Organizaciones comunistas en el Estado Español presentan manifiesto conjunto ante las elecciones 2019
Más vale no hacerse ilusiones. El escenario electoral repleto de
actores, tan enfrentados y aparentemente tan diferentes, se erige una
vez más para ocultar una misma y dramática verdad. Ninguno de los
partidos del Parlamento tiene propuesta alguna capaz de cambiar las
condiciones de vida y de trabajo de la cada vez más inmensa clase
obrera, para la que nunca acabó la crisis y sobre la que pretenden
descargar, nuevamente, las consecuencias de un nuevo estallido.
Todos saben que está a la vuelta de la esquina, pero de eso – tampoco
– nadie habla. La crisis rompió en pedazos el espejismo reformista de
“mejoras” o de “bienestar”sin tocar el núcleo duro de la estructura de
poder. Y para hablar mínimamente en serio de soluciones habría que decir
alto y claro que el gran capital europeo, para intentar salvar sus
bancos y sus multinacionales del naufragio, además de los rescates con
dinero público, nos ha impuesto la camisa de fuerza del Déficit y del
pago de una Deuda construida, precisamente, por esos rescates. Y sobre
todo, porque si se hablara claro, la gente entendería y exigiría actuar
en consecuencia, y no están dispuestos. El vergonzoso ejemplo de la
“nueva izquierda” – Syriza – en Grecia o el más cercano del “cambio” de
Pedro Sánchez apoyado por Unidos Podemos, nos ahorra más argumentos.
La oligarquía europea, hegemonizada por Alemania, asegura sus
políticas en el Estado español a través del engranaje institucional que
garantizó, con la Monarquía y Constitución de 1978, la continuidad de la
dominación de la oligarquía financiera y terrateniente y de las
estructuras de poder del franquismo, con el añadido de los nuevos ricos
de las privatizaciones de PSOE y PP. Las contrarreformas laborales, de
las pensiones, la privatización de todo lo rentable, de los desahucios,
la opresión de las mujeres trabajadoras, la sobre-explotación de la
clase obrera inmigrante son políticas salvajes que impone la Unión
Europea y que aplican gobiernos capitalistas de todo color político. La
exhibición de patrioterismo por los mismos que hipotecan toda soberanía a
los pies de la UE y de la OTAN y el criminal recurso al enfrentamiento
entre los pueblos en el caso de Cataluña, con el silencio cómplice de la
supuesta izquierda, ha mostrado en primer plano la reedición de todo el
esperpento del Régimen del 78. Frente a él, ni siquiera una lección de
dignidad y de voluntad de lucha tan impresionante como la que ha
ofrecido el pueblo catalán ha sido capaz de romper – él solo – en muro
del Régimen del 78. El marco general en el que se desarrollan y se
agudizan estas contradicciones es el de la enorme crisis general del
capitalismo que afecta a todas las estructuras sociales y políticas, al
tiempo que alimenta el recurso al fascismo y a la guerra para controlar
el acceso barato a materias primas y anular competidores. Y es esa lucha
feroz la que intensifica las contradicciones interimperialistas y abre
oportunidades de victorias. La creciente agresividad de la OTAN y el
incipiente Ejército Europeo son ejemplos de esas tensiones crecientes
entre el imperialismo europeo y el estadounidense. Hechos estos de gran
trascendencia para quienes estamos convencidos de que no hay otra salida
que la que abren los procesos revolucionarios y de que, en ese camino,
tiene importancia decisiva la división y la confrontación
interimperialista. Quienes apoyamos este Manifiesto creemos que es
precisamente esa izquierda pusilánime y engañosa, que resalta aspectos
colaterales para evitar enfrentar a los auténticos responsables de tanto
dolor y tanta desesperación, una de las principales responsables del
resurgimiento de la extrema derecha como expresión de la confusión y la
canalización de la rabia del pueblo estafado.
Y para enfrentarla no sirven histéricos llamamientos a formar
“Frentes Antifascistas” liderados por los mismos que han defraudado toda
esperanza de transformación. La derrota popular gestada en la
Transición se hizo sobre la base del debilitamiento hasta la extenuación
del poder de la clase obrera y el sometimiento de sus principales
organizaciones a los dictados de la burguesía. Y se consiguió, unas
veces mediante el soborno, otras usando la represión y siempre
fomentando la desmemoria. La ruptura de la continuidad histórica de las
luchas obreras y populares es la principal herramienta ideológica de la
dominación. La destrucción de la conciencia de que cada generación, para
poder enfrentar los problemas que cada época depara, necesita recoger y
actualizar el tesoro de experiencia y de lucha de quienes le
precedieron, es su arma de destrucción masiva de la conciencia colectiva
y facilitar su dominación. Otra es fomentar la división dentro de la
clase, de forma que el enfrentamiento entre sectores de la misma
confunda, distraiga y divida.
La ofensiva es múltiple: la multiplicación de las diferentes
situaciones laborales, la individualización y el vaciamiento del poder
de negociación colectiva, el racismo para enfrentar a la clase obrera de
diferentes nacionalidades o la más reciente, que intenta usar la
legítima lucha de las mujeres trabajadoras contra el patriarcado para
contraponer a mujeres en abstacto contra hombres. Todas ellas son cargas
de profundidad de la burguesía contra su mayor enemigo: la clase obrera
unida, en toda su diversidad, e independiente, es decir, consciente de
sí misma y de su poder. La lucha antifascista organizada y coherente
pueblo a pueblo, barrio a barrio, en las fábricas o en las
universidades, debe ser el resultado de la unificación de las luchas
obreras y populares contra el enemigo común. Y debe ir dirigida tanto a
levantar un muro popular frente al fascismo, como a rescatar de sus
filas la rabia y la desesperación obreras hartas de tanto engaño. Y para
ello no sirven discursos vacíos.
Es necesario identificar y llamar a la lucha contra los verdaderos
enemigos del pueblo. La construcción del poder obrero y popular debe
hacerse sobre la base de ineludibles propuestas de ruptura.
-Ruptura con las estructuras de poder del franquismo travestidas en
el Régimen del 78 y cuyos pilares son la Monarquía y la Constitución de
1978. Sólo la confluencia de las luchas obreras y populares por la
República con la de los diferentes pueblos del Estado español por el
ejercicio de su Derecho de Autodeterminación puede crear una correlación
de fuerzas favorable para llevar a cabo una tarea histórica pendiente
desde hace más de cuarenta años. Y junto a ella la lucha por la Amnistía
que vacíe las cárceles de presos políticos antifascistas.
-Negar el pago de una Deuda infame construida a base de transferir
fondos públicos a los grandes bancos y rebelarse ante el dictado del
Déficit, con la reducción del gasto en servicios públicos que conlleva.
Todo ello en el marco de la confluencia con otros pueblos de Europa con
el objetivo común de romper con el Euro y con la UE, así como con su
parafernalia de guerra dirigida contra otros pueblos o contra nosotros
mismos: la OTAN y el Ejército Europeo. La expropiación de la banca y de
las empresas estratégicas, y la planificación de la economía colocando
las necesidades humanas como máxima prioridad social, son herramientas
indispensables.
Los elementos políticos que aquí señalamos no saldrán en los debates,
ni en las tertulias electorales. Son, sin embargo cruciales, y
constituyen los pilares del programa político que debe permitir a la
clase obrera y a los pueblos del Estado español empezar a construir
sólidamente su propio poder, dejando atrás ilusiones y espejismos que
tan caro estamos pagando.
Las organizaciones firmantes de este Manifiesto nos hemos
comprometido a iniciar un proceso de debate y de unidad de acción que
nos permita avanzar juntas para recuperar lo perdido y continuar la
lucha hasta realizar la plena emancipación social.
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