domingo, 31 de mayo de 2009

GENERAL MOTORS, RUINA DEL CAPITALISMO



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(Coche cuesta abajo: triunfal fracaso del capitalismo representado por GM)

No es opinión sino hecho objetivo y contrastado: el coloso capitalista americano, la General Motors, que le vendía gasolina y motores a Franco para que consumara su crimen contra el pueblo español (pueblo), que desde entonces a hoy ha venido disponiendo de todos los medios para hacer negocio y enriquecer a sus principales socios, está en quiebra.
Sus encopetados y prestigiosos dirigentes no han sido capaces de evitar la quiebra. De enriquecerse mediante la explotación de los trabajadores si han sido capaces, de evitar la quiebra no.
Esto queda fuera de discusión, salvo que el niñato Santiago, al que Aznar le escribe cartas para salvar a España, aparezca un buen día y como Aznar, se nos ponga a contar chistes malos para salvar el “liberalismo” (capitalismo añejo).
La función histórica que tenía el capitalismo de desarrollar las técnicas productivas ha llegado a su fin, y la estructura económica creada por el mismo capitalismo en función de sus necesidades, ha llegado a su punto de contradicción culminante, y no se corresponde con la estructura política que le seria necesaria, no para salvarse, sino para alargar su agonía.
Agonía del capitalismo que no es una simple frase o concepto abstracto, sino que se manifiesta en la práctica de forma concreta mediante la agonía de todas las clases trabajadoras, y pequeños y medianos capitalistas no ligados a los grandes capitales, en el empeoramiento de las condiciones de vida de todas las clases trabajadoras y pequeños y medianos capitalistas no ligados a los grandes capitales.
La estructura política es a la estructura económica lo que el vestido al cuerpo. A un cuerpo económico le corresponde un traje político, y además, que sea un traje a su medida.
A un modo de producción, como es el capitalista, basado en la división social del trabajo, mediante la cual ha llegado a socializarse de forma preponderante toda la producción, le corresponde un traje político también socializado, o sea, socialista. Y, no estaría de más que de una vez por todas nos borráramos de la cabeza que el Partido Socialista Obrero Español, PSOE, no tiene de Socialista más que el nombre.
Si en la producción objetivamente socializada intervienen todas las clases sociales trabajadoras de la sociedad, son ésas mismas clases sociales trabajadoras de la sociedad las que han de decidir cuánto, cómo y dónde se debe producir y cómo y en que condiciones se debe distribuir todo lo producido.
Hoy, gracias al desarrollo de las fuerzas productivas que ha llevado a cabo el capitalismo, y que ha constituido su contribución al desarrollo histórico, cumpliendo así con su función histórica, la producción están objetivamente socializada.
Sin embargo, todas las decisiones efectivas que intervienen en la producción se toman en cuatro despachos que nadie sabe exactamente donde están, ni tampoco se sabe exactamente los cuatro piturrines y dos piturrinas del capital que asisten a esos cuatro despachos, cuyas decisiones condicionan y limitan el desarrollo económico mundial y condiciona y determinan las condiciones de existencia de toda la humanidad. Lo cual, objetivamente, constituye una absoluta contradicción desde todos lo puntos de vista con los que se quiera mirar: moral o dialéctico, entre la estructura económica y la estructura política, que es lo que hay que resolver, pero que no se lleva camino de resolver, lo que por otra parte, no deja de ser lógico. Los que crean la crisis, manejando los mismos elementos que la han creado como solución a la misma, no la pueden resolver. Sencillamente es imposible.*

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