Que
Aristóteles no podía ser más que un pinta hace años que me lo barrunté. Fue
allá por los años sesenta, cuando el cura, el profesor de filosofía del
colegio, me preguntó que quién era el tal Aristóteles, que qué había hecho y
que cuando vivió.
Un
verdadero comino me importaba entonces el Aristóteles de los cojones y toda su
parentela. No obstante hube de contestarle al cura, si bien más me hubiese
valido permanecer en silencio, que es la mejor prueba de cordura y tino en el ser maduro: no
decir ni mús cuando se ignora de lo que se habla, que evidentemente no era mi
caso.
Así
que ni corto ni perezoso, le dije al susodicho cura que como no fuera Aristóteles el último fichaje
extranjero del Real Madrid no sabía que otra cosa podría ser. Y así como yo le
contesté, él sin remilgo alguno se aprestó a responderme sin ninguna
tardanza, pero no con la misma moneda, pues, mientras en mí respuesta,
aunque desacertada, sólo contenía
palabras, en la del buen cura y profesor de filosofía hubo más palos,
golpes, pescozones y pellizcos que palabras.
Es
decir, fue su respuesta completa, con letra y música, y así, mientras caían
sobre mí toda la caterva de instrumentos musicales a través de sus huesudas
manos, de vez en cuando tarareaba la música, aquello de que la moral era no sé
qué; la ética la expresión de la moral y la política lo propio del hombre libre, cuyos dirigentes
debían ser los hombres virtuosos y, que
todo aquello era lo que había enseñado Aristóteles que fue filósofo griego, y
que yo no serviría para nada y que no me haría un hombre de provecho si no
llegaba a conocer a los clásicos que eran el alma de Occidente.
En
fin, sufrido y querido lector, monumental pero baldía fue la paliza que recibí
por no conocer yo al cabronazo aquel de Aristóteles, que ni le conocía ni le
conozco ni le quiero conocer, porque lo que yo quería y quiero ser de mayor, es
marinerito salvador de princesas rubias, para cantarles dulces canciones por
debajo de las orejas y hacerme consorte principal.
Pero
bueno, no hay más cera que la que arde, y dada la situación política que se nos
avecina, me he dedicado unos días a ver que tal andaban nuestros políticos
sobre el pinta este que ya mencioné (no sea que aparezca la larga sombra del cura citado y me vuelva a crujir) que no quisiera nombrar, pero que las circunstancias obligan, y que
se llama Aristóteles.
Unos
me han dicho que de nada le conocen, jurándomelo hasta por su madre; otros que
me deje de gilipolleces, que aparte de los diputados con los que tratan no
conocen ni a su padre, y los terceros, que por cierto, son los que mas atención
me han prestado, me preguntaban que si Aristóteles se escribe con hache o sin hache.
Cosa que evidentemente no les pude responder.
1 comentario:
Amigo Manuel, manuel, el tal Aristóteles ha sido un filósofo insuficientemente "ponderado". Fijate si era listo que defendía que las mujeres y los esclavos no tenían alma. Lo de las mujeres lo puedo entender. si le había tocado una buena "barragana" y a las demás las ponía a su nivel. Pero lo de los esclavo no puedo entenderlo. Claro que él no había leído "la Cabaña del tío Tom". Confieso mi incultura manifiesta sobre este filósofo, tan admirado por sus seguidores, pero yo dejé de leerlo cuando dijo lo de que las mujeres no tenían alma.
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