a estas posiciones, aunque también es bueno consignar que en algunos
de estos países esta posición se debe a la sumisión de un gobierno títere,
abyecto y supeditado a los dictados de Washington y Bruselas, y no al
sentimiento de sus pueblos.
Es muy poco probable que el Occidente colectivo,
especialmente los países miembros de la OTAN, cambien su política actual en
contra de Rusia, a menos que se vean obligados a hacerlo por circunstancias
extraordinarias (la crisis energética puede ser una de ellas), o por un cambio
de régimen político en el que el nuevo gobierno abandone el viejo curso. Sin
embargo, incluso dentro de la OTAN y la UE hay políticos bastante coherentes.
Viktor Orban, premier de Hungría, es un caso asaz evidente.
El cambio en la actitud hacia la operación militar
especial rusa también podría estar determinado por un estudio más detallado del
problema, en un escenario donde los líderes de muchos de estos países asumieran
abiertamente que las acciones de Rusia fueron causadas por las provocaciones de
Estados Unidos y la OTAN, la reticencia de Washington a sentarse a la mesa de
negociaciones y la continuación de una política agresiva contra Rusia.
El trasfondo histórico que subyace como precedente nos
conduce inevitablemente a hechos como la agresión de la OTAN contra Yugoslavia
y Libia, así como a las falsas promesas hechas e incumplidas por el liderazgo
de los países occidentales de no expandir la OTAN hacia el Este. Y esto
desacredita una vez más a la OTAN, a los Estados Unidos y al Occidente en
general.
Es cierto que sistemáticamente los medios de comunicación
occidentales se han dado a la tarea de alimentar un irracional odio hacia
Rusia. La publicística de esos países se ha afanado tratando de argumentar con
estadísticas el carácter de agresor de Moscú en la operación en Ucrania. The
Economist, el 4 de abril de 2022 publicó un artículo que incluyó una infografía
en la que se reflejaban los países que condenaron las acciones de Rusia y quién
no lo hizo. Para ese momento, ya había diez países menos en la lista de los que
habían adoptado una posición antirrusa. Al mismo tiempo, se puede apreciar que
los que están en oposición a Rusia incluyen solo el 36 por ciento de la
población mundial, mientras que alrededor de dos tercios apoyan a Rusia o
asumen una posición neutral.
Lo más interesante es que muchos Estados, de los que
mantienen una postura oficialmente neutral, han comenzado a relacionarse más
activamente con Rusia en la esfera del intercambio económico. La India, por
ejemplo, ha incrementado considerablemente la compra de hidrocarburos y otros
productos derivados del petróleo en Rusia debido a la disminución de los
precios. Irán, a su vez, ha intensificado la cooperación en una serie de áreas,
desde el comercio y los proyectos de infraestructura hasta la cooperación
técnico-militar y la entrada de empresas rusas en el sector del petróleo y el
gas del país persa.
Lo anterior indica que varios estados que asumieron
expresamente una posición neutral en realidad están del lado de Moscú.
Simplemente votaron así en la ONU para no quedar sujetos a las presiones de
Occidente, indicando que no tenían nada que ver con la crisis en Ucrania y no
querían interferir en los asuntos internos de otros Estados. Entre estos hay
importantes actores como Brasil y Pakistán, también las repúblicas de Asia
Central, Mali y la República Centroafricana.
Por su parte Serbia, aunque votó por primera vez en la
ONU contra Rusia, su presidente, Aleksandar Vucic, explicó la razón, debido a
las presiones de la UE y Estados Unidos, y agregó que Serbia y Rusia mantienen
relaciones amistosas, así como que Belgrado no tiene la intención de unirse a
las sanciones antirrusas, decisión que sigue vigente.
Sudáfrica inicialmente se puso del lado de Occidente e
incluso instó a Rusia a “retirar sus tropas y respetar la soberanía e
integridad territorial de Ucrania”. Pero poco después, el presidente Ramaphosa,
retiró su declaración.
Es significativo que últimamente la publicación de ese
tipo de estadísticas ha ido desapareciendo en los medios occidentales, dado que
el aumento del apoyo a Rusia debe explicarse y comentarse de alguna manera,
pero no lo quieren hacer, como tampoco admitir que Occidente no tiene la fuerza
y la capacidad de obligar a otros países a votar en contra de Moscú o unirse a
las sanciones, es decir, reconocer que la mayoría de los Estados del mundo no
está de acuerdo con tal política y que el mundo es diferente.
El liderazgo hegemónico estadounidense ha desaparecido, y Washington no tiene una fuerza real, ni siquiera un poder simbólico del que sustentarse; la huida de Afganistán ilustró perfectamente este hecho, a pesar de que Estados Unidos permanece en el primer lugar en el mundo en términos de gastos militares.
Sin embargo, incluso entre los Estados que condenaron
las acciones de Rusia, hay políticos pragmáticos que no quisieron empeorar las
relaciones con Moscú y se limitaron a tibias declaraciones formales. Además del
mencionado Viktor Orban, la entrada de otro aliado importante de Washington
como Corea del Sur en el acuerdo para construir una planta de energía nuclear en
Egipto ilustra lo anterior. El proyecto está a cargo de la compañía rusa
Rosatom. Korea Hydro & Nuclear Power Co., de Corea del Sur, que recibió un
contrato por un valor de dos mil 250 millones de dólares para realizar parte de
la infraestructura (excepto los recintos para los reactores).
Por si fuera poco, incluso en Estados Unidos no todos
apoyan la política antirrusa de la administración de Biden. Resulta bien
significativo que muchos veteranos de las fuerzas armadas y de la comunidad de
inteligencia critican a la Casa Blanca y se desmarcan de la falsa propaganda de
los medios estadounidenses.
Cabe señalar que Bielorrusia, Cuba, Siria, Venezuela,
Myanmar, Nicaragua, Corea del Norte y Eritrea apoyaron desde el principio las
acciones de Rusia. También lo hacen la República Popular de Donetsk, la
República Popular de Lugansk, Osetia del Sur y Abjasia, lo que podría estar
indicando la formación de algún tipo de eje de resistencia a la hegemonía
global de Occidente, que incluiría también a otros países como Irán y China.
A lo anterior podemos sumar no solo las relaciones
entre los propios países, es decir, las relaciones que se articulan como
vínculos de amistad entre estos Estados, sino también las que se establecen con
otros actores no estatales de las relaciones internacionales, casi siempre, en
forma de redes.
Esta red de comunicaciones crea un buen potencial para
llevar a cabo la diplomacia Pro-rusa y anti-occidental a través de segundos
países. El cambio de liderazgo político en los Estados hostiles también estaría
abriendo nuevas ventanas de oportunidad. Por ejemplo, en Colombia, donde por
primera vez un representante de las fuerzas de izquierda se convirtió en
presidente y restableció inmediatamente las relaciones diplomáticas con
Venezuela. Obviamente, bajo el mandato de Gustavo Petro, la posición sobre la
cooperación con Washington y/o con Moscú cambiará radicalmente. No es casual
entonces, que su victoria ya ha causado preocupación en el Departamento de
Estado de Estados Unidos. (Continuará…)
*Doctor en Ciencias Políticas
rmh/lvs
(Tomado de Firmas Selectas)
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