martes, 10 de agosto de 2021

Galileo y los negacionistas de la ciencia. [Y que la cosa se sigue moviendo, oiga: hoy estamos peor que en 2007 pero menos “peor” que en 2022 si la cosa sigue como va. Así que, espabila Galileo porque como no espabiles los trabajadores tenemos el porvenir más negro que un vendedor de carbón y más cortito que las mangas de un chaleco]

 

Ante el peligro actual del negacionismo científico, vale la pena conocer el método con el que Galileo dio con la verdad. Un método basado en la experimentación y el examen racional, más poderoso que la retórica religiosa y seudocientífica.

Galileo y los negacionistas de la ciencia


Mario Livio

El Viejo Topo

10 agosto, 2021 


Seguramente debido a que yo mismo soy un astrofísico, siempre he sentido una gran fascinación por Galileo. Al fin y al cabo, Galileo no es solo el fundador de la astronomía y la astrofísica modernas, la persona que convirtió una profesión muy antigua en una ventana a los secretos más profundos y a las maravillas más impresionantes del universo, sino también un símbolo de la lucha por la libertad intelectual.

Disponiendo de un modo sencillo unas lentes fijas en los dos extremos de un cilindro hueco, Galileo consiguió revolucionar nuestra forma de comprender el cosmos y el lugar que ocupamos en el universo. Y avanzando la cinta a toda velocidad hasta cuatro siglos más tarde, encontramos a uno de los tataranietos del telescopio de Galileo: el telescopio espacial Hubble.

Durante las décadas en que trabajé como científico con el Hubble (hasta el año 2015), me preguntaron a menudo qué era en mi opinión lo que confería al telescopio Hubble su estatus icónico como uno de los proyectos más característicos de la historia científica. Yo he identificado al menos seis motivos importantes de la popularidad de que goza el Hubble. Sin ningún orden en particular, son estos:

  • Las increíbles imágenes producidas por el telescopio espacial, descritas por un periodista como “la Capilla Sixtina de la era científica.”
  • Los descubrimientos científicos a los que el Hubble ha contribuido de manera significativa, y que van desde la determinación de la composición de las atmósferas de los planetas extrasolares, al asombroso descubrimiento de que la expansión cósmica está acelerando.
  • El dramatismo asociado con el telescopio. La transformación de lo que inicialmente se consideró un fracaso desastroso –pocas semanas después de su lanzamiento se detectó un defecto en el espejo del telescopio– en un éxito espectacular.
  • La inventiva y la destreza de científicos e ingenieros, que combinadas con el coraje de los astronautas, han hecho posible superar los increíbles retos tecnológicos que representan la necesidad de reparar y actualizar el telescopio a varios centenares de kilómetros por encima de la Tierra.
  • La longevidad del telescopio, que fue lanzado al espacio el año 1990 y que treinta años después sigue estando perfectamente operativo.
  • Un programa de diseminación de la información de una efectividad extraordinaria que hace llegar las observaciones del telescopio a los científicos, a la opinión pública y a los educadores de una forma eficiente, atractiva y fácilmente accesible.

Curiosamente, al examinar con detalle la vida y la obra de Galileo, me di cuenta de que acudían a mi mente las mismas palabras clave que cuando pensaba en el Hubble: imágenes, descubrimientos, dramatismo, inventiva, coraje, longevidad y diseminación.

En primer lugar, Galileo creó unas imágenes impresionantes a partir de sus observaciones de la superficie lunar. En segundo lugar, si bien sus espectaculares descubrimientos acerca del sistema solar y de la Vía Láctea no demostraron de manera concluyente que el mundo era copernicano y que la Tierra giraba en torno al Sol, sí destruyeron la estabilidad del universo geocéntrico ptolemaico.

Finalmente, el dramatismo característico de la vida de Galileo, el brillante ingenio e inventiva de que hizo gala en sus experimentos de mecánica, el coraje que demostró defendiendo sus puntos de vista, su enorme éxito divulgando sus descubrimientos y haciéndolos accesibles, y el hecho de que sus ideas se convirtieron en la base sobre la que se ha erigido la ciencia moderna, son las principales características que hacen de Galileo una historia inmortal.

Es posible que el lector se pregunte por qué me he sentido absolutamente impelido a escribir otro libro sobre Galileo siendo así que ya existen unas cuantas excelentes biografías y análisis de su obra. Fueron tres las razones que motivaron mi decisión. De entrada, me percaté de que muy pocas de las más conocidas biografías habían sido escritas por un investigador astrónomo o astrofísico. Creo –o en todo caso confío– que alguien activamente comprometido con la investigación astrofísica puede aportar una nueva perspectiva y unas cuantas ideas frescas incluso en este campo aparentemente sobrecargado. En particular, con este libro he intentado situar los descubrimientos de Galileo en el contexto del conocimiento, las ideas y la actual coyuntura intelectual.

En segundo y más importante lugar, estoy convencido de que los lectores actuales se quedarán sorprendidos al descubrir lo relevante que es en la actualidad la historia de Galileo. En un mundo en el que algunos gobernantes alardean de actitudes anticientíficas y en el que hay negacionistas de la ciencia que ocupan puestos clave, en el que se producen conflictos innecesarios entre la ciencia y la religión, y en el que existe la percepción de un gran cisma entre las ciencias y las humanidades, relatar la historia de Galileo constituye, ante todo, un poderoso recordatorio de la importancia que tiene la libertad de pensamiento. Y al mismo tiempo, la compleja personalidad del propio Galileo, basada como está en la Italia florentina de finales del Renacimiento, proporciona un ejemplo perfecto del hecho de que todos los logros de la mente humana forman parte de una sola cultura.

Finalmente, muchas de las mejores y más eruditas biografías existentes incluyen partes que son más bien abstrusas o excesivamente detalladas incluso para los lectores cultos pero no especializados. Mi objetivo ha sido proporcionar un relato minucioso pero relativamente breve y accesible de la vida y la obra de este hombre fascinante. En cierto modo, estoy siguiendo humildemente las huellas del propio Galileo. Él insistió en publicar muchos de sus descubrimientos científicos en italiano (y no en latín) para que de ellos se beneficiara no solo una pequeña élite, sino todas las personas cultas. Confío haber hecho lo mismo por lo que respecta a la divulgación de la historia de Galileo y del mensaje vitalmente importante que lleva implícito.

Prefacio del libro de Mario Livio Galileo y los negacionistas de la ciencia.

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