América Latina y Europa: de igual a igual
Rebelion
18/07/2023
Fuentes: Rebelión
La relación entre Europa y América Latina siempre ha estado marcada por una
herida de siglos.
El 12 de
octubre de 1492, tres embarcaciones que habían zarpado en agosto desde España,
tocaron tierra en la isla de Guanahani, cerca de las Bahamas. No se trató de un
idílico “encuentro entre dos mundos” como nos lo pintaron en los textos
escolares; fue el inicio de una invasión europea al nuevo continente que con el
tiempo sería nombrado “América” por los conquistadores.
Luego vinieron
más de trescientos años de coloniaje, lo que significó dominación política e
imposición cultural que a su vez dio origen al mestizaje. Ocurrió también la
explotación de poblaciones indígenas para la extraer las riquezas naturales,
comenzando por la plata y el oro que, al ser enviadas al viejo continente,
aceleraron lo que Marx llamó la acumulación originaria del capitalismo
industrial. Fue así que Europa se convirtió en hegemónica a nivel mundial, una
posición de privilegio que recién cedería en el siglo veinte.
¿Toda esta
historia quedó superada con la independencia de numerosos países
latinoamericanos? No del todo, porque la soberanía estatal del siglo diecinueve
preservó en las nacientes repúblicas latinoamericanas el racismo y la opresión
hacia los pueblos originarios. Esta infame herencia colonial la supo
interpretar el Papa Francisco -el primer purpurado nacido en estas tierras- que
el año 2015 pronunció las siguientes palabras: “Pido humildemente perdón por
los crímenes cometidos contra los pueblos originarios durante la llamada
Conquista de América”. Este primer arrepentimiento es trascendental ya que la
iglesia católica desde México hacia el sud, lo mismo que el protestantismo
hacia el norte, fueron parte esencial del régimen colonial.
Con estas
enormes salvedades, durante el siglo que corre y que es calificado como “el
siglo de la integración”, los 27 países que conforman la Unión Europea y los 33
países que el año 2010 fundaron la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del
Caribe (CELAC), iniciaron reuniones bianuales para abordar temas de interés
compartido bajo la premisa de lograr acuerdos en un plano de igualdad. He aquí
la gran diferencia histórica: ya no es América Latina la región subordinada a
Europa, y no es más Europa el centro del mundo. Hoy la relación a nivel de
bloques es cada vez más de igual a igual.
Pero esa
relación quedó interrumpida por la pandemia que paralizó al mundo hace tres
años, y por el alejamiento brasileño del bloque latinoamericano bajo la
presidencia de Bolsonaro. Las Cumbres no volvieron a hacerse desde el 2015.
Durante estos
ocho años, Europa fue perdiendo protagonismo en una geopolítica global dominada
por Estados Unidos y China, al mismo tiempo que Latinoamérica retomó el impulso
integrador con los nuevos gobiernos de izquierda progresista en México, Chile,
Argentina, Bolivia, Colombia y Brasil. También durante este tiempo se ha
acelerado el calentamiento global, debido a que los “Acuerdos de Paris” para
poner límite inmediato a la emisión de gases de efecto invernadero, firmados
por 193 países y por todo el bloque de la Unión Europea, unilateralmente fueron
desconocidos por el Gobierno estadounidense de Donald Trump.
En estos ocho
años se gestó la guerra en Ucrania, que ha deteriorado aún más la situación en
el continente europeo, por la subida general de precios de los energéticos y de
los alimentos, causando un malestar social que está catapultando a la
ultraderecha hacia los gobiernos, como ya ocurrió en Italia y Finlandia.
Vuelven a
reunirse la Unión Europea y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe
(CELAC) en la ciudad de Bruselas, sede del Parlamento Europeo. Y lo hacen en
momentos en que Alemania, la potencia industrial del viejo mundo, entró en
recesión económica, y en que la mayor parte de los países de América Latina
mantienen una relativa estabilidad financiera y de abastecimiento alimentario.
Esto pone en desventaja coyuntural a los países europeos, siempre necesitados
de los mercados y recursos naturales –ahora se agrega el Litio- que los países
latinoamericanos poseen.
No son muchos
los consensos como para tener demasiadas expectativas en esta Cumbre, pero sí
es posible construir una nueva agenda que incluya la opción por el
multilateralismo, retomar los acuerdos internacionales para frenar el
calentamiento global, acelerar la transición energética, rediseñar el sistema
financiero mundial y discutir si para América Latina conviene acoplarse al gran
proyecto de inversión (Global Gateway) con el que Europa quiere recuperar el
terreno perdido ante el avance chino. El intento de involucrar a los países
latinoamericanos en el financiamiento y el abastecimiento de armas a Ucrania ha
sido rechazado por varios países de la CELAC, con lo que fracasa la estrategia
guerrerista de los países europeos miembros de la OTAN, prevaleciendo la
orientación latinoamericana de encontrar una salida negociada y pacífica a la
matanza.
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