20 años de la intervención humanitaria de la OTAN en
Yugoslavia
Tercerainformación.es
22/03/2019
Contrario a la
opinión pública, el bombardeo de Yugoslavia no hundía sus raíces en el
conflicto en Kosovo, aunque los medios nos hicieron creer que así fue. El
bombardeo fue consecuencia del rechazo por parte de las autoridades yugoslavas
a la ocupación militar. El objetivo de la OTAN liderada por EEUU se dirigía
a cercar a Rusia y no estaba dispuesta a que hubiera ninguna posibilidad de
acuerdo de paz.
(Demostración de la inteligencia de una bomba inteligente en una acción mili-humanitaria y el Dios que te emboquilló, que total, solamente mataba personas, bichos y plantas para mantener el medioambiente)
El día 23 de
marzo de 1999, Momir Bulatović, el primer ministro de la República Federal de
Yugoslavia, apareció en la televisión nacional y anunció el riesgo inminente de
guerra -una guerra atípica que no fue declarada, cuyo trasfondo no ha llegado a
los medios- que nos llevó a nuevos niveles de deshumanización de las víctimas y
que nos mostró tanto el poder de las “relaciones públicas” (medios de
comunicación de masas y empresas de comunicación) como el efecto devastador de
las corrientes intelectuales que igualaban a la víctima con el agresor.
El día
siguiente, el 24 de marzo de 1999, cayeron las primeras bombas de la OTAN,
liderada por el español Javier Solana (socialista y antiguo activista
anti-OTAN, que llegó a ser el secretario general de la Alianza), apoyado por
Tony Blair (social-liberal que siguió al conservador estadounidense George
W. Bush en todas sus aventuras bélicas posteriores), al igual que Gerhard
Schröder (social-demócrata alemán). Sin embargo, la persona clave fue la
secretaria de estado de EEUU durante la administración de Bill Clinton,
Madeleine Albright, hija del embajador checoslovaco en Yugoslavia.
La guerra duró
78 días, costó la vida a 2.500 civiles (de los cuales,
89 fueron niños, 1.002 policías y soldados) y 12.500 personas resultaron
heridas. Los medios hablaban sobre las víctimas civiles usando el término
“daño colateral”, como si de insectos se tratara y no de personas1.
El cinismo de ese término se refleja en las victimas albanesas que huyeron de
sus hogares como consecuencia de los ataques aéreos.
En Đakovica, 64
refugiados albaneses murieron2,
en el pueblo Koriša, 87… Entre las masacres de civiles en los que la
nacionalidad no importa: 40 personas fueron asesinadas en el ataque de la OTAN
a un autobús cerca del pueblo Lužani3;
en el pueblo Surdulica, 20 personas, de los cuales, 12 niños4;
en Niš, 16 personas fueron asesinadas por bombas de racimo5,
13 en Grdelica, 12 en Aleksinac6,
11 en Novi Pazar7,
10 in Varvarin8.
Los 19 países
democráticos componentes de la OTAN, los defensores de la civilización, la
libertad y la prensa libre, atacando a un país pequeño y destrozado, no
tuvieron ningún problema ético ni moral en bombardear la televisión estatal y
matar a 16 trabajadores en el acto9,
ni en bombardear la embajada de la República China, matando a 3 diplomáticos10.
Como
consecuencia del uso de uranio empobrecido, el número de casos de cáncer
maligno ha aumentado tanto como para tener la tasa de mortalidad por esta
enfermedad más alta de Europa11.
Mientras tanto,
las Naciones Unidas (NNUU) mostraron su incapacidad de cumplir incluso su
propia Carta, pues la guerra fue llevada a cabo sin la aprobación de este
organismo internacional.
Contrario a la
opinión pública, el bombardeo de Yugoslavia no hundía sus raíces en el
conflicto en Kosovo, aunque los medios nos hicieron creer que así fue. El
bombardeo fue consecuencia del rechazo por parte de las autoridades yugoslavas
a la ocupación militar. El objetivo de la OTAN liderada por EEUU se dirigía
a cercar a Rusia y no estaba dispuesta a que hubiera ninguna posibilidad de
acuerdo de paz.
En el periodo
entre enero y marzo de 1999, Yugoslavia participó en las negociaciones con la
delegación albanesa, apoyada por EEUU, celebradas en el palacio de Rambouillet
en Francia. El acuerdo final, aparte de más autonomía para Kosovo, demandó
libertad de movimiento para las tropas de la OTAN en el territorio yugoslavo.
En particular:
El personal de
la OTAN tendrá, junto con sus vehículos, buques, aeronaves y equipo, el paso
libre y sin restricciones y el acceso sin obstáculos a lo largo de la República
Federativa de Yugoslavia como asociados del espacio aéreo y aguas
territoriales. Esto incluirá, sin limitaciones, el derecho de acceso, maniobra,
y la utilización de los lugares o las facilidades requeridas para el apoyo,
entrenamiento y operaciones12
La delegación
yugoslava aceptó las provisiones políticas del acuerdo en relación a Kosovo,
pero rechazó las provisiones militares que entregaban su soberanía13.
Las
consecuencias inmediatas de la agresión de la OTAN fue la instalación de la
segunda base militar estadounidense más grande de Europa en el territorio
yugoslavo: Camp Bondsteel. Al mismo tiempo, la autonomía de
Kosovo acabó convirtiéndose en la autoproclamación de un estado independiente,
al que los imperialistas reconocieron violando el derecho internacional.
La expansión de
la OTAN no ha parado con Camp Bondsteel. En las últimas dos décadas, a la
OTAN se han incorporado las ex repúblicas yugoslavas de Croacia, Eslovenia,
Montenegro y Macedonia, mientras que en 2016, Serbia aceptó la libertad de
movimientos de las tropas de la OTAN y les dio inmunidad diplomática. Todo
eso para poder eliminar la competencia de Rusia en el ámbito político y en el
suministro de gas natural líquido14.
¿Cuántas veces
hemos visto este mismo escenario en otros países? Muchas, y muchas más lo
veremos. Vimos los mismos actores en Afganistán, Iraq, Libia y Siria, con
escenarios casi idénticos. ¿Cuál fue el crimen de Iraq? Rechazar el dólar
estadounidense en favor del euro en la venta de petróleo. No fue el petróleo
como tal lo que quería EEUU, sino proteger su hegemonía económica basada en el
sistema del “petrodólar”15.
¿Y el crimen de Libia? Proponer una moneda independiente para el continente
africano basado en el estándar de oro. Esta moneda devolvería la soberanía
fiscal a los países actualmente bajo el yugo francés16.
¿Siria? Gas. Assad favoreció el plan de gasoducto iraní en lugar del katari17.
¿Cuantas veces
más tenemos que ser testigos de la impunidad imperialista antes de hacer algo
al respecto? La respuesta a esta pregunta la tienen los
intelectuales de la izquierda pro imperialista y los supuestos
“antiimperialistas” que desmovilizan todo tipo de respuesta efectiva. Mientras
los primeros se esforzaban en legitimar la guerra y darle rostro humano a la
vez que demonizaban a las víctimas, los segundos consideraban a ambas partes
igualmente malas y, por tanto, indignas, tanto de su apoyo como de cualquier
esfuerzo para evitar el derramamiento de sangre.
Si la respuesta
todavía no está clara, proclamamos que la impunidad imperialista se acabará
una vez que, en lugar de defender intereses imperialistas, en lugar de dar más
importancia al puritanismo ideológico abstracto divorciado de la realidad y del
sufrimiento humano, adoptemos la solidaridad y el Internacionalismo como
nuestras banderas.
22 de marzo de
2019
Frente
Antiimperialista Internacionalista
*++
No hay comentarios:
Publicar un comentario