domingo, 18 de abril de 2010

SEMILLAS TRANSGÉNICAS Y EL NUEVO FASCISMO EUROPEO

Josep Pamies
http://joseppamies.wordpress.com/

El desastre ecológico provocado por las semillas transgénicas contaminando miles de especies y variedades vegetales que los agricultores, desde siempre, nos podíamos autoreproducir sin coste, está provocando efectos perversos en muchos lugares del planeta.
Uno de los más graves está sucediendo en la India, donde cada año se suicidan unos 20.000 agricultores al comprobar, desesperados, el engaño de las semillas transgénicas.
De pronto, se encuentran con que no hacen ni el dinero suficiente para pagar las malditas semillas transgénicas de arroz y algodón, y se dan cuenta de que, a la vez, han perdido todas las semillas autóctonas de arroz que tenían, con las cuales, sin ningún coste, podían resembrar año tras año y alimentar, como mínimo, a su familia.
El instrumento para suicidarse es un trago del pesticida que antes, con sus semillas, no les hacía falta utilizar, y que ahora, como modernidad impuesta, tampoco pueden pagar.
Si a este problema social, que empobrece aún más a los países menos desarrollados, le añadimos el problema de la afectación a la salud de las personas y la contaminación ambiental, nos encontramos con un cóctel que se tiene que calificar de terrorismo biológico, con graves secuelas de muerte y desolación.
Son ya infinidad de estudios científicos imparciales que piden que se pare de introducir alimentos modificados genéticamente en la cadena alimentaria.
En experimentos de laboratorio, alimentando ratas con estos alimentos (soja, maíz, patatas, etc.) resultan con afectaciones graves sus hígado, páncreas y riñones, alteran su sistema inmunológico y disminuyen su fertilidad.
Estos estudios científicos, todos en inglés, se pueden encontrar en este enlace: http://www.somloquesembrem.org/index.php?id=33&hover=14
Y un resumen de un experimento ruso, comentado en español, en este otro enlace: http://www.rel-uita.org/agricultura/transgenicos/amenaza-a-bebes.htm
A pesar del rechazo que provocan en la sociedad europea los alimentos transgénicos, por sus probables consecuencias negativas en la salud de las personas, las multinacionales farmacéuticas que monopolizan la obtención de semillas a nivel planetario siguen adelante en su sofisticación de la técnica de dominación de los genomas vegetales.
La implementación de una técnica denominada “Tecnología de restricción del uso genético” (TRUG), vulgarmente denominada “Terminator”, hará posible la creación de semillas suicidas.
Es decir, las semillas saldrán programadas para nacer una sola vez, haciendo que su descendencia sea estéril, para evitar que el agricultor las pueda volver a sembrar sin ningún coste.
Pero lo que todavía es más grave es que la Unión Europea subvencione, con el dinero de todos los ciudadanos, a aquellas empresas mafiosas para que encubran la maldad de la semilla suicida o “Terminator”.
El “Proyecto Transcontainer” (subvencionado por la Unión Europea), http://www.transcontainer.wur.nl/UK/About/, pretende que, en lugar de tener una semilla la propiedad suicida, se transforme en una semilla “zombie”, con posibilidad de recuperar su fuerza germinativa por medio de una nueva “Tecnología de extirpación de genes” denominada “Exorcista”.
Es decir, si un agricultor quiere sembrar al segundo año una semilla producida por él mismo a partir de una semilla transgénica comprada el año anterior, deberá pagar a la industria farmacéutica por aplicar la tecnología “Exorcista” (un producto químico, por ejemplo), para recuperar la vida de aquella semilla medio muerta, obtenida de segunda generación.
Las preguntas que nos podemos hacer son:
¿Realmente necesitamos de tanta tecnología sucia e interesada para producir alimentos?.
Si piensan algunos desalmados que cereales aptos para alimentar humanos hambrientos deben convertirse en eco-combustibles para los vehículos, con la excusa de contaminar menos el medio ambiente, ¿no deberemos pensar también el resto mayoritario de humanos en producir e ingerir alimento (nuestro combustible) producido de forma ecológica y no tan manipulado genéticamente?
¿O es que, tal vez, ingerir alimentos cada día más rellenos de aditivos químicos, insecticidas, funguicidas, antibióticos y modificaciones genéticas, es una estrategia de estas malditas empresas para tener a la sociedad siempre medio enferma?
Tener clientes a perpetuidad ligados a la poderosa industria farmacéutica es un gran negocio, y mucho más teniendo en cuenta que sólo se dedican a producir medicamentos que no curan, pero que sí sirven para hacer crónica la enfermedad.
Afirmar esto puede parecer muy fuerte, pero sólo hace falta interesarse en leer la entrevista que el periódico La Vanguardia hizo al Premio Nobel de Medicina, Dr. Richard J. Roberts, el día 27 de julio de 2007 en el espacio “La Contra”, titulada “El fármaco que cura no es rentable”. http://www.homeosynthesis.es/Industria%20farmaceutica.pdf
Y más espeluznante, todavía, es leer el informe elaborado por la monja catalana Teresa Forcades, doctorada en Medicina, titulado “Los crímenes de las grandes compañías farmacéuticas”. Se puede obtener en este enlace: http://www.fespinal.com/espinal/llib/es141.pdf
Es, además, muy preocupante que las multinacionales Monsanto, Singenta-Novartis, Bayer, Basf, …, que dominan el mundo de las semillas, a la vez tengan potentes industrias farmacéuticas y de alimentación. Son intereses muy contrapuestos que haría falta separar por el bien de la humanidad, puesto que salud y alimentación van íntimamente relacionadas y son parámetros que habrían de estar excluidos de la locura especulativa y de la manipulación genética en que han entrado estas empresas.
Aunque más alarmante es que quien, teóricamente, nos tendría que defender de los abusos de estas industrias, léase Comisión Europea con su presidente Barroso a la cabeza, se venda a sus intereses, aprobando la legalización de una patata transgénica de Basf, http://www.greenpeace.org/espana/news/100302-02, con estudios que demuestran su peligrosidad, en contra de la opinión mayoritaria de un Parlamento Europeo que cada día se está convirtiendo más en un lugar de simple pastoreo político, sin ningún poder democrático sobre la mafia organizada en torno a la Comisión Europea.
¿De qué nos sirve votar a un Parlamento Europeo y mantener a cientos de diputados y miles de funcionarios, si quien realmente gobierna son títeres, como el Sr. Barroso, a las órdenes de estas industrias farmacéuticas?
¿A qué esperan para rebelarse, al menos, los diputados que discrepan de las decisiones fascistas de los órganos europeos de gobierno antidemocráticos?
Por dignidad, todos a casa y a organizar conjuntamente con la sociedad unas nuevas bases de auténtica democracia participativa.
Suiza puede ser un buen ejemplo de participación ciudadana. Por referéndum popular vinculante convocado por el mismo pueblo suizo, con el aval de 100.000 firmas, pudieron prohibir hace años los transgénicos
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