Dos notas sobre capitalismo y ecología
04.10.2019
Primera nota: el capitalismo es el problema.
Ningún modo de
producción se corresponde a una supuesta naturaleza humana. Ninguno es la
coronación de una pretendida marcha del espíritu humano. Todo modo de
producción es histórico: nace por unas circunstancias concretas, se desarrolla
de una manera y acaba de una forma.
El capitalismo
se basa en la explotación del hombre por el hombre. Su dinámica es la
acumulación incesante de capital, la conversión de todo en mercancía, la
extracción de plusvalía al factor trabajo. Su esquema es D – M – D´, esto es:
invertir dinero para producir mercancías para generar más dinero, que se
invertirá en producir más mercancías para generar más dinero en un ciclo que se
cree y se desea progresivo e infinito.
Y a pesar de
los inmensos desastres que ha provocado – desposesión inicial del campesinado,
explotación salvaje del proletariado en sus comienzos en Europa y en la
actualidad en muchas zonas del mundo, expansión colonial que llevó la
destrucción a todos los continentes, guerras regionales y mundiales… – ha
logrado una gran legitimidad al punto de que para una mayoría es el sistema
productivo que corona la civilización, el mejor de los mundos posibles.
Esta hegemonía
en la sociedad y en la mente de las gentes no es fruto sólo de la propaganda o
de la ignorancia del pueblo. También se debe a la inmensa capacidad del
capitalismo. Ningún modo de producción, ningún sistema de dominación sobrevive
por mucho tiempo si no es capaz de satisfacer de forma apropiada las
necesidades materiales y espirituales de una parte significativa de la
población. Y no cabe duda de que el capitalismo con su inmenso desarrollo de
las fuerzas productivas, con su gran capacidad de crear riqueza, con su
abrumadora producción de mercancías ha logrado satisfacer los deseos y
aspiraciones de una parte muy importante de las sociedades avanzadas y de una
parte pequeña pero poderosa de las atrasadas.
Sin embargo el
coste que para la mayoría de los seres humanos está significando esta vida privilegiada
de algunos, si siempre ha sido gravoso, hace ya tiempo que se transformó en
insoportable. Incluso esos privilegios de algunos empiezan a reducirse, para
significar lisa y llanamente el enriquecimiento de cada vez menos.
El capitalismo
está en crisis, incapaz de superar sus contradicciones internas, imposibilitado
de resolver de forma eficaz sus problemas de tasa de ganancia, acumulación de
capital y sobreproducción, pero el capitalismo está dispuesto a pervivir sea
como sea.
Hemos llegado a
lo que se ha dado en llamar el “momento Polanyi”: la conversión de todo en
mercancía, en fuente de riqueza, en materia para el capital, en terreno para el
beneficio privado, en sangre fresca para el mercado, destruye las propias bases
en las que se asienta cualquier sociedad humana, la lleva a su autodestrucción…
y esta sociedad, inevitablemente tratará de defenderse de esta desposesión
masiva de lo común, de esta despiadada apropiación privada de personas y
bienes, de esta mercantilización absoluta de la vida humana.
Sin embargo
esta reacción defensiva inevitable de los de abajo no tiene el triunfo
asegurado y, lo que es peor, puede que no llegue a tiempo. Porque la etapa
histórica que nos ha tocado vivir, la que vamos a dejar en herencia a nuestros
hijos, está marcada por una terrible carrera, la que están disputando el
desastre ecológico provocado por el capitalismo y la posibilidad de una
transformación social que termine con este sistema económico depredador basado
en el beneficio, la explotación y el capital.
Segunda nota:
el capitalismo verde es un oxímoron.
El oxímoron es
una figura retórica que consiste en complementar una palabra con otra que tiene
un significado contradictorio u opuesto. Por ejemplo: secreto a voces,
agridulce o muerto viviente. La utilización de “verde”, entendido como
ecológico, junto a la palabra “capitalismo” sería contradictoria en los propios
términos… aparte de un demagógico uso retórico que trataría de ocultar las
leyes fundamentales del capitalismo, pues solo desde su desconocimiento o desde
un propósito de manipular conciencias es posible esa quimera llamada
capitalismo verde. Veamos:
1º.- Como
dijimos en la nota anterior, la acumulación incesante del capital (D--M--D´),
la conversión de todo en valor de cambio y mercancía, la transformación del
trabajo en valor y fuente de plusvalía, la desposesión de lo común, la búsqueda
del beneficio, la competencia entre los diferentes capitales y la creación de
una gran masa humana que solo tiene para sobrevivir su fuerza de trabajo son
las características básicas del modo de producción capitalista.
2º.- El
crecimiento de las fuerzas productivas y los avances tecnológicos han supuesto
un aumento sin igual en la historia de la productividad. Este aumento de la
productividad ha ido paralelo a un aumento espectacular de las emisiones de
CO2.
3º.- La
pregunta sería entonces ¿Es posible controlar las emisiones de CO2, esto es,
lograr los objetivos marcados por el IPCC – Panel Internacional sobre el Cambio
Climático – con las leyes del mercado capitalista? Por ejemplo, a través del
establecimiento de ecotasas.
4º.- Problemas
de la ecotasa: uno, bajada del margen de beneficios empresariales, solo
compensable repercutiéndola en los salarios o mediante reducción de impuestos o
subvenciones; dos, las empresas contaminantes son más “eficaces” y tienen menos
costes productivos; tres, perturbaría la competencia entre capitales,
desplazando a estos a los “bienes verdes” subvencionados, lo cual, de nuevo,
solo se podría reequilibrar bajando los salarios; cuarto, fomentaría las
deslocalizaciones; quinto, se producirían desequilibrios tanto por parte de la
demanda – por reducción de salarios – como por parte de la oferta – por
sobreproducción de bienes verdes y/o aumento de precios de dichos bienes –
5º.- El
cumplimiento de los objetivos del IPCC frenaría el crecimiento. Por ejemplo,
una reducción del 85% de las emisiones de CO2 supondría una bajada del PIB
mundial del 3,3 por año. Esta limitación del crecimiento sería incompatible con
el principio capitalista de la acumulación continua y ampliada del capital.
6º.- Por
añadidura el cumplimiento de estos objetivos no es compatible con la
competencia entre capitales, otra ley fundamental del capitalismo, y
significaría la introducción de profundos desajustes en la estructura del
capitalismo mundial – a la par que perturbaría la rotación del capital –
7º.- Se
produciría también un grave inconveniente para la rentabilidad del capital y no
olvidemos que es el beneficio el objetivo fundamental del capital.
8º.- El
cumplimiento de estos objetivos exigiría la creación de una instancia ejecutiva
mundial que colisionaría con la división internacional del trabajo, los
intereses de las grandes corporaciones y multinacionales y los objetivos de los
estados hegemónicos en el Sistema Mundo.
9º.- La
instauración de una economía verde y sostenible entraría en contradicción con
las leyes fundamentales del capitalismo y solo sería posible con la creación de
una economía planificada a nivel mundial.
10º.- Esta
economía planificada mundial implicaría una cambio radical del modo de
producir, de los bienes producidos y de los modos de consumo. Supondría una
reducción substancial del excedente producido – algo de nuevo inaceptable para
el capitalismo –
11.- Sí es
concebible y posible una parcheo verde del capitalismo: nuevas fuentes de
energía, mejor aprovechamiento de recursos, ahorro energético etcétera, pero
todas estas reformas tendrían como límite infranqueable la naturaleza del
capitalismo, esto es: la acumulación continua de capital, la extracción de
plusvalía, la conversión de todo en mercancías, la mercantilización de las
relaciones humanas, la expropiación continua de los bienes comunes.
12.- Para
finalizar una cita: “Cualquiera que crea que el crecimiento exponencial puede
continuar indefinidamente en un mundo finito, es un loco o un economista”
Kenneth Boulding.
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