La responsabilidad del riesgo de permitir el
predominio de la ultraderecha en el Ejército y las fuerzas policiales
- La ultraderecha se consolida en espacios parlamentarios y mediáticos, lo que sumado a su predominio en las Fuerzas Armadas, hace que España esté asumiendo un riesgo
- El PSOE, partido que gobierna en la actualidad y que ha gobernado durante 23 años, es uno de los máximos responsables de permitirlo
- Reformar y democratizar las Fuerzas Armadas es una obligación de todos los ciudadanos, pero especialmente de partidos políticos y los medios de comunicación
Cuartopoder.org
El viernes, 19 de junio de 2020
La ministra de Defensa, Margarita Robles, pronuncia
unas palabras durante su visita al Regimiento de Guerra Electronica en El
Pardo, Madrid. EFE/J.J. Guillén
Luis Gonzalo
Segura es exteniente del Ejército de Tierra y autor de los ensayos El libro
negro del Ejército español (2017), En la guarida de la
bestia (2019) y El ejército de Vox (2020)
Hoy hemos
sabido que el vídeo, publicado por La Marea, en el que un hombre dispara
en una galería de tiro contra dianas en las que aparecen Pedro Sánchez, Pablo
Iglesias, Pablo Echenique, Irene Montero y Fernando
Grande-Marlaska está protagonizado por un exmilitar. Un episodio más que
vuelve a demostrar que las Fuerzas Armadas españolas están integradas y
comandadas por ultraderechistas.
Vivimos tiempos
de crispación política y ascenso de la ultraderecha, cada día más consolidada, tanto
en espacios parlamentarios como mediáticos, lo que combinado con unas Fuerzas
Armadas y unas FCSE en las que predomina la ultraderecha, España está
asumiendo un riesgo enorme y las consecuencias pueden ser inasumibles en
muchos aspectos.
Sin duda, el
PSOE, partido que gobierna en la actualidad y que ha gobernado durante 23 años,
es uno de los máximos responsables de permitir que en las Fuerzas
Armadas y las FCSE predominen los ultraderechistas mientras los demócratas y
denunciantes son expulsados sin piedad. Incluso, en ocasiones, han sido los
propios ministros socialistas quienes han ascendido ultraderechistas y han
expulsado demócratas. Apunten los nombres de Pedro Sánchez, Fernando
Grande-Marlaska y Margarita Robles, por mencionar a los actuales.
No menos
responsables son los medios de comunicación que se autodenominan progresistas,
como El País, La Sexta, La Ser, Eldiario o Cuatro, muy especialmente los
periodistas más destacados de estos medios (Ferreras, Pastor, Bueno, Francino,
Barceló, Escolar…) por silenciar, ocultar o censurar la información
existente sobre el predominio de la ultraderecha en el seno de las Fuerzas
Armadas y las FCSE, impidiendo que la grave situación se eleve a debate público
y dejando desamparados a los demócratas y denunciantes de estas instituciones.
Por supuesto, resulta inevitable responsabilizar a los medios públicos, como
RTVE o Telemadrid, por no cumplir con su obligación de prestar servicio
público e informar a la ciudadanía sobre esta grave cuestión. Porque lo
cierto es que a día de hoy la crítica en cuanto a lo que sucede en las Fuerzas Armadas
españolas es marginal en la mayoría de España y solo tiene un espacio relevante
en Catalunya o Euskadi.
Ellos, juntos a
otros muchos (como los no nombrados o los políticos y medios conservadores y
ultras), pero ante todo ellos, serán responsables por complicidad, silencio
y/o inacción de cualquier episodio que sobrevenga desde el día de hoy
debido al predominio de la extrema derecha en las Fuerzas Armadas y FCSE,
porque ellos son conscientes o deben ser conscientes del peligro que genera que
militares y agentes policiales extremistas sean los portadores de las armas y
los depositarios del uso de la fuerza y porque con su inacción, silencio o
censura incumplen sus obligaciones de trabajar para la regeneración de estas
instituciones por el bien común de todos los ciudadanos.
Y es que este
nuevo episodio ultraderechista y violento en una galería de tiro, no es ni
mucho menos aislado. En las últimas semanas, hemos sido conocedores de la
ratificación de la expulsión del cabo Marco Antonio Santos Soto por parte de
Margarita Robles, actual ministra de Defensa, por firmar un manifiesto
democrático. Un episodio grotesco y kafkiano que se une a un interminable
listado de obscenidades protagonizadas por la cúpula militar de las Fuerzas
Armadas y las FCSE en las últimas décadas, desde la amenaza golpista del teniente general Mena en el año 2006 (con medio
centenar de cartas de adhesión incluidas) hasta el Manifiesto de los Mil de
2018 a favor de Franco, pasando por las reiteradas amenazas de intervención
militar en Catalunya, las actividades de la Fundación Nacional Francisco Franco
–muy relacionada con la milicia y dirigida por Juan Chicharro, exgeneral
que sirvió como ayudante de campo de Juan Carlos I–, la organización de
militares en redes sociales para intervenir en Catalunya en octubre de 2019 o
las múltiples relaciones de las Fuerzas Armadas y las FCSE con extremistas o
neonazis (como Joachim Fiebelkorn), así como los casos del
coronel ‘Tácito’, el coronel torturador Manuel Sánchez Corbí y su
compañero de aventuras, Diego Pérez de los Cobos, o el coronel
Rudolf. Casos, todos ellos, que han sido publicados con un perfil de baja
intensidad y jamás han gozado de la necesaria continuidad ni han sido
relacionados con problema estructural alguno dentro de las Fuerzas Armadas
o las FCSE, pues se prefiere vivir en la fabulación de que estas instituciones
han sido democratizadas, aun cuando todos los que las conocen mínimamente saben
que ello es completamente falso.
Pongamos, por
ejemplo, uno de los casos reseñados, el del coronel ‘Rudolf’, en el que coronel
Rodolfo Sanz Sánchez vendió una pistola en el año 2015 al jefe de
Falange, Manuel Andrino, y tenía en su casa un auténtico arsenal: 24
kilos de explosivos y 12.500 cartuchos. ‘Rudolf’ formaba parte de una
organización criminal en la que se integraba un subteniente del Ejército de
Tierra, Francisco Carreras, que estuvo durante nada más y nada menos que
25 años traficando ilegalmente con armas, las cuales vendía a empresarios y
policías. Los tres se encontraban, junto a muchos otros ultras, con motivo del
20-N. Sigamos tirando del hilo: el jefe de Falange, Manuel Andrino, fue
detenido por el asalto a la Centro Cultural Blanquerna de 2013, en la que
también participó Íñigo Pérez de Herrasti, cuñado Íñigo Méndez de Vigo y Pedro Morenés
Eulate, ambos ministros durante el Gobierno del Partido Popular, y que fue
detenido en el año 2000 y condenado a 14 años de prisión por intentar atentar
con armas y explosivos contra familiares de presos de ETA. Un sujeto al que el
Tribunal Constitucional suspendió en 2017 la pena de prisión impuesta por el
Tribunal Supremo por el asalto al Centro Cultural Blanquerna en 2013.
Un caso como el
del coronel ‘Rudolf’, que data de 2015, debería haber sido suficiente como para
que los medios de comunicación se escandalizaran y los políticos y los
servicios de inteligencia emprendieran una investigación sobre la
ultraderecha en las Fuerzas Armadas. No es una exageración, es lo que ha
sucedido en Alemania en el último lustro. De hecho, este asunto ha sido tratado
recientemente en El País y no existe ni una sola referencia al predominio de
las ideologías ultraderechistas en las Fuerzas Armadas y la Guardia Civil, es
como si no tuvieran relación alguna. Un caso aislado, ya saben.
Todos estos y
otros muchos más episodios, que se pueden encontrar en la hemeroteca o han sido
detallados tanto en El libro negro del Ejército español como
en El ejército de Vox, demuestran que las
Fuerzas Armadas españolas y las FCSE están comandadas y formadas de forma
mayoritaria por ultraderechistas, lo que constituye un serio peligro para la
seguridad de todos.
Dado que en
Alemania debemos responsabilizar a los políticos y periodistas, indistintamente
de sus posicionamientos políticos, de la constante y activa búsqueda y expulsión
de militares ultraderechistas (casi 300 en los últimos cinco años y 550 este
mismo enero de 2020), en España debemos hacer lo propio con todos los políticos
y periodistas españoles, así como los partidos políticos y medios de
comunicación, pero para señalarles como responsables, no ya de la búsqueda y
expulsión de los ultraderechistas, sino justamente de lo contrario: de su
protección y de la expulsión de los demócratas. Máxime en una situación de
creciente aumento de poder ultraderechista y crispación política y social, con
las consecuencias que ello pudiera deparar.
Por todo lo
anterior, ninguno de los señalados en estas líneas, explícita o implícitamente,
podrá alegar que nada sabía al respecto de cualquier episodio negro que pudiera
acontecer en el futuro. Bajo ningún concepto podrá catalogarse dicho suceso
como sobrevenido e imposible de prever, pues el riesgo que supone para toda la
sociedad permitir el predominio de la ultraderecha en las Fuerzas Armadas
españolas y las FCSE es a día de hoy evidente para cualquiera.
Porque la
realidad es que, tanto el Gobierno como los medios de comunicación
progresistas, están jugando con fuego y si bien es cierto que en las últimas
décadas no nos hemos quemado, aunque cerca hemos estado en varias ocasiones, no
lo es menos que podemos terminar ardiendo, cuando ello es absolutamente
innecesario, irresponsable, anacrónico y temerario. Reformar y democratizar las
Fuerzas Armadas y las FCSE es una obligación de todos los ciudadanos, pero muy
especialmente de los partidos políticos y los medios de comunicación. Y la
están incumpliendo.
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