Los radicales judíos han esperado décadas para llegar al
poder. Ahora les salen los números y se resisten a dejar escapar esta
oportunidad. Lo cuenta Croke, ex miembro del MI6 y ex asesor de Javier Solana.
Los dos bandos de la región ven ahora posible una
«gran guerra”
El Viejo Topo
24 mayo, 2023
Los acontecimientos en Oriente Próximo se han precipitado: una «década de cambio» se ha comprimido en apenas unos meses: Putin y Xi Jinping han sellado una Entente que cambiará el mundo; China ha mediado en un acuerdo entre Irán y Arabia Saudí. El presidente Raisi se reunirá con el rey Salman después del Ramadán; se han iniciado conversaciones serias de alto el fuego en Yemen. China y Rusia han persuadido a Turquía y Arabia Saudí para que rehabiliten al presidente Assad; el ministro de Exteriores sirio ha visitado Riad. Arabia Saudí ha virado hacia China; la OPEP+ ha reducido el suministro de crudo. Y en todas partes, desde el Sur Global hasta Oriente Medio, el dólar estadounidense como moneda comercial está siendo abandonado en favor de las monedas nacionales.
Se está
consolidando un nuevo paradigma.
En el plano
geopolítico, la hegemonía occidental en la región se ha caído del muro y yace
destrozada en el suelo. Ni todos los «hombres del rey» (neoconservadores)
conseguirán volver a armarla.
Y, en otro
plano más elevado, un eje de voces en toda la región (el día de Al-Quds) habló
con fuerza, y con una sola voz unida, de que más vale que el «huevo» israelí
tenga cuidado, no sea que caiga y se rompa también.
El estamento de
seguridad israelí –aunque en términos codificados– ve la perspectiva en forma
coincidente. Moshe Yaalon, ex ministro de Defensa, dijo recientemente (https://twitter.com/SinaToossi/status/1644724021043363841)
que los «radicales» del gobierno israelí quieren una «gran guerra»; y cuando
«Israel» quiere una guerra, normalmente la consigue; y esa guerra vendrá por la
cuestión palestina, sugirió
Yaalon. “Casualmente”, la Inteligencia militar israelí dice lo mismo: aumentarán las posibilidades de una “guerra real” este próximo año (https://www.haaretz.com/israel-news/2023-04-14/ty-article/.premium/israeliintel-sees-a-possible-war-in-the-coming-year-will-netanyahu-remain-cautious/00000187-7b81-d484-adeffb8521b50000).
En pocas
palabras, los acontecimientos en «Israel» ya no están bajo el ‘control’ de
nadie. Las fuerzas «recién» empoderadas del fanatismo sionista de los colonos y
de la derecha religiosa para convertir «Israel» en la «Tierra de Israel» no
están a punto de «desaparecer» de escena. No persiguen ningún proyecto
geopolítico racional de la Ilustración, sino la «voluntad de Yahvé». Y eso
constituye una dinámica totalmente distinta.
Los radicales
judíos han esperado décadas para llegar al poder. Ahora les salen los números y
se resisten a dejar escapar esta oportunidad. Estados Unidos está ejerciendo
una enorme presión sobre el primer ministro Netanyahu para que abandone la
«reforma» judicial, que sin embargo constituye la piedra angular de todo el
edificio de la «Tierra de Israel»: un proyecto que se basa en «recuperar» toda
Cisjordania de manos palestinas. Una empresa que puede sacudir la región hasta
sus cimientos y desencadenar una guerra.
Es una empresa
en la que, sospecha la derecha israelí, el Tribunal Supremo podría muy dar una
vuelta de tureca. Y tendrían razón.
Aunque el
presidente Biden necesita en este momento un «conflicto» en Oriente Próximo
además de la guerra en Ucrania tanto como un tiro en la sien. El ex primer
ministro Sharon fue clarividente hace unas dos décadas al prever que el poder
de Estados Unidos en la región menguaría y que, en última instancia, Estados
Unidos se mostraría impotente para impedir que «Israel» se «apoderara» de la
Tierra bíblica de «Israel». Esa intuición probablemente se ha hecho
realidad en este preciso momento.
Por supuesto,
es posible que Netanyahu intente dar marcha atrás (https://www.al-monitor.com/originals/2023/04/israels-netanyahu-falls-polls-could-abandon-judicial-overhaul).
El Primer
Ministro suele preferir la cautela. Pero, siendo realistas, ¿puede echarse
atrás?
Es rehén de sus
socios de coalición –en caso de que desee evitar la cárcel–, de los que sólo su
actual formación de gobierno puede protegerle. Sin esa protección, el resultado
inevitable será un proceso judicial.
No hay indicios
de que otros socios de coalición estén dispuestos a asociarse con Netanyahu, ni
a cualquier precio.
No es difícil
comprender el origen de la intransigencia radical de los Mizrahi respecto al
Tribunal Supremo. A los partidarios de un Estado judío, en lugar de un Estado
«democrático» (laico) equilibrado, les salen los números. Ya les salían en el
ciclo electoral de 2019. Los haredim, los nacional-religiosos y los mizrahim
deberían haber tenido suficientes votos para asegurarse 61 escaños en la
Knesset (una mayoría). Pero en el transcurso de cuatro campañas electorales, la
«derecha» no logró materializar su mayoría (https://www.972mag.com/israeli-right-new-struggle/)
ya que los miembros árabes palestinos de la Knesset entraron en el juego de
formar coaliciones para impedir que la derecha (que incluye a los mizrahim)
capitalizara su superioridad numérica.
La ministra
Smotrich escribió entonces en un post de Facebook (https://www.facebook.com/Bezazelsmotrich/posts/1922835757870792)
que, de persistir esta situación, la derecha seguiría siendo minoría para
siempre.
Es el deseo de
asegurar que la mayoría alcance el poder lo que está detrás de la agenda para
neutralizar al Tribunal Supremo y expulsar a los partidos árabes de la Knesset
(https://www.972mag.com/israeli-right-palestinian-parties-ban/).
Entonces, y sólo entonces, se podrá superar (desde este punto de vista) el
establishment laico-liberal asquenazí y crear un Estado judío en la tierra
bíblica de «Israel».
Si ese Estado
resultara ser «democrático» podría funcionar, pero cualquier atributo
democrático sería totalmente subsidiario de su «judaísmo» (https://www.haaretz.com/israel-news/2023-04-13/ty-article/.premium/for-israels-protesters-its-democracy-now-and-peace-with-the-palestinians-maybe-later/00000187-7bbe-d484-adef-fbbeceb10000).
Fuente: Al Mayadeen.
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