Es la cabra la que tira al monte. Son cosas de la naturaleza, pero Camps, presidente corrupto de la Comunidad Autónoma Valencia, que también es natural, después de los caros trajes que viste sin pagar, de “regaliz”, lo que más le gusta es la cuneta, el comodín que tenía Franco para ejercitar el noble deporte del fusilamiento al punto de la mañana.
Con el agua política hasta las cejas, cargadas por la puntita del iceberg de la corrupción política del caso Gürtel que conocemos, la oposición política, que tampoco está para tirar cohetes, se quiere comer a Camps con trajes caros y todo, y este que se ha creído que todo el monte es orégano, dice cuanto le place hasta que, claro, le sale la vena de cuneta que lleva dentro.
“Le encantaría –le dijo Camps al portavoz socialista en sesión parlamentaria autonómica- coger una furgoneta, venirse de madrugada a mi casa y por la mañana aparecer yo baca abajo en una cuneta.”
La arrogancia, la prepotencia, el cinismo, la vaciedad de sesos, el simplismo tontilón, la chabacanería, la chulería de niño bien, la dialéctica chirriante, sosa y hueca y el lenguaje soez e indigno, dentro de un traje caro pagado por la trama corrupta Gürtel, acompañado incondicionalmente por Rajoy, plastilínicamente embustero, podría ser la mejor definición de Camps, uno de los máximos exponentes de la extrema derecha que anida en el Partido Popular y que constituye uno de los más firmes apoyos de Rajoy para llegar a las manijas del poder político.
Esta es la derecha que le hace sombra al gobierno de Zapatero. Pobre y simple Zapatero… ¡Pues anda que nosotros!
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