¿Por qué las empresas de comunicación guardan un silencio cómplice de lo que ocurre en Yemen, como ocultaban lo que pasaba realmente en Afganistán?
¿Por qué continúa la guerra de Yemen a pesar que está
perdiendo su sentido político y millones pueden morir de hambre?
El Viejo Topo
30 septiembre, 2021
Es difícil
saber qué pasa en la batalla de Marib, la información manipulada es un
arma de guerra; pero la toma del distrito de Rahabah anuncia que los
huzíes pueden estar cerca de tomar la ciudad. Cuando lo hagan la guerra dejara
de tener sentido político.
La Resolución
2216 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, aprobada en abril de
2015, un mes después de iniciarse la guerra, exigía a los huzíes entregar las
armas pesadas y permitir al Presidente Hadi regresar a Sanaa como Presidente.
Pero después de seis años de guerra los huzíes no solo siguen manteniendo el
poder en la capital, lo han asegurado hasta tal punto que parece imposible el
regreso de Hadi.
Una
contraofensiva en varios frentes lanzada por la coalición para revertir
el avance de los huzíes de los dos últimos años ha fracasado. Los huzíes habían
conquistado Rahabah el año pasado. El gobierno de Hadi lo había recuperado
hacía unos meses, pero de nuevo los huzíes lo han recuperado. Lo mismo ha
ocurrido en al-Bayda, en donde los saudíes habían reclutado a militantes de al
Qaeda para ayudar en la contraofensiva y en Taiz y Hajjah. Los huzíes no
solo han logrado parar la contraofensiva de la coalición sino que han ganado
más territorio del que tenían.
Aunque la
mayoría de los estrategas militares ven imposible que el gobierno del
Presidente Hadi sea capaz de revertir el curso de la guerra si pierden Marib,
la derrota de Estados Unidos en Afganistán abre nuevas incertidumbres. Estados
Unidos y Gran Bretaña, implicados en la guerra desde el principio, podían estar
tentados a alargarla con respiración artificial para evitar la percepción
de una caída en cadena de su dominación en Oriente Medio. Pero ¿cómo
justificar ante la opinión pública la prolongación de una guerra perdida –la
razón de salir de Afganistán– que además está creando la mayor catástrofe
humanitaria de las últimas décadas?
Mucho de lo que
está ocurriendo en Yemen tiene ecos afganos. Las “batallas” de Hadi no tienen
estrategia, ni futuro. Parecen diseñadas para la propaganda. Crear una imagen
que como en Afganistán pueda justificar el gasto militar en una guerra que no
se puede ganar. No es que engañen a los gobiernos de Occidente, tampoco les
engañaban en Afganistán, se hacen los tontos para justificar la cultura
militarista, sus ventas de armas y las lucrativas comisiones para políticos y
cabildeos que las acompañan. La historia vergonzosa de Juan Carlos I entraría
en esta categoría. Por eso las empresas de comunicación guardan un silencio
cómplice de lo que ocurre en Yemen, como ocultaban lo que pasaba realmente en
Afganistán. Sería injustificable ante la opinión pública que nuestros
gobernantes estuviesen vendiendo armas sabiendo que su única propuesta es hacer
rentables sus inversiones en bolsa a costa de la muerte de civiles, incluidos
niños, por hambre, en una guerra que ha perdido su sentido.
La catástrofe
humanitaria sigue imparable. David Beasley, el jefe del PMA, ha dicho
recientemente que “16 millones de yemeníes están marchando hacia la muerte de
hambre”. La guerra (una media de diez bombardeos diarios desde que empezó en
2015) ha puesto al país más pobre de Arabia al borde de la hambruna y el
colapso económico. La mayoría de las escuelas, las depuradoras, las fábricas,
los hospitales… están cerrados o destrozados. Según Naciones Unidas 18.000
civiles han muerto a causa de la guerra. Un niño muere cada 10 minutos por
causas evitables. Hay 8 millones de desplazados y cientos de miles de
refugiados. 20 millones de personas de una población cercana a 30 millones
viven día a día de la ayuda humanitaria. La caída no negociada de Marib echaría
más leña al desastre humanitario. Oxfam estima en 850 mil los desplazados que
viven en campos alrededor de la ciudad de Marib y nadie está seguro de qué
sería de ellos si no llega la asistencia humanitaria.
Biden anunció
cuando presentó sus objetivos de política exterior que uno de ellos era acabar
la guerra de Yemen. Incluso nombró a Tim Lenderking, un antiguo embajador en
Arabia, envíado especial para promover un acuerdo de paz. Pero han pasado casi
seis meses y no ha habido un progreso sustancial. El príncipe heredero saudí
Mohammed Bin Salman vinculó desde el principio el éxito de la guerra a su
acceso al trono. Necesitaba tener algo en sus alforjas vacías que pudiera
presentar a la familia real. Ahora, en plena derrota, Bin Salman está
atrapado en su propia trampa. Le conviene dilatar las negociaciones y en todo
caso dificultarlas para presentar su fracaso como si fuera una victoria.
Hasta ahora el
Presidente Biden no ha dado a Mohammed Bin Salman un cheque en blanco
como hacía Trump, pero ha seguido ayudándole en la guerra. Si la guerra no
termina pronto la credibilidad de Biden se hundirá más de lo que está por la
crisis de Afganistán.
Al-Jazeera ha
informado que Estados Unidos ha comenzado a sacar los misiles Patriot que
protegen la base aérea Príncipe Sultán a las afueras de Ryad. Los huzíes vienen
atacando con drones y misiles instalaciones militares y petroleras saudíes. Un
movimiento que puede ser interpretado como un mensaje a Ryad para que
busque una salida negociada a la guerra, pero se necesita algo más para
presionarlo. Sin la ayuda estadounidense los saudíes no podrían hacer volar sus
aviones de guerra, al menos con la intensidad con que lo hacen.
Los huzíes con
sus éxitos militares están ganando lo que las resoluciones de las Naciones
Unidas se niegan a reconocer. El movimiento huzíe es una fuerza política popular
presente en la sociedad yemení desde hace siglos, no son unos peones iraníes
como acostumbran a presentarles las empresas de comunicación. La mayoría de los
yemeníes apoyan a su gobierno, o por lo menos lo apoyan más que al de Hadi, y
cualquier proyecto de futuro es irrealizable sin contar con ellos.
Los huzíes han
puesto como condición para empezar negociaciones formales acabar con el
bloqueo saudí (los saudíes usan el hambre como arma de guerra) y abrir el
aeropuerto de Sanaa. Una exigencia que debía ser apoyada por la comunidad
internacional, que asegura estar comprometida con los derechos humanos. Es
inaceptable que barcos militares y aviones de guerra vendidos sin otra
finalidad que hacer negocio impidan que llegue comida, medicinas o gasolina cuando
mueren diariamente 144 niños por causas curables.
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