Lenin y Trotsky frente a la burocracia y a Stalin
Eric Toussaint
VIENTOSUR
25/01/2017
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LA MUERTE DE LENIN
La última intervención de Lenin en dirección al
partido remonta al primer trimestre de 1923. Su ausencia afectará duramente al
partido. Su muerte, el 21 de enero de 1924, sobreviene una semana después de la
derrota de la oposición. La ceremonia de despedida de los restos mortales será
altamente simbólica. Stalin se las arregla para impedir que Trotsky participe.
Mientras que Trotsky, por consejo de los médicos del Kremlin y del BP, estaba
en camino hacia el Sur, Stalin le comunica la noticia de la muerte de Lenin
transmitiéndole una fecha falsa de los funerales para convencerle de la
imposibilidad de dar marcha atrás en el camino para llegar a tiempo a Moscú.
Ausente Trotsky, es la ocasión para los miembros de la Troika de presentarse
como los únicos continuadores de Lenin. La forma de la ceremonia está
totalmente en contradicción con la voluntad de Lenin. La Troika, en efecto,
decide embalsamarle.
Es el comienzo de un culto del difunto que, con el
pretexto de proseguir su combate, lo desnaturaliza completamente e intenta
justificar todas las decisiones tácticas de la Troika (el discurso de Stalin en
el II congreso de los Soviets es totalmente edificante sobre esto, citado por
Deutscher en su “Stalin” p. 333).
Muerto Lenin, corresponde a su compañera a quien ha
remitido su texto sobre la composición de la dirección (redactado en dos
tiempos: diciembre 1922/enero 1923) y conocido como su “Testamento”, demandar
su publicación para el próximo congreso. En ausencia de Trotsky, el BP decide
no comunicar el texto, pero decide sin embargo hacerse respaldar por el CC que
precede al congreso de mayo de 1924. El texto es por tanto comunicado al CC.
Significa una bomba para sus miembros, que sin embargo están en gran medida
situados tras la Troika. Según un testigo de la escena, Zinoviev declaró
“Camaradas, cada palabra de Ilitch (Lenin) es ley para nosotros. Hemos jurado
hacer todo lo que Lenin moribundo nos ha ordenado hacer (…) Pero nos sentimos
felices al decir que, sobre un punto, los temores de Lenin se han revelado infundados.
Puedo apostar por nuestro secretario general” (Bajanov, citado por Deutscher
op.cit. p. 335). Se decidió a continuación, a pesar de una minoría
significativa (entre ellos la viuda de Lenin, Krupskaia), no comunicar el texto
al congreso. Habrá que esperar 60 años para que el público soviético pudiera
conocer por vías oficiales el contenido de dicho Testamento. Trotsky se calló
durante la discusión, no cree que la divulgación del texto podría cambiar la
situación.
CONCLUSIONES
LA ACTITUD DE LENIN Y TROTSKY FRENTE A LA
BUROCRATIZACIÓN
Antes de llegar a un análisis crítico de la actitud de
Trotsky en 1923, creo necesario recapitular sobre la actitud de Lenin en su
último combate. Éste decidió a finales de 1922-comienzos de 1923, como hemos
visto, montar una verdadera máquina de guerra para provocar la derrota de la
fracción estalinista y de sus aliados, sancionada por la expulsión de Stalin
del puesto de secretario general. Tiene previstas, por otra parte, una serie de
reformas de las instancias de dirección del partido y del Estado. En fin,
considera que Trotsky debe ocupar un lugar clave en la dirección del Estado
obrero (le propone convertirse en el vicepresidente del Consejo de Comisarios
del Pueblo, lo que llevaría normalmente a la presidencia en caso de
desaparición de Lenin).
En consecuencia, declara a la dirección del partido
que forma un bloque con Trotsky. Lenin hace esto tras haber revisado su actitud
en relación al reparto de tareas en el seno del Buró Político (papel
predominante de Stalin en ausencia de Lenin, gracias a su control sobre el buró
de organización) y de la dirección del Estado.
No deja de ser cierto sin embargo que fue Lenin quien
llevó a Stalin a los puestos que éste ocupa, lo que le ha permitido constituir
su fracción poniéndola en una serie de puestos clave. Hay que recordar
igualmente que Lenin obtuvo la prohibición de las fracciones y de las
tendencias en el X Congreso sin precisar su duración. Lenin no debe
naturalmente ser tenido a pesar de todo por responsable de la constitución y de
la consolidación de la fracción estalinista. En su último combate, Lenin puso
toda su energía en la lucha antiburocrática.
Stalin y el estalinismo constituyen la antítesis del
pensamiento y de la acción de Lenin. Trotsky, en varios textos muy fuertes,
vuelve de forma autocrítica sobre su pasado conciliador de antes de 1917 (ver
en particular Cahiers Léon Trotsky de junio de 1988) pero no añade su
actitud del primer semestre de 1923. Sin embargo creo que, en la primavera de
1923 también, dio equivocadamente, pruebas de conciliación hacia la fracción
estalinista y de sus aliados coyunturales (Kaménev-Zinoviev hasta 1925).
¿Habría permitido una actitud diferente cambiar el curso de la historia? Es muy
difícil responder afirmativamente a esta pregunta pero, no obstante, tengo la
convicción de que el combate de la oposición de 1923 habría sido indudablemente
más fuerte si Trotsky hubiera llevado a cabo una batalla abierta desde el
congreso de la primavera de 1923.
Lo que no vio durante el debate sobre la cuestión
georgiana de la primavera de 1923 (lo comprendió por el contrario en diciembre
de 1923), es que la Troika no retrocedía más que momentáneamente para mejor
reforzar su posición a continuación. En la primavera de 1923, Lenin era
partidario de un combate diferente, Trotsky lo sabía, pero no medía todo su
alcance. Lenin se negaba a un acuerdo con Stalin sobre la cuestión georgiana y
sobre otras cuestiones. Quería infligirle una derrota política completa
sancionada por una decisión organizativa: su destitución. Lenin había sabido,
en numerosos momentos decisivos de la historia del partido, zanjar
organizativamente problemas políticos. Trotsky no comprendió en ese momento
este aspecto vital del combate político.
¿Era posible la destitución de Stalin en ausencia de
Lenin? Difícil responder. Pero la batalla merecía que se llevara a cabo. Si
Stalin hubiera podido ser obligado a dimitir del puesto de secretario general,
la lucha antiburocrática se habría facilitado. No habría sido ganada sin
embargo pues Stalin (como puso en evidencia Trotsky más tarde) no era más que
la emanación y el portavoz de la capa burocrática que comenzaba a
estabilizarse, a cristalizarse en los poros de la sociedad soviética, del
Estado y del partido bolchevique desde el comienzos de los años 1920.
La lucha para extirpar el cáncer burocrático implicaba
cambios de conjunto comprendiendo una recuperación de la autoactividad de las
masas, un relanzamiento concomitante de los soviets (que será propuesto por la
Oposición Unificada en 1926-1927), la restauración del derecho de tendencia en
el Partido y el pluripartidismo. La destitución de Stalin no habría constituido
por tanto la salida de la lucha antiburocrática pero habría representado un
punto de inflexión favorable a ésta.
A partir de octubre de 1923, Trotsky rompe con la
actitud que adoptó anteriormente y se lanza con los 46 en la primera ofensiva
pública y concertada de cuadros clave del bolchevismo contra la burocracia en
el interior del partido, lo que Lenin no había podido hacer anteriormente. Los
artículos de Trotsky (ver Nuevo Curso) constituyen para el año 1923 la
mejor explicación de la burocratización y de lo que había que oponerle. Es
apoyándose sobre el Nuevo Curso de Trotsky como los 46 combaten y ganan una
influencia significativa en el partido. Tras la derrota de la Oposición en
enero de 1924, habrá que esperar dos preciosos años para que Trotsky recupere
la iniciativa de la lucha. Trotsky estuvo paralizado políticamente entre enero
de 1924 y finales de 1925 en un momento completamente crucial para el partido,
el momento en que progresan de forma importante las deformaciones burocráticas.
Estuvo paralizado políticamente en el sentido en que no toma la cabeza de una
batalla a la vez política y organizativa con el objetivo de intentar poner a
Stalin y sus aliados en minoría.
Políticamente paralizado, lo que no quiere decir que
ha dejado de reflexionar y de debatir con otros cuadros claves del partido que
comparten su oposición a la burocratización: al contrario, analiza paso a paso
ésta y manifiesta su oposición abiertamente en el BP (donde está completamente
aislado) y por cartas confidenciales a sus aliados. Por el contrario, considera
que no es posible recurrir a una batalla abierta en el partido y la
Internacional.
Es a partir de 1926 cuando Trotsky retoma el combate
de forma decisiva contra la burocracia termidoriana. Antes de que ésta se
lanzara a la colectivización forzosa y a una represión de masas que destruyó
físicamente al partido bolchevique, crea la oposición unificada.
Para concluir este estudio, me queda volver sobre una
de las lagunas de la comprensión que tenían los dirigentes bolcheviques de los
problemas de la transición en los primeros años de la revolución. He evocado
esta laguna ya en la introducción.
En los artículos de Trotsky, en las intervenciones de
los 46, igual que en los últimos textos de Lenin, la burocracia no es aún
percibida como un actor social y político independiente, a la vez secuela del
pasado zarista y producto de las condiciones particulares del desarrollo del
Estado obrero soviético. Era por supuesto, muy difícil a los protagonistas
predecir la función que iba a ocupar la burocracia. En 1923-1924, en los años
que siguieron, los opositores de izquierdas (Trotsky, Rakovsky, Preobrajensky, Piatakov…)
consideraban que la burocracia planteaba el riesgo, por la política errónea que
imponía al partido, de reforzar las fuerzas sociales que querían la
restauración del capitalismo, es decir los nepman, los kulaks, etc.
No comprendían que la burocracia tenía un objetivo
específico de monopolización del poder y de cristalización de sus privilegios
sin que esto implicara la restauración del capitalismo. Este error de
perspectiva (fácil de evidenciar retrospectivamente) explica en parte la
adhesión de Preobrajensky a Stalin en 1929 cuando éste, rompiendo con la NEP,
dará la impresión de volver a una política proletaria socialista.
Corresponde a Rakovsky y luego a Trotsky haber
comprendido progresivamente a partir de 1928 el lugar específico ocupado por la
burocratización en el Estado soviético. Corresponde a Trotsky y a los
militantes que compartieron ese combate hasta el final haber sabido llevar a
cabo una lucha indefectible contra la burocracia estalinista y haber producido
un análisis acabado de la degeneración del Estado obrero soviético (ver La
Revolución Traicionada). En el momento del balance, es completamente
fundamental subrayarlo.
El combate de León Trotsky, Rosa Luxemburg y la IV
internacional por la democracia socialista
El combate de L. Trotsky y de la Oposición de
Izquierdas constituye un aporte fundamental a la lucha por la democracia en la
transición al socialismo tanto desde el punto de vista práctico como desde el
punto de vista del análisis de los procesos de deriva dictatorial tras la toma
del poder. Sin una comprensión del proceso de degeneración, no se puede definir
una política para hacerle frente. Desde este punto de vista, el libro “La
revolución traicionada”, redactado por León Trotsky a mediados de los años 1930
constituye una herramienta indispensable.
Trotsky y la IV Internacional lucharon por una
verdadera revolución política en la URSS, una revolución que debía permitir a
las masas derrocar el poder de la burocracia y reconstituir órganos de poder
democráticos. Veamos a continuación extractos de uno de los textos esenciales
adoptados por la IV Internacional en su congreso de fundación (1938):
“La Unión Soviética ha salido de la revolución de
Octubre como un Estado obrero. La propiedad estatal de los medios de
producción, condición necesaria del desarrollo socialista, ha abierto la
posibilidad de un crecimiento rápido de las fuerzas productivas. El aparato del
Estado obrero, aislado, sufrió mientras tanto una completa degeneración,
transformándose de instrumento de la clase obrera, en instrumento de violencia
burocrática contra la clase obrera y en forma creciente, en instrumento de
sabotaje de la economía” (Programa de Transición, https://www.marxists.org/espanol/trotsky/1938/prog-trans.htm)
El texto contenía una serie de tareas y de
reivindicaciones para llevar a buen puerto la restauración de la democracia
socialista:
“El nuevo auge de la revolución en la U.R.S.S.
comenzará sin ninguna duda, bajo la bandera de la lucha contra la desigualdad
social y la opresión política.
¡ Abajo los privilegios de la burocracia!
¡ Abajo el stajanovismo!
¡ Abajo la aristocracia soviética con sus grados y
decoraciones!
¡Más igualdad en el salario de todas las formas de trabajo!
(…)
La lucha por la libertad de los sindicatos y los
comités de fábrica, por la libertad de reunión y de prensa, se desarrollará en
lucha por el renacimiento y regeneración de la democracia soviética (…).
Es necesario devolver a los soviets no solamente su
libre forma, democrática, sino también su contenido de clase (…).
La democratización de los soviets es inconcebible sin
la legalización de los partidos soviéticos. Los obreros y los campesinos, por
sí mismos y por su libre sufragio decidirán qué partidos serán considerados
como partidos soviéticos”. (Programa de Transición, https://www.marxists.org/espanol/trotsky/1938/prog-trans.htm).
Para comprender este texto de 1938, hay que recordar
la destrucción de las conquistas de la revolución de octubre que acababan de
cometer Stalin y sus comparsas: colectivización forzada, agravación de las
condiciones de trabajo en las fábricas con el movimiento estajanovista, aumento
de las desigualdades, represión del derecho de expresión, represión y control
de los artistas, creación del gulag, condena y ejecución de los dirigentes del
Partido bolchevique de 1917, de los dirigentes de la insurrección de octubre.
De 1936 a 1938 se sucedieron 4 oleadas de procesos, llamados “Procesos de
Moscú”. Tres procesos concluyeron, bajo la orden de Stalin y de su clan, con la
condena de los principales dirigentes del partido. Todos los nombres que
figuran en este texto están concernidos: Zinoviev, Kamenev, Smirnov, Piatakov,
Radek, Bujarin, Rakovski, Preobrajenski, Antonov-Ovseenko, Krestinski… La mayor
parte fueron ejecutados. Y solo tuvieron derecho a un proceso quienes, en
algunos casos bajo la tortura, confesaron sus “traiciones”. Centenas de miles
de militantes o de personas consideradas como opositores fueron ejecutadas con
una bala en la cabeza sin otra forma de proceso.
El proceso de mayo-junio de 1937 apuntó a los
responsables militares soviéticos, entre ellos dirigentes del Ejército Rojo de
la guerra civil (Mijail Tujachevski, mariscal y vicecomisario de Defensa, Iona
Yakir, Comandante de la región militar de Kiev, por ejemplo). Como consecuencia
de este proceso, el Ejército Rojo quedó decapitado justo antes de la Segunda
Guerra Mundial.
Trotsky fue asesinado por un agente de Stalin en
agosto de 1940 en México.
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