Pablo
Iglesias: “El ‘New Deal’ es una expresión clara de lo que hay que hacer en esta
situación”
- El vicepresidente de Derechos Sociales y Agenda 2030 responde a la entrevista de cuartopoder
Cuarto poder
18.04.2020
Pablo
Iglesias, vicepresidente de Derechos Sociales y Agenda 2030. / María Artigas
El vicepresidente de Derechos Sociales y Agenda
2030 del Gobierno, Pablo Iglesias (Madrid, 1978), recibe a cuartopoder
en su despacho en el Ministerio, en el Paseo del Prado, antes de acudir este
viernes al comité técnico de gestión del coronavirus en Moncloa. La emergencia
sanitaria continúa con cifras elevadas de contagios y fallecidos por covid-19,
pero los ritmos se han ralentizado y el Gobierno, y la política en general, se
centra en cómo desarrollar la desescalada hacia una normalidad que tardará en
llegar y en cómo reconstruir económica y socialmente lo que la enfermedad ha
roto.
En un primer plano, están los acuerdos de
reconstrucción nacional que el Ejecutivo negocia con distintas fuerzas
políticas y agentes sociales. El lunes próximo, el presidente Pedro Sánchez se
reunirá con el jefe de la oposición, Pablo Casado, virtualmente. Mientras,
desde el Consejo de Ministros se siguen adoptando decisiones con el horizonte
puesto en disminuir el batacazo económico y en proteger a los sectores más
perjudicados por la crisis. El llamado "escudo social".
Iglesias, en esta entrevista, otorga un papel
fundamental a la Unión Europea y sus estados miembros en un momento
histórico en el que está en juego el futuro de la propia Unión. Apuesta por una
salida coordinada y solidaria. También por poner en el centro del nuevo modelo
económico que surja tras esta crisis a lo público, que el Estado tenga
capacidad de actuación política frente a los mercados especulativos.
- Sobre la gestión gubernamental de la crisis
sanitaria. Comparándolo con países del entorno, ¿a qué se debe el elevado
número de contagiados entre el personal sanitario en España? Hay un gran
descontento por esto entre los propios profesionales.
"Dotarse de respiradores para
las UCI o de EPI no puede depender de mercados especulativos"
- Hay una lección fundamental que debemos sacar de
esta crisis. Necesitamos reforzar la sanidad y, en particular, las condiciones
de trabajo de los profesionales sanitarios, desde el personal de limpieza hasta
médicas y enfermeros. Se ha dicho durante mucho tiempo que España tiene uno de
los mejores sistemas sanitarios del mundo, es verdad, pero no se puede olvidar
la enorme degradación y precarización a las que han sido sometidos los que
están en este momento jugándose la vida y la salud para protegernos a todos.
Debe ser un consenso transversal entre fuerzas políticas que el sistema público
de salud se tiene que reforzar con más medios y no permitir las condiciones de
precariedad y de menos protección de la necesaria a las que ha sido sometido
nuestro personal sanitario.
Al mismo tiempo, nuestro sistema económico, a la hora
de dotarse de respiradores para las UCI o de EPI (equipos de protección
individual) no puede depender de mercados especulativos, que han puesto a buena
parte de países de nuestro entorno en una situación muy difícil. La cuarta
economía de la zona euro tiene que tener capacidad de producir los EPI y los
respiradores que sean necesarios para las UCI.
- Otra de las cuestiones que no se entienden de esta
gestión sanitaria es la falta de pruebas. Llevan semanas anunciando que se van
a realizar decenas de miles de test que nunca llegan. La OMS hace bastante
tiempo que dijo que para controlar la epidemia hacían falta “pruebas, pruebas,
pruebas”.
"Para que nuestro país esté
mejor protegido en el futuro ante una nueva pandemia , tenemos que reforzar lo
público"
- Estamos frente al mismo problema. Nuestro país debe
tener autosuficiencia para fabricar los test y los dispositivos necesarios sin
tener que depender de unos mercados que, en estos momentos, todo el mundo ve
cómo funcionan. Tengo información de investigaciones en este sentido en nuestro
país, de colaboración público-privada entre pequeñas empresas y universidades,
que plantean técnicas innovadoras para que podamos tener nuestros propios test.
Esto, de nuevo, revela una lección fundamental para el futuro. Para que nuestro
país esté mejor protegido en el futuro ante una nueva pandemia como esta, tenemos
que reforzar lo público.
La principal lección, de nuevo transversal, de esta
crisis es que lo público, lo común, lo que ocupa la primera línea en la defensa
del interés general no puede estar sometido a dinámicas especulativas de
mercados que han hecho que nuestro país, como los países de nuestro entorno,
hayan tenido dificultades a la hora de adquirir EPI, respiradores, test para
someter a pruebas a toda la población… Esto son lecciones que entendemos todos,
esto lo sabemos desde el Gobierno central y las administraciones autonómicas.
- Intuyo entonces que saldremos de esta crisis con
algún plan gubernamental para la reindustrialización de España.
"Hay que superar la división
del trabajo europea que colocó a nuestra patria en una posición
subalterna"
- En ello estamos trabajando desde el Gobierno en los
grandes acuerdos de reconstrucción. La gente nos pide acuerdos no solo entre
fuerzas políticas, en este sentido no soy ingenuo y vamos a tender la mano a
todo el mundo y puedo intuir quién está dispuesto a arrimar el hombro y quién
no. También son acuerdos con actores sociales, con sectores empresariales. He
podido hablar con muchos empresarios y les sorprendería a muchos el nivel de
coincidencia que tenemos respecto a lo que hay que hacer en una situación de
crisis como esta.
Hay amplísimos consensos respecto a lo que significa
la macroeconomía en una situación como esta y cómo afrontar una crisis que nos
retrotrae a momentos terribles de la historia del siglo XX, como la crisis del
1929 y la respuesta en forma de New Deal y políticas keynesianas que se
llevaron a cabo, o como los procesos de reconstrucción tras la II Guerra
Mundial. En este sentido, ¿en qué se debe basar un acuerdo de reconstrucción?
En primer lugar, hay un mínimo común denominador que
son los dispositivos de protección social de nuestra Constitución, todos
deberíamos estar de acuerdo en esto independientemente de nuestras ideas:
defensa del interés general y defensa de los dispositivos que protegen lo
común, los derechos sociales, para dar pasos adelante como país.
En segundo lugar, Unión Europea. Lo que está diciendo
España, Italia, Francia, Portugal: la Unión Europea será solidaria o no será.
La Unión Europea, para ser una referencia geopolítica de la defensa de la
democracia, derechos humanos y de los derechos sociales, como base material de
la democracia, tiene que asumir que la solidaridad es la condición de
posibilidad de su propia existencia. El egoísmo y las posiciones de estados
como Holanda, que ha actuado como un paraíso fiscal en los últimos tiempos, tal
y como le decía el primer ministro de Portugal, eso no es compatible con los
valores europeos.
En tercer lugar, una apuesta por la reconstrucción
económica que asuma que nuestro país, como cuarta economía de la zona euro, no
puede depender exclusivamente de los sectores económicos que han sido
hegemónicos en España durante las últimas décadas, como el sector inmobiliario
o el turismo. El turismo siempre va a existir en España, es fundamental y lo
vamos a proteger, pero nuestro país tiene que diversificar su producción. Tiene
que producirse una transición ecológica en los términos que ya habíamos
apuntado, pero en este momento es evidente que la debemos acelerar como
proyecto de país. Hay que apostar por las renovables, hay que apostar por un
siglo XXI en el que nuestro país supere las debilidades estructurales
consecuencia de una división del trabajo europeo que colocó a nuestra patria en
una posición subalterna.
Sobre la base de esos ejes podemos construir, como
país diverso y enormemente complejo, un futuro en el que estemos comprometidos
con defender lo público y lo común, lo que se revela en estos momentos de
emergencia como la esencia de un país como el nuestro.
- Ha hablado de la relevancia del Estado, de lo
público, en estos momentos. ¿Debe tener el Estado más protagonismo para asumir
la dirección económica tras esta crisis?
"Europa, para poder seguir
existiendo, debe asumir la solidaridad"
- Es una evidencia histórica que es absolutamente
transversal. Cuando se produce una situación como esta, la ratio deuda-PIB
cambia. Hay dos formas de asumir esto, con un protagonismo mayor del Estado y
políticas fiscales expansivas o asumiendo que la crisis va a tener forma de ‘L’
y se va a perjudicar la situación de todo el mundo.
Por poner un ejemplo: el Ingreso Mínimo Vital que
hemos conseguido sacar adelante y nos hemos comprometido a que en mayo va a
estar. Esto es una medida de justicia social, también de eficiencia económica.
¿Qué va a hacer la gente con ese dinero? Gastárselo. En España, la gente que
esté en una situación vulnerable no puede ahorrar. Por lo tanto, esa inversión
pública permite mantener un mínimo nivel de demanda para que las empresas,
tanto las grandes, como las pymes y los autónomos, puedan seguir facturando.
Independientemente de la ideología de un Gobierno, en
una situación de crisis como esta, tal y como han revelado todas las
experiencias del siglo XX y también la experiencia de la crisis del 2008,
recordemos a la Reserva Federal estadounidense, lo único que se puede hacer, lo
sensato, son políticas de expansión fiscal que aseguren unos mínimos de niveles
de demanda como condición de posibilidad de una recuperación económica.
Sorprende que todavía hoy haya algunos sectores
políticos que no estén entendiendo lo que ha pasado en los dos últimos meses en
nuestro planeta y sigan en lógicas del mes de enero o diciembre. Estamos en una
situación completamente nueva en la que economistas de diferentes escuelas
están señalando que el camino es el que es.
No es que De Guindos se haya hecho de izquierdas
cuando apoya el Ingreso Mínimo Vital, no es que viejos jerarcas del FMI hayan
redescubierto a Karl Marx cuando dicen que hay que hacer políticas fiscales
expansivas o que sería sensato que el BCE emitiera bonos de deuda específicos,
es que entienden cómo funciona la macroeconomía. En ese sentido, estamos dando
señales muy claras en el Gobierno de por dónde hay que caminar. Insisto, no
como una opción ideológica, sino de país, que entiende que Europa, para poder seguir
existiendo, debe asumir la solidaridad y el papel fundamental que le toca a los
estados en este momento.
- Ha citado los pactos de reconstrucción. Mientras
desde el Gobierno tienden la mano al PP para que participe de ellos, la
Fundación FAES de José María Aznar condiciona esa participación de los
populares a que Unidas Podemos deje de formar parte del Gobierno o a que no se
consoliden políticas como el propio Ingreso Mínimo Vital. ¿Es posible llegar al
acuerdo?
“Confundir las obsesiones de Aznar
con una política viable de país no es serio”
- A mí, como Gobierno, no me toca polemizar, sino
tender la mano. En el caso concreto de FAES y de José María Aznar, con todo el
respeto, creo que es un actor enormemente marginal. Confundir los deseos y
obsesiones de Aznar con una política viable de país no es serio.
Con respecto al PP, que es el principal partido de la
oposición, no soy ingenuo y escucho lo que dicen. Mi obligación como Gobierno
es seguir tendiéndoles la mano, sugerirles que escuchen a De Guindos, quizás
sugerirles que dejen de perseguir a Vox. Si el PP se queda fuera de la
Constitución, como está haciendo, si sigue compitiendo por decir la barbaridad
más grande al Gobierno y por ver quién es más de extrema derecha con Vox, será
una pena que se queden fuera de los acuerdos de reconstrucción de país.
Tengo la sensación que sus propios votantes no van a
entender ver al partido conservador llamado a ser la oposición alineado con una
fuerza política contraria a los valores democráticos, como Vox. Hay gente de
derechas en España que cuando ve a la oposición de Portugal cerrar filas con su
gobierno porque toca hacer una política de país sienten envidia. Ojalá
recapaciten, les vamos a seguir tendiendo la mano.
- Habla de lo público y de los derechos sociales como
los elementos sobre los que construir esos pactos de reconstrucción, tal y como
les han llamado. Esto ya se reconoce en la Constitución, el artículo 128 pone
el interés general por encima del particular. ¿Por qué unos nuevos pactos para
algo que ya está reconocido?
"Es una obligación del
Gobierno, por lo menos, intentar esos grandes acuerdos"
- Es evidente que ese acuerdo de país es una exigencia
social. Eso implica que en el Gobierno reconozcamos que no somos
autosuficientes. Si nos ensimismáramos y pensáramos que el Gobierno de
coalición del PSOE y Unidas Podemos puede hacerlo todo sin hablar con los
sindicatos, con la sociedad civil, con los empresarios, con otras fuerzas
políticas, estaríamos cometiendo un error a la hora de afrontar una situación de
emergencia.
Aquí es donde hay muchos elementos del
constitucionalismo social, elementos que nos dejaron las generaciones
anteriores hace 40 años para afrontar situaciones como estas que entran en
valor. La Constitución en España se ha utilizado como una suerte arma
arrojadiza, pero se leía poco. Cuando la leemos, descubrimos cómo protege el
derecho a la vivienda, la redistribución a través de un sistema fiscal
protegido, a los consumidores, el derecho al salario, a los pensionistas y,
finalmente, la base material del patriotismo, que es la defensa del interés
general.
Es sensato convocar a todo el mundo,
independientemente de la posición ideológica o crítica de cada uno, en torno a
lo que nos une a todos. Lo que nos une a todos es un profesional con bata blanca
que puede que te atienda en catalán, en galego, castellano, euskera, pero te va
a atender. Representa lo común, lo público, representa lo que a la ciudadanía
le da seguridad y es que si tu madre o tu padre es muy mayor o un amigo o amiga
tiene una patología respiratoria y va a necesitar que le salven la vida, quien
va a estar ahí va a ser la sanidad pública. Creo que la defensa de eso requiere
que todos los sectores del país caminemos unidos. Es una obligación del
Gobierno, por lo menos, intentar esos grandes acuerdos y proponérselos a todo
el mundo.
- Estos grandes acuerdos en defensa de lo público y la
puesta en marcha de lo que han llamado el “escudo social” implica un aumento
del gasto. ¿Cómo se paga todo esto? ¿Una “tasa covid”? ¿Un impuesto a las
grandes fortunas?
"Vamos a tener niveles de deuda
con respecto al PIB mucho más altos"
- Lo primero que hay que entender es que estamos en
una fase nueva. La provisional diferencia entre izquierda y derecha que hasta
el mes de enero podría funcionar ya no funciona. En circunstancias de
normalidad, lo que diferencia a la izquierda y la derecha es que la izquierda
es partidaria de elevar el gasto y suavizar los requisitos de déficit y
proteger lo público, mientras que la derecha es partidaria de privatizar un
poco más, de redistribuir un poco menos y ser mucho más estrictos con la regla
de oro de la hacienda pública.
En circunstancias de emergencia y de excepción, esa
diferencia cae por su propio peso. Es una evidencia que la ratio deuda-PIB va a
cambiar por completo y vamos a tener niveles de deuda con respecto al PIB mucho
más altos. Ojo, que a nadie se le olvide que gobernando Mariano Rajoy la deuda
llegó prácticamente al 100%. En este momento, todo el mundo reconoce que la
ratio va a cambiar. Y, como he dicho antes, podemos hacer dos cosas: no hacer
nada y asumir que la recuperación será en forma de ‘L’, un nivel de vida
muchísimo peor para todo el mundo, trabajadores y empresarios, o intentar que
tenga forma de ‘V’ o de ‘U’. Para eso, hay que asumir que la prioridad
fundamental es, primero, salvar vidas y, en segundo lugar, dar seguridades de
tipo social, garantías sociales a la gente, para mantener el consumo.
La condición de posibilidad de la recuperación
económica es que se pueda mantener la actividad y para proteger tanto a
empresarios, trabajadores y sectores subalternos que necesitan llenar la
nevera, las recetas son evidentes y hay un consenso entre diferentes
economistas de distintas escuelas. Por lo tanto, ahora hay que gastar lo que
sea necesario para salvar vidas, para mantener el consumo y evitar el cierre de
empresas, para afrontar como país con garantías la recuperación económica que
es lo único que nos va a permitir tener un futuro. Esto ya es un consenso
transversal.
Los que siguen encasillados en posiciones sectarias
poco a poco van a ir entendiendo, basta estudiar historia para ello, la
diferencia entre lo que significa hacer política y lo que significa
responsabilidad de Estado en un contexto histórico como este, simplemente
viendo experiencias que se han dado en el siglo XX y ver lo que han planteado
países y gobiernos que poco o nada tenían que ver con la izquierda. El
New Deal, que se ha vuelto a poner de moda como objeto de estudio en los
últimos tiempos, es una expresión más que clara de lo que hay que hacer en una
situación de crisis de estas dimensiones.
- Una crisis como esta, ¿es una oportunidad para la
ultraderecha? ¿Hasta qué punto puede serlo para la izquierda para ampliar
derechos?
- Tratar de aprovechar con finalidades ideológicas una
situación como la actual es poco serio, pero no hay que ser ingenuos. Es verdad
que la ultraderecha, que el fascismo, en los años 20 y 30, en el contexto de la
crisis que sucede a la I Guerra Mundial y el posterior al crack del 29,
aprovechó unas circunstancias estructurales muy concretas para destruir la
democracia. Ese peligro está ahí y todo el mundo lo ve. La normalización de la
mentira, del bulo, del insulto, del odio, como instrumentos políticos cotidianos
de la ultraderecha política y mediática es algo que toda la ciudadanía ve y que
está provocando escándalo en sectores que hasta ahora eran enormemente
tolerantes con estos fenómenos políticos que amenazan la democracia, los
valores constitucionales y nuestra patria.
No es un fenómeno solamente de España, lo hemos visto
en Estados Unidos con Donald Trump, en Brasil con Bolsonaro y en otros países
europeos. Que la ultraderecha política y mediática es una amenaza frente a la
democracia, lo público y lo común es una evidencia. Todos los demócratas
debemos trabajar para que el horror, los monstruos que conocimos en el siglo
XX, no vuelvan.
- En ese sentido, antes de la pandemia, en una charla
en la universidad hizo un llamamiento a un pacto europeo para frenar el avance
del fascismo. ¿Qué papel puede jugar este Gobierno en ese sentido?
"Europa tiene que ser un
referente de los derechos sociales, derechos humanos, democracia"
- Nuestro Gobierno debe trabajar con el francés,
italiano y portugués para defender las bases materiales de la Unión Europea.
Eso tiene que ver con el constitucionalismo antifascista de posguerra. Una de
las bases fundadoras del proyecto de la Unión Europea fue un tipo de
constitucionalismo que aparece en la Constitución italiana del 1948 y en la Ley
Fundamental de Bonn que son inspiradoras de los aspectos más avanzados de la
Constitución del 78. Nuestra Constitución del 78 fue la expresión de una
correlación de fuerzas como cualquier constitución, pero sus partes más
avanzadas se inspiran en algo que ocurrió en Italia y Alemania pero no ocurrió
en España, que la guerra contra el fascismo la ganaron las fuerzas democráticas
y populares, a diferencia de lo que ocurrió en nuestro país. Aunque en España
llegan tarde, terminan llegando los vientos de ese constitucionalismo social.
¿Qué es lo que nos toca como Gobierno? Tender la mano
y trabajar conjuntamente con gobiernos como el italiano, francés y portugués, y
no solo, para defender las bases materiales de la democracia que son los
derechos sociales y la defensa de lo común y lo público. Esto crece más como un
consenso. En Europa no pueden haber paraísos fiscales, no pude haber
insolidaridad, Europa no puede asumir una división del trabajo que nos obligue
a los países del sur a ser una suerte de mano de obra barata para los intereses
del norte. Si somos europeístas, federalistas europeos, es porque esa Europa
tiene que ser un referente de los derechos sociales, derechos humanos,
democracia. Eso se construye trabajando las bases materiales de la democracia
que es la igualdad.
- La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der
Leyen ya se muestra a favor de un nuevo “Plan Marshall”, pero la Unión Europea
sigue sin aceptar los eurobonos para mutualizar la deuda… ¿Cómo valora la
respuesta comunitaria hasta ahora dada a la crisis?
"La nostalgia thatcheriana de
algunos está cayendo por su propio peso"
- Permítame un comentario crítico respecto al
significante ‘Plan Marshall’, que era un plan condicionado por los Estados
Unidos y yo soy europeísta. Estoy seguro que podremos encontrar un significante
de mayor orgullo como europeos, aunque entiendo lo que se quiere decir con Plan
Marshall.
¿Europa está dando respuestas suficientes? No. ¿Se
está avanzando en una dirección que hace unas semanas parecía imposible? Sí.
Esto quiere decir que poco a poco están avanzando una serie de consensos que ya
están en la cabeza de muchos especialistas económicos, los estados del sur están
señalando claves de una forma mucho más clara que hace unas semanas o meses,
estamos viendo a varios gobiernos no coincidentes en todo lo ideológico
apuntando en el mismo camino y creo que no hay que despreciar los avances que
se han producido ya. ¿Van a ser suficientes? Creo que no, pero esto lo sabe
todo el mundo.
Es verdad que los sectores más ortodoxos, que se
resisten a entender lo que significa en términos sociales y económicos la
crisis del covid-19, cada vez que hacen una cesión dicen que ya está, que hasta
aquí hemos llegado. Lo que pasa es que detener el avance de un proceso
histórico como este es algo muy ideológico. Lo decía el otro día, hay una
ironía que dicen muchos economistas ya: hay quien pensaba que los grandes
desastres convierten a los ateos en creyentes, en realidad convierten a los
neoliberales en keynesianos. Esto se está viendo en el marco de la Unión.
Aunque haya anteojeras ideológicas muy ortodoxas de los que se resisten a
quitarse su chaqueta neoliberal, esa nostalgia thatcheriana de algunos está
cayendo por su propio peso y se van a seguir produciendo avances en la Unión
Europea.
- Orban ha eliminado casi los poderes del parlamento
en Hungría
- Ya lo decíamos antes. Los periodos de crisis son
muchas veces la oportunidad de fuerzas de ultraderecha no democráticas para
ganar en ese contexto lo que no habrían podido ganar en circunstancias de
normalidad.
- Usted también es vicepresidente de la Agenda 2030.
Hay científicos que ven una relación entre la pandemia y la crisis climática.
¿Qué medidas va a adoptar este Gobierno en relación a la Agenda 2030 a pesar de
la pandemia?
"Si en algún momento adquiere
relevancia la Agenda 2030 es ahora"
- Si en algún momento adquiere relevancia la Agenda
2030 es ahora. Los objetivos de desarrollos sostenible no pueden ser un
conjunto de buenas voluntades declarativas, una suerte de greenwashing,
que empresas se ponen el pin de la Agenda 2030 como si fuera un elemento de marketing.
Estamos hablando del futuro de la humanidad y del planeta. No es menor que el
Gobierno de España haya dado a la Agenda 2030 rango de vicepresidencia y que
haya una comisión que coordina las políticas de Agenda 2030 de forma
transversal en las políticas del Gobierno y que me toca coordinar a mí junto
con las políticas sociales.
Creo que España ha de ser una referencia en los
Objetivos de Desarrollo Sostenible pero siendo conscientes que tenemos que
impulsarlos también a nivel internacional. Estos objetivos, aunque se tengan
que traducir en políticas específicas y evaluables de cada estado, tienen que
ser un compromiso colectivo.
Si algo tenemos que aprender de esta crisis sanitaria,
pero también económica y social, del covid-19 es que los objetivos de la Agenda
2030 tienen que ser la guía que informe las políticas de los estados, tanto de
Europa como a nivel internacional, porque estamos hablando de la viabilidad de
nuestro planeta y del género humano. Suena muy trascendente, pero en un momento
tan distópico como el que estamos viviendo, recuperar los valores universales
de la defensa de la dignidad es fundamental. Esto es lo que hay en los
Objetivos de Desarrollo Sostenible, que no se pueden separar de lo social y lo
económico. Vamos a trabajar en este sentido.
- Habla de la Unión Europea. Si ampliamos el enfoque,
el papel de China está siendo muy relevante estas semanas, Estados Unidos está
viviendo una situación muy crítica. ¿Cómo cree que se puede reconfigurar la
geopolítica mundial tras esta crisis?
"Es el momento de defender los
valores universalistas que vieron nacer las Naciones Unidas"
Hay una enorme incertidumbre. Si ya es difícil
interpretar el pasado, predecir el futuro lo es todavía más. Pero, que esta
crisis está poniendo encima de la mesa una redefinición de la correlación de
fuerzas a nivel geopolítico es una evidencia. ¿Qué es lo que tenemos que hacer
nosotros, modestamente, como la cuarta economía de la zona euro? Defender una
idea de Europa como contrapeso en términos de derechos humanos, de justicia
social, de una economía que no deje fuera a las familias y los ciudadanos en un
contexto de reconfiguración de los poderes geopolíticos. Y defender, al mismo
tiempo, que los intereses de nuestras sociedades no deben estar subordinados a
otro tipo de intereses, en este caso, ajenos a los de nuestras poblaciones. Y
defender, aunque pueda sonar ingenuo, buena parte de los principios que dieron
sentido al nacimiento de la ONU.
Muchos se van a sentir cómodos en el planteamiento
depredador del sálvese quien pueda. Cuando alguien escucha a Donald Trump puede
tener esa sensación. La gente, en todo el mundo, se está dando cuenta que lo
que nos hace seres humanos no es una suma de decisiones individuales, sino la
existencia de instrumentos de protección colectiva como la sanidad. Es el
momento de defender los valores universalistas que vieron nacer las Naciones
Unidas, los principios fundacionales del Derechos Internacional frente a la
barbarie. Cuando vemos que Estados Unidos, con Donald Trump, dice que va a
dejar de financiar la OMS, vemos el peligro que esto se convierta en una guerra
de todos contra todos y adquiere más valor la defensa de lo colectivo y lo
común que es lo que nos hace libres.
- Estamos viendo cómo otro de los debates que se está
generando es el de la dicotomía entre seguridad y libertad individual, la
intimidad… Los elementos de control social para luchar contra la pandemia
pueden servir para controlar nuestras libertades. ¿Cómo debemos protegernos de
ello?
"La mayoría de los ciudadanos
no necesitan policía que les obligue a quedarse en casa"
- Todos los demócratas debemos estar muy preocupados
por eso. Además, en unas sociedades donde el desarrollo de la tecnología
facilita dispositivos de control social que pueden potencialmente vulnerar las
libertades individuales y los derechos, ponderar la necesidad de proteger la
salud de sociedades enteras y los derechos individuales es enormemente
complejo.
Quiero poner en valor el enorme compromiso, la inmensa
mayoría de los ciudadanos no necesitan policía que les obligue a quedarse en
casa, se quedan en casa porque saben que significa salvar vidas. Esa tiene que
ser la grandeza de las sociedades democráticas avanzadas, que no haga falta
mecanismos de coerción para que la gente entienda que en circunstancias
excepcionales tienen que hacer renuncias. Me quedo con eso.
Si seguimos siendo capaces como país de demostrar la
ejemplaridad que estamos demostrando, no dejo de emocionarme cuando pienso en
los ciudadanos de nuestro país aplaudiendo todas las noches a los profesionales
de la sanidad pública defendiendo el común, no hay bandera que represente mejor
a nuestro país que la ciudadanía aplaudiendo a los profesionales sanitarios...
Esos mismos aplausos los puedes escuchar en Donosti, en Barcelona, en Madrid,
en Sevilla, en Palma, en cualquier sitio. Esa conciencia cívica en nuestro país
es la mejor vacuna frente a cualquier tentación de aprovechar cualquier
situación como esta para intentar que esos mecanismos coercitivos que pueden
ser necesarios en una situación puntual, de hacerlos permanentes.
- Habla de esta voluntad cívica de la población. ¿Se
está pecando de un lenguaje excesivamente belicista y de una comunicación
excesivamente centrada en los uniformes?
“Si hay un uniforme que nos
representa a todos, es la bata blanca”
- Me siento más cómodo en el lenguaje de los cuidados.
Si hay un uniforme que nos representa a todos, es la bata blanca. Entiendo que
hay paralelismos para entender la crisis social y económica con una economía de
guerra. Me gusta más el lenguaje que dice “vamos a cuidar” que el que dice
“vamos a aniquilar al enemigo”. Me gusta más cuando se reconoce que la primera
línea de hacer frente al virus son profesionales sanitarios, trabajadores de la
limpieza, médicas o enfermeros que cuando se representa esto como una guerra
contra cualquier otro ejército convencional.
Tengo la sensación de que la mayor parte de la gente
lo entiende así, me siento más cómodo cuando se habla de cuidar y de atender,
cuando lo que ha representado en términos históricos ese trabajo invisible de
los cuidadores y cuidadoras se reconoce como lo fundamental en un momento como
este, pero aquí cada uno tiene su estilo.
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