lunes, 3 de enero de 2011

FORMAS Y CONTENIDOS

(Oración al Hijo del Padre: Cristo bendito, por tu Padre te lo pido, escúchame. Líbranos de ambos, hombre, que Tú puedes. Un milagrillo de esos de andar por casa, hombre, no seas tacaño, y queTú Padre te lo pague. ¡Hala, ver, majo!)

El que tiene todas las papeletas para presidir el próximo gobierno de España (para mayor desgracia nuestra, y cuidado que Zapatero ya ha constituido desgracia macizota), Mariano Rajoy, a falta de ideas y, por tanto, estratégica y políticamente muy bien pensado, se le va la lengua y a la Chacón le llama Chacón y al ministro Pepillo azote de los controladores aéreos, y como una seda para desvalijar los ingresos del Estado a favor de unos cuantos grandes capitales, que al fin y al cabo son los amos de verdad, le llama Pepillo.
Y antes este aparente desliz boquillero de Rajoy algunos de los fabricantes y distribuidores del pienso ideológico radiofónico, rasgan sus micrófonos (tal que si fueran las vestiduras que se rajaban los hipócritas de Cristo) para llamarlo al orden y decirle que no se puede faltar el respeto de esas maneras. Y yo estoy de acuerdo.
A la Chacón no se le puede llamar la Chacón ni a Pepillo Pepillo.
A la Chacón hay que llamarla la Chacón y a Pepillo Pepillo, pero con más adjetivos descalificativos. Todos los necesarios para desautorizarlos moralmente ante la sociedad, igual que a Rajoy.
Al que hay que respetar es al peón de albañil, porque sin peones de albañiles viviríamos todos en al puta calle, al raso. Al que hay que respetar es a toda aquella persona que aporta algo de utilidad a la sociedad, y no a quienes trabajan como la Chacón, Pepillo, el Rajoy y demás mansalva, para que el producto social creado por todos los trabajadores quede en cada vez más en menos manos, menos estómagos y menos bolsillos.
A los parásitos sociales hay que llamarlos como lo que son: la Chacón, Pepillo y el Rajoy, por ejemplo de ejemplos. Y al Rey Su Majestad, no la mía.
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