Más allá del 23J, cómo frenar
el auge de los fascismos: lecciones de la Gran Depresión
Por Juan
Laborda
Rebelion / España
| 04/08/2023
Fuentes: El
Salto [Foto: David F. Sabadell]
Se trata de aprender de la historia para evitar cometer los mismos errores
y construir una economía más sólida y resistente a las crisis futuras, y que de
paso no de alas al fascismo.
En contra de
los pronósticos de ciertas demoscopias capitalinas, con un claro afán de
desanimar el voto progresista, el Gobierno de coalición ha resistido y se va a
poder reeditar. Se pueden analizar los resultados desde ópticas distintas pero
complementarias. Desde un análisis meramente político, el 23J ha sido el
fracaso de un trumpismo madrileño regado económicamente por unas élites
rentistas que, desde el famoso Tamayazo, hacen y deshacen a su antojo, sin
ningún tipo de rubor. La visión de una España grande y libre, que siempre ha
servido como coartada para que aquellas amasaran pingues beneficios, ha
fracasado este 23J. La ciudadanía, con su voto, ha vuelto a demostrar que
España es un país con una rica diversidad cultural, lingüística y de gentes,
pero con un denominador común: tratar de vivir dignamente.
Sin embargo,
permítanme centrarme en otra óptica distinta. Cómo la formulación de políticas
económicas puede acabar favoreciendo finalmente el ascenso del fascismo, que,
hasta ahora, en nuestro país hemos sido capaces de frenar. Los datos económicos
de España de los últimos dos años, a pesar de los augurios de ciertos
economistas adscritos ideológicamente a la derecha, han sido mucho más
positivos de lo esperado. España crecerá alrededor del 3% este año, tras un 5,5%
en 2022, y su tasa de inflación interanual se moverá alrededor del 2% al cierre
de 2023. Se crece más del doble que nuestros socios europeos y, además, con la
inflación más baja.
Pero ahora que
todos los economistas y organismos internacionales rehacen sus predicciones al
alza, porque no entendieron el ciclo actual, es cuando yo empiezo a detectar
los primeros síntomas de desaceleración. Desde Europa, burócratas que no han
sido elegidos por la ciudadanía, están proponiendo una mezcla de política
económica que hará implosionar el crecimiento económico de Europa, y, en menor
medida, de España. Los actuales irresponsables del Banco Central Europeo, en un
diagnóstico erróneo de la inflación actual, han emprendido una loca carrera por
subir los tipos de interés. Sus efectos ya empiezan a notarse en nuestra
economía. El MIPred de la Airef ha corregido a la baja el PIB del segundo
trimestre de tasas intertrimestrales próximas al 1% a cifras alrededor del
0,4%. Pero si además en 2024, a los burócratas de Bruselas se les ocurre
implementar consolidación fiscal, de esas que le gusta a la muchachada de
Feijóo, da igual lo que propongamos, en la segunda mitad de 2024, esa policy-mix,
unida a una inexorable crisis de deuda privada en los países anglosajones nos
haría entrar en recesión. Y eso sí que daría alas al fascismo, como en la Gran
Depresión. Parece que no hemos aprendido nada.
Lecciones de la Gran Depresión
Permítanme
desempolvar un libro que ya tiene sus años, y que siempre me gusta
recordar, Lecciones de la Gran Depresión (Alianza
Editorial, 1995), escrito por el economista Peter Temin. En él, Temin busca
explorar las causas, consecuencias y lecciones extraídas de la Gran Depresión,
la peor crisis económica del siglo XX. Temin aborda el origen y desarrollo de
la crisis, señalando cómo factores como la especulación desenfrenada en el
mercado de valores y la falta de regulación financiera contribuyeron a la
debacle económica de la década de 1930. La financiarización actual nos ha
aboca, si nadie lo remedia, a que la historia se repita. Pero, bajo este
contexto, sobre todo, son las políticas contractivas bajo el patrón oro las que
llevaron forzosamente a una Gran Depresión debido a la naturaleza rígida del
sistema monetario basado en este estándar.
Bajo el patrón
oro, la cantidad de dinero en circulación estaba vinculada a las reservas de
oro del país, lo que limitaba la capacidad de los gobiernos para expandir la
oferta monetaria según las necesidades económicas. Durante la Gran Depresión,
varios países seguían este sistema, lo que implicaba que las autoridades tenían
que mantener una política monetaria restrictiva para mantener la paridad del
oro y evitar la depreciación de la moneda.
Esto
significaba que cuando la economía estaba en recesión, los gobiernos tenían
poca flexibilidad para estimular la actividad económica mediante la expansión
monetaria. La incapacidad para inyectar suficiente liquidez en la economía
exacerbó la contracción económica y condujo a una espiral descendente de
deflación, desempleo y crisis financiera.
Además, la
rigidez del patrón oro también limitaba la capacidad de los gobiernos para
llevar a cabo políticas fiscales expansivas. Los esfuerzos para reducir los
déficits presupuestarios y mantener una disciplina fiscal rigurosa empeoraron
la situación, ya que se reducía la inversión pública y la demanda agregada.
En resumen, el
patrón oro llevaba a políticas contractivas que restringían la capacidad de los
gobiernos para responder adecuadamente a la depresión económica, lo que agravó
la crisis y prolongó su duración. Estas lecciones históricas resaltan la importancia
de contar con sistemas monetarios y políticas económicas más flexibles y
adaptables para hacer frente a los desafíos económicos y evitar caer en
situaciones similares en el futuro.
El consenso sobre la consolidación fiscal es erróneo
En la actualidad,
el consenso sobre la austeridad o consolidación fiscal no se basa en ninguna
comprensión lógica del sistema monetario moderno e ignora deliberadamente
muchas de las opciones reales que están a disposición de los gobiernos emisores
de moneda “fiat”. El pensamiento gregario dominante tiene un carácter
destructivo al imponer recetas cuyos supuestos macroeconómicos fundamentales no
se basan en la realidad.
Tras la ruptura
de Bretton Woods en 1971, la mayoría de los gobiernos empezaron a emitir sus
monedas mediante decretos legislativos bajo un tipo de cambio flotante. Un tipo
de cambio flexible libera a la política monetaria de tener que defender una
paridad fija. Por lo tanto, las políticas fiscal y monetaria pueden
concentrarse en garantizar que el gasto doméstico sea el suficiente para
mantener altos niveles de empleo. Los gobiernos que emiten sus propias monedas
ya no tienen que financiar su gasto, ya que los gobiernos emisores de moneda
nunca pueden quedarse sin dinero. El culto a la austeridad se deriva de la
lógica del patrón oro y no son aplicables a los sistemas monetarios “fiat”
modernos. Pero erre que erre. Se trata de aprender de la historia para evitar
cometer los mismos errores y construir una economía más sólida y resistente a
las crisis futuras, y que de paso no de alas al fascismo en sus diversas
versiones.
Fuente: https://www.elsaltodiario.com/analisis/alla-del-23j-frenar-auge-fascismos-lecciones-gran-depresion
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