domingo, 9 de agosto de 2020

La mentira permanente y la distorsión y falsificación de los hechos valen un valer para favorecer a los grupos capitalistas minoritarios a costa de intensificar y extender el empeoramiento de las condiciones de vida de la inmensa mayoría de la población, que son los trabajadores, a lo que contribuye como caso normal y no excepcional José Aguilar del Diario de Sevilla, que tampoco es manco este Diario en la promoción de la alteración social para la violencia que está bastante más cerca de lo que se pueda imaginar. Eso sí, para los intelectuales que pasan por ser de izquierdas, es como si la cosa no fuera con ellos. Parece como si la cosa fuera de dos de palique, una de calamares y tres o cuatro cervezas en la barra de un bar, y una maní ante el gobierno Civil, pero que tampoco sea muy larga, no sea que se nos joda el riñón, el derecho, que el riñón izquierdo está bien sujeto, Pues claro que la constitución de 1978 no es franquista, señor José Aguilar, pero tampoco es del "probe Migué" que hace mucho tiempo que no sale, ni mira para un lado y otro, ni estudia, ni trabaja ni ná de ná. La Constitución será en todo caso un texto legal que nadie cumple en su integridad, incluso ni usted, porque no hay ningún precepto constitucional que ampare la mentira, el insulto o la descalificación, cosa que usted utiliza magistralmente para embestir contra quien no piense como usted . Tampoco ampara la corrupción ni el soborno de empresarios a políticos, ni siquiera menciona los discos duros del ordenador del PP, las cosas como son. Ser imbécil seguramente será un don divino, porque también del imbécil es el Reino de Dios, pero nada ni nadie (Ni siquiera Pablo Iglesias, ¡que ya es decir¡) le fuerza a demostrar que lo sea, defendiendo que Juan Carlos I no está procesado. Si eso, salvo otro imbécil, no lo dice nadie. Don Juan Carlos I por h, b, j, q o z (Vea, señor, y tome ejemplo, no he mencionado a Corinna ni una sola vez) está en paradero desconocido, excepto para quienes le han preparado el paradero.Nada más, hombre. ¿Pero quién podría poner en duda el saco de virtudes, castidad y fidelidad conyugal incluidas, como buen cristiano, fiel cumplidor de los mandamientos de Dios, que posee don Juan Carlos I.? Sabiendo lo que se sabe, eso no lo podría poner en duda nadie que esté en sus cabales. Se le podrían enjuiciar civilmente para pedirles responsabilidades, a él y a la Reina Sofia, mancomunadamente, por al disminución al patrimonio nacional que hicieron cuando se liaron realmente a lanzarse a la cabeza (o donde dieran) los cacharros de la cocina, porque a mi que no me jodan, en esa lance conyugal, algún plato tuvieron que romper, porque las cejas y las narices no se amoratan ni se hinchan por sí solas, pero ahora esto lo dejamos aparte, que no pretendo yo quitarle la razón en nada, sino muy al contrario: apoyarlo en todos sus razonamientos, según mi leal saber y entender y esto y lo otro, salvo, error ú omisión, que nadie está libre de pecado. Si como usted afirma, en lo que yo le apoyo hasta mi última gota de sangre (bien entendido que cuanto menos gota de sangre y mientras menos tonteemos con estas cosas mejor que mejor, que no está el horno para bollos), don Juan Carlos I se portó como un jabato y gato panza arriba cabreado juntos, en su lucha contra guardias civiles y militares en el 23 F, con lo que salvó a España, españoles, carros, bicicletas, caramelos, inmigrantes sin papeles, putas, en fin, a todo lo que había en España (Yo creo que Corinna no andaba por estos andurriales entonces y por tanto, se quedó sin salvación. Pero yo creo que Norma Duval si fue salvada), pues que lo siento mucho, José Aguilera, que en llegando a este punto usted ha de darme la razón, porque teniendo don Felipe VI, o si prefiere, por quitarle hierro al asunto o para andarnos más campechanamente, el VI de los borbones tirando por el camino de los Felipes, según se viene, ha sido el que le quitado la paga de jubilado a su propio padre (!Qué no le podrá quitar este pájaro a cualquier otro jubilado que no conozca!), renunciando además a la herencia que con tanto esfuerzo, trabajo honrado y sacrifico logró juntar como buen, ejemplar y virtuoso padre para que a sus queridos hijos no les faltara de nada, y esto lo hizo como diciéndole al padre: que ya no te ajunto, anda juera, maño, que traes una tufarrina que se jode la perra, dando lugar con ello al zipe zape que se ha organizado, poniendo en peligro de zozobra al sistema entero, por tanto, por mal hijo, desagradecido y chichiribaila, mu apreparau, cada cosa en su lugar, con su propio padre, al que hay que echar es a Felipe VI, puesto que Juan Carlos I ya no está, se volatilizó, se esfumó, o sea, que se las piró, se ha ido y nadie sabe como ha sido, ¿a que sí?, José Aguilar. Y déjese ya de hacer el ridículo, hombre, que ya es usted mayorcito, que para derribar a la monarquía no hace falta nadie, que se cae sola, ¿o esto tan poco lo ve, pero sí vigas en el ojo de Podemos y concomitantes?


Las mentiras de una campaña

Ni la Constitución de 1978 es franquista, ni una Monarquía es por fuerza antidemocrática ni Juan Carlos I está imputado

José Aguilar
Diario de Sevilla
09 Agosto, 2020

La campaña en marcha liderada por Pablo Iglesias, Quim Torra, Ada Colau y otros compañeros insurrectos toma la salida del Rey emérito decidida por el Rey en ejercicio como pretexto para cargarse la Monarquía, la Constitución y el sistema nacido en 1978. Tiene una base de origen sólida (la actuación del emérito ha sido impresentable) y un eslabón débil: se ha construido sobre varias mentiras.
La primera de todas, la más gorda, es la que niega que el régimen que tenemos sea auténticamente democrático, puesto que nació de un pacto con el franquismo. La Constitución de 1978 fue fruto, sí, de un pacto extraordinariamente positivo, que enterró la guerra civil, liberó a los presos políticos, dio autonomía a las nacionalidades y regiones y consagró más derechos políticos y sociales que la republicana de 1931. Si no hubiera democracia, sino neofranquismo ¿cómo iba a ser vicepresidente del Gobierno Pablo Iglesias? Otra mentira: si la forma de Estado es una institución tan anacrónica como la monarquía hereditaria, eso significa que no es auténticamente democrática (como si no existieran repúblicas autoritarias o si tres monarquías ricas como Suecia, Dinamarca y Noruega no estuvieran a la cabeza del mundo en calidad democrática).
Desmontemos más mentiras de la campaña. Juan Carlos I no ha huido de la Justicia. Sus cuentas opacas pueden ser constitutivas de delito, seguramente lo serán, pero de momento no está imputado. Su situación procesal es exactamente la misma que la de Pablo Iglesias (uno por Corinna, otro por Dina): la Fiscalía los investiga, pero nada más. Los dos son presuntamente inocentes. Si lo juzgan y condenan será a él, no a la Monarquía. Y más: Juan Carlos I fue impuesto por Franco, pero lo primero que hizo fue desmontar la dictadura tras renunciar a los poderes omnímodos que Franco le dio. No puede presumir de legitimidad de origen, pero sí de plena legitimidad democrática de ejercicio: fue el motor de la transición a la democracia, la salvó en su momento de mayor peligro (23-F) y ayudó decisivamente a colocar a España en Europa y el mundo.
Todas estas mentiras tienen un doble objetivo: ocultar la extrema debilidad de Unidas Podemos, fagocitada por la voracidad de Pedro Sánchez, y disputarle a éste el único caladero de votos de izquierda en el que aún hay margen de maniobra, el de las jóvenes generaciones más ignorantes y menos identificadas con los valores del pasado. O sea, la campaña es contra el PSOE.
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