PROBLEMA
QUÍMICO FUNDAMENTAL
El problema que tenía planteado aquel pueblo
parecía no tener solución. Para resolverlo habían intervenido los más
prestigiosos especialistas de las más variadas especialidades y de todos los
rincones y esquinas del mundo entero: médicos; sociólogos; artistas de cine;
economistas; habilidosos en la fuga de capitales; los más prestigiosos
dirigentes de las mafias rusas, españolas y neoyorkinas; dirigentes de
organizaciones mundiales de la salud y del bienestar bajo control;
electricistas; fontaneros; presidentes de clubes de fútbol; señoras de la
limpieza cualificadas; putas de postín y de tapadillos; políticos del montón
llegados a la minoración del gasto personal; periodistas y arzobispos;
presidentes y ex presidentes de gobiernos y el negro Zumbón, pero nada, todo
inútil. Problema sin posible solución parecía.
El valor de la fuerza que atrae al que manda
hacia el sillón de mando y que le impide abandonarlo, era la complejísima
cuestión que debía ser resuelta.
Intervinieron los químicos, unos personajes
rarísimos y desconfiados a más no poder, que no se fiaban ni de su propia
sombra, y mucho menos de las apariencias y modas, ni de los palos de las
escobas se fiaban los químicos, porque de cualquier cosa puede salir un
disparo.
Materia no materia –dijeron los químicos-, es la
sustancia que les nace en los bolsillos a los político mandamases, de modo que
ella tira con fuerza inusitada de sus posaderas y les impide levantarse del
sillón del mando.
* * *
Manuel
Sogas Cotano
Zaragoza
6 Octubre 2005
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