La aprobación de las cuentas públicas otorga un balón de oxígeno
al presidente del Gobierno, que podrá agotar la legislatura. El PSOE
respira y espera que su apoyo al Ejecutivo en Cataluña le beneficie en las
encuestas y Ciudadanos va tomando cuerpo.
ESCRITO POR JUAN
PABLO COLMENAREJO
Periodista. Presentador de La Linterna de
COPE.
Con la aprobación de los Presupuestos
Generales del Estado, a falta del trámite del Senado, donde el Partido Popular (PP) mantiene la mayoría
absoluta, coge aire el Gobierno Rajoy y
suspira de alivio el PSOE. A pesar de votar en contra, los socialistas
necesitan tiempo para que escampen las encuestas y, sobre todo, se visualice su
apoyo al Estado en la larga y tenebrosa crisis alimentada por el
independentismo catalán. Le ha pasado lo mismo al PNV que, de
tanto aguantar, casi se despeña de la mano de Quim Torra y Carles Puigdemont. La élite
nacionalista vasca tiene claros los beneficios que consigue su comunidad
autónoma en los Presupuestos de 2018, pero la base más independentista siempre
se sitúa en el cuanto peor, mejor. No es casualidad, sino lo contrario, que
mientras apoyaban las cuentas del Estado en el Congreso abrieran una nueva vía
con los epígonos de ETA para
desmontarlo con un nuevo Estatuto contra la Constitución.
La aprobación de los Presupuestos Generales también le favorece a Ciudadanos mientras va tomando cuerpo, ya que es un
partido de aluvión. Le vienen los militantes y los simpatizantes sin hacer llamamiento alguno
a filas. Se cumple algo tan humano y español como aquello de salir corriendo en
auxilio del vencedor. Debe atemperar Albert Rivera sus ímpetus, porque su
natural defensa del constitucionalismo en Cataluña no puede ser estigmatizada
por los adversarios, tiene tantos como enemigos, señalándolo como el rescatador
del nacionalismo español. El PSOE es el que con más interés trata de crear una
imagen de Rivera que lo aleje de la transversalidad que predica. Ciudadanos ha
encontrado en los balcones y ventanas cientos de miles de banderas
constitucionales que mostraban la existencia de un orgullo por la democracia
del 78 que, en realidad, no es otra cosa que aquel patriotismo constitucional
que mostró el presidente José María Aznar.
Rivera enseña la bandera sin el complejo al que la izquierda ha sometido a
la derecha desde el comienzo de la Transición. Aunque el origen de la enseña está en
los finales del siglo XVIII, es como si cualquiera de los hechos o símbolos
secuestrados por una parte desde 1936 quedaran anulados para siempre. Parece
que ese tiempo ha tocado a su fin y el espejo de Francia, en el que se mira
Rivera, permite diferenciar entre patriotismo y nacionalismo. El primero es
democrático y el segundo es la guerra, como repite una y otra vez el ex primer
ministro francés Manuel
Valls. Saben en el PSOE que hay una parte del electorado poniendo su
esperanza en la regeneración que promete Rivera. Ya no es solo el PP el
manantial al que se acercan los Ciudadanos. Aprovechando la detención de Eduardo Zaplana, fue
el PSOE abiertamente y el PP, en segundo plano, el que deslizó –lo hizo
Margarita Robles- la relación política del exministro con el partido de Rivera
en la Comunidad Valenciana. Zaplana quería vengarse
diez años después de quienes lo sacaron de la política tras el congreso de
Valencia de 2008.
El bipartidismo ha focalizado a Rivera como el enemigo a batir. Ciudadanos tiene una estructura mucho
menor que los dos grandes en municipios y comunidades autónomas. Todos
necesitan tiempo. Sin duda, se trata del bien más preciado en política.
Su manejo y administración es un arte.
Mariano Rajoy gana a todos de calle, pero también ha enseñado a los demás que
tomar las decisiones en su justo momento no está al alcance de cualquiera.
Alcanza los 176 con el 155 en vigor. Con los Presupuestos Generales aprobados,
Rajoy y su partido, por un lado, y Pedro Sánchez y el suyo, por el otro, irán
de la mano en la estrategia frente a la ultraderecha independentista catalana,
con Ciudadanos al lado pero al margen. Pero poco más, porque el bipartidismo sabe que en el enfrentamiento con el nacionalismo
catalán les va a ganar Rivera. Anuncia el Eurobarómetro que los
europeos prefieren a las nuevas formaciones frente al clásico bipartidismo
socialdemócrata y democristiano. Hay quien se niega incluso a tomar nota al
respecto. Cuestión de tiempo.
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