Enero ha sido el mes con mayor número de civiles muertos
desde que empezó la guerra de Yemen en 2015. Una guerra que se ha convertido en
la gran vergüenza del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
La guerra de Yemen y la complicidad de la comunidad
internacional
El Viejo Topo
3 febrero, 2022
Enero ha sido
el mes con mayor número de civiles muertos desde que empezó la guerra de Yemen
en 2015. Una guerra que después de siete años ha perdido su sentido político si
alguna vez lo tuvo más allá de alimentar las cuentas de los fabricantes de
armas y servir a la ambición personal de los príncipes herederos Mohammed bin
Salman y Mohammed bin Zayed.
La semana
pasada aviones de Arabia Saudí bombardearon con bombas guiadas de precisión
entregadas por Estados Unidos un centro de detención temporal en Saada al norte
de Yemen. Murieron 91 detenidos y 190 resultaron heridos, entre ellos mujeres y
niños, la mayoría migrantes del Cuerno de África arrestados en su paso hacia
Arabia Saudí. El mismo día aviones saudíes atacaron el centro de comunicaciones
de Hodeidah, matando según Save the Children a tres niños que jugaban a fútbol
en las inmediaciones, dejando a Yemen sin internet durante 4 días. En las
siguientes 24 horas hubo 50 incursiones aéreas contra infraestructuras y
barrios civiles en Sanaa y Taiz en las que murieron decenas de personas.
Era la
respuesta de la coalición, liderada por Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos y
en la que participan Estados Unidos y Gran Bretaña, al ataque con misiles y
drones del gobierno de facto de Sanaa contra instalaciones petroleras cercanas
al aeropuerto de Abu Dhabi que había causado la muerte de tres trabajadores.
El día de la
masacre de Saada el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas mientras
condenaba como “crimen atroz” el ataque a la riqueza petrolera emiratí se
limitaba a “condenar” en letra pequeña la masacre de seres humanos en Saada.
Ahmed Mahat, responsable de Médicos sin Fronteras, la había calificado de
“horrorífico acto de violencia”. Noruega preside el Consejo de Seguridad este
mes. Un ataque vergonzoso dirigido contra los más vulnerables entre los
vulnerables, migrantes buscando dejar atrás la pobreza, esta vez muriendo no
ahogados sino asesinados por los aviones del país rico a donde se dirigían.
La guerra de
Yemen se ha convertido en la gran vergüenza del Consejo de Seguridad de las
Naciones Unidas. En vez de actuar como un mediador en un conflicto etiquetado
por Naciones Unidas como “la mayor catástrofe humanitaria de los últimos años”
ha tomado partido por una parte. Los cinco miembros permanentes del Consejo de
Seguridad apoyan interesadamente a la parte con quien se puede hacer negocios
de armas o tratos petroleros lucrativos, olvidándose de sus obligaciones con el
país más pobre de Oriente Medio.
Yemen sufre un
bloqueo de gasolina, comida y medicinas impuesto por la coalición que está
condenando a los yemenís al hambre y la muerte por enfermedades curables. El
Programa de Alimentación Mundial ha advertido que más de cinco millones están a
las puertas del hambre y otros 50 mil viven en condiciones de hambre.
Hay que
recordar que cuando empezó la guerra Yemen no era una amenaza para nadie. No
había atacado a ningún país vecino o de la región. El gobierno de facto de los
huzíes en Sanaa era enemigo de al-Qaida e ISIS. La crisis yemení era un asunto
interno en un país que llevaba diez años en conmoción política y que estaba en
proceso de encontrar por sí mismo una salida negociada a la crisis. La guerra
abortó el proceso porque los saudíes consideran a Yemen su patio trasero y no
querían perder su influencia. Los emiratos decidieron sacar partido de la
situación; tienen intereses en las costas de Yemen, y se sumaron a la
coalición.
Cuando Mohamed
bin Salman y Mohammed bin Zayed se reunieron en Washington con el Presidente
Obama a principios del 2015 para ultimar los detalles de la agresión a Yemen,
Obama aseguró la venta billonaria de armas de Estados Unidos durante el
conflicto. Los cabilderos armamentistas eran muy poderosos en su
administración, como lo son ahora en la de Biden. Pero no ha sido Estados
Unidos el único país del Consejo de Seguridad que ha vendido contratos
armamentistas millonarios a Ryad y Abu Dhabi, lo mismo han hecho Gran Bretaña,
Francia y China. Vieron la guerra como una oportunidad de sacar dinero fácil.
Lo mismo están haciendo el gobierno de España y la Casa Real con sus negocios
de armas.
El dinero saudí
garantiza también su impunidad. Sus militares pueden cometer los más horrendos
crímenes de guerra, que nada les ocurre. Hicieron saltar por los aires con un
misil estadounidense un autobús lleno de niños en un viaje escolar,
bombardearon un masivo funeral en un tanatorio de Sanaa, atacaron mercados en
hora punta, bombardearon bodas, hospitales, depuradoras, escuelas, fábricas,
etc., etc., hasta un centro detención con los más vulnerables de los
vulnerables. Saben que el sistema está tan podrido que todo está permitido si
se paga.
En 2016 Ban
Ki-moon, entonces secretario general de Naciones Unidas, reconoció públicamente
que se vio obligado –los saudíes y emiratos amenazaron con reducir sus
contribuciones– a retirar a Arabia Saudí de una lista que la ONU elaboraba
anualmente con los países que matan y mutilan niños en el campo de batalla. El
informe anual de aquel año, “Los niños y los conflictos armados», había
relatado que la coalición liderada por Arabia Saudí había sido responsable de
la mayoría de las muertes de niños en Yemen el año anterior. El nombre de
Arabia Saudí estuvo en la lista cuatro días.
En octubre del
2021 el Consejo de las Naciones Unidas, que cuida de los derechos humanos,
disolvió la única organización independiente que existía para investigar serias
violaciones y abusos de la ley internacional en Yemen dando una carta en blanco
a los perpetradores. Los crímenes de guerra dejaban de ser investigados garantizando
la impunidad de los criminales.
La escalada del
conflicto se debe a que Emiratos Árabes Unidos ha vuelto a involucrase
directamente en la guerra. Su intervención había quedado restringida desde
hacía dos años al Sur, donde apoya en Aden a un movimiento independentista para
asegurar sus intereses. Posiblemente los avances de los huzíes en Marib y
Shabaw durante estos últimos meses le han obligado a intervenir. Las dos
provincias tienen campos de gas y petróleo. Trasladó sus divisiones bien
armadas y equipadas del sur de Hodeidah a Shabwa, desde donde empezó una
ofensiva por retomar el territorio perdido por la coalición en los últimos
meses. Es difícil saber lo que está ocurriendo, pero es posible que hayan
recuperado territorio a los huzíes. Fuentes en Sanaa dicen que “el frente de
guerra está más activo que nunca¨. Puede que solo quieran ganar tiempo en una
guerra que la mayoría de los analistas dicen que está perdida por la coalición,
o al menos que no pueden ganar. Lo que es seguro es que las negociaciones para
un alto el fuego sigan estancadas abriendo más incertidumbre en un mundo
convulsionado sobre el catastrófico futuro humanitario que se vislumbra en el
horizonte.
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