Bienvenido a la democracia maestro Goebbels
Darío
Herchhoren.— Joseph Goebbels, ministro de propaganda de Adolf
Hitler, era un maestro de la manipulación mediática, y de él han aprendido los
democráticos comunicadores de occidente. Entre las perlas que nos dejó Goebbels
hay una que explica que «una mentira repetida mil veces se convierte en verdad»
(sic). El imperialismo ha construido un aparato mediático formidable,
constituido por agencias de prensa, diarios, emisoras de radio y televisión,
tertulianos sesudos, escuelas, iglesias, y en fin toda una legión de
deformadores del pensamiento y de la libertad de expresión e información.
Desde hace
aproximadamente dos meses todos estos medios vomitan a diario millones de
mensajes para anestesiar conciencias y adormecer voluntades para tratar de
convencernos de que todo esto es por nuestro bien, y me refiero concretamente a
la pandemia que nos agobia todos los días a la cual hay que sumar la pandemia
de desinformación que generan estas usinas.
La guerra
bacteriológica, química y mediante el uso de gases tóxicos fué en realidad un
invento inglés, que los alemanes copiaron y pusieron en valor en la primera
guerra mundial. Se utilizó entonces el famoso gas mostaza, que llevó a la
muerte a miles de soldados y civiles.
Los japoneses
utilizaron insectos infectados en China durante la invasión a ese país y en
Manchuria cuando crearon el estado títere de Manchukuo. Los norteamericanos
utilizaron bombas de napalm en Vietnam, que era una gasolina gelatinosa que
arrasaba en su explosión todo lo que hallaba a su paso. En Cuba infectaron con
agroquímicos las cosechas de azúcar, y envenenaron los pozos de agua. Los
alemanes utilizaron gases tóxicos contra la URSS en su invasión envenenando el
agua.
Ahora aparece
el coronavirus en China. Esto último merece un análisis más serio y minuciosos.
Toda la información de que disponemos, nos lleva a concluir que China se
proponía duplicar ese crecimiento llevándolo al 11%. La República Popular China
le disputa a los EEUU el primer lugar como país más industrializado, y los
logros de China apuntan a que estaba a punto de conseguir su objetivo. La
locomotora China estaba tirando de una economía que estaba creciendo al 5,5% y
se había propuesto crecer en este año al doble, es decir que crecería al 11%.
Hay que tener en cuenta que el progreso de China es solo en algunas zonas del
país, y que grandes porciones de su territorio viven bajo el umbral de la
pobreza, y lo que las autoridades chinas se habían propuesto era un crecimiento
hacia el interior, sin descuidar el mercado exterior que es su gran objetivo.
La información
de que disponemos, apunta a que los EEUU y la entidad sionista (Israel) han
trabajado juntos para obtener el arma biológica que precisaban, el primero para
atacar a China y el segundo para infectar a Irán, su gran y peligroso enemigo.
Y aquí es
necesario hacer una digresión para ponernos a meditar sobre que todos los
estados que utilizaron y utilizan armas químicas, son estados donde el
capitalismo más cruel y despiadado campa a sus anchas. No hay memoria de que
alguno de los estados socialistas, antes y ahora hayan utilizado esas armas.
Siempre han sido víctimas de las mismas.
Y esto nos
lleva a una segunda reflexión sobre la ausencia de límites morales o éticos del
capitalismo, que no vacila en utilizar cualquier medio para seguir en el primer
puesto, aún a costa de enfermar a su propia población.
En este caso
volvemos a llamar al maestro Goebbels, que lanzó la consigna de «la guerra
total». En fines de 1943, cuando ya los generales del estado mayor alemán
advirtieron a Hitler que era imposible ganar la guerra, Goebbels para levantar
el ánimo de sus militares, puso sobre el tapete lo que llamó la guerra total,
es decir que se iba a atacar con la mayor crueldad a población civil,
industrias, hospitales, escuelas, iglesias con tal de doblegar al enemigo. Esa
guerra total se implementó por primera vez en Coventry, una ciudad mediana de
Inglaterra, que quedó reducida a escombros, y luego de eso Goebbels acuño la
palabra «coventrizar» la guerra, es decir llevar el exterminio sin piedad
contra todos y contra todo.
Estos
sentimientos criminales han sido asimilados por occidente, y el resultado es la
pandemia que nos agobia y nos mata. Goebbels era un gran maestro, y ha
encontrado discípulos aventajados en los Trump, los Johnson y los Macron. Ah,
me olvidaba de Jens Stoltenberg, secretario general de la OTAN, un sádico
payaso a las órdenes del Pentágono.
*++
No hay comentarios:
Publicar un comentario