(El Rey, la Reina y demás en trajes de faenas de Estado)
Cuando afirmamos que los mercados financieros no tienen rostro, lo que hacemos es mostrar las ganas de cachondeo que tenemos y de que en realidad estamos hablando de las chinchetillas pardas, que son las que verdaderamente no tienen rostro ni son de aquí ni son de allá.
Rodrigo Rato; Abel Matutes o Florentino Pérez, por ejemplo, son nombres propios de los mercados financieros, y así ya hemos dejado de hablar de las chinchetillas pardas.
La fortuna de Su Majestad (su majestad no la mía) el Rey de España ha hecho una fortuna que nadie sabe como ha sido, es decir, que casi nadie lo sabe, excepto el que dice que El Rey gasta poco e invierte bien, pero que por lo que respecta al asunto que se comenta da igual cual sea la procedencia del dinero del Rey, lo que importa es que ese dinero de las buenas inversiones que realiza se dedica a la especula especulata financiera que es el espíritu y la chicha de los mercados financieros, o sea, al enriquecimiento inmoral y, como se me apure, hasta ilegal.
Y eso sí, las chinchetillas pardas mu guenas.
Rodrigo Rato; Abel Matutes o Florentino Pérez, por ejemplo, son nombres propios de los mercados financieros, y así ya hemos dejado de hablar de las chinchetillas pardas.
La fortuna de Su Majestad (su majestad no la mía) el Rey de España ha hecho una fortuna que nadie sabe como ha sido, es decir, que casi nadie lo sabe, excepto el que dice que El Rey gasta poco e invierte bien, pero que por lo que respecta al asunto que se comenta da igual cual sea la procedencia del dinero del Rey, lo que importa es que ese dinero de las buenas inversiones que realiza se dedica a la especula especulata financiera que es el espíritu y la chicha de los mercados financieros, o sea, al enriquecimiento inmoral y, como se me apure, hasta ilegal.
Y eso sí, las chinchetillas pardas mu guenas.
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1 comentario:
El problema es que todo esto lo vemos como algo normal y que esta cuadrilla de fantoches obacarterasdepobres se transforman en el ideal a conseguir por nuestos estudiantes de economía y derecho. Nuestros padres desean estar orgullosos de nosotros, de tener un hijo economista o abogado o lo que sea, hasta político; pero en lo más alto, como Rato, Urdangarín, la Princesa risueña, (aunque ya no tanto), Floentino con su gran fortuna y yate, Camps, etc. Todos ellos han llegado a lo más alto y desde allí a lo más miserable a lo que puede llegar un ser humano, si lo son.
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