domingo, 18 de junio de 2017

REVOLUCIÓN RUSA Y SOCIEDAD DE TRANSICIÓN


Lenin y Trotsky frente a la burocracia y a Stalin



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Eric Toussaint

VIENTOSUR

25/01/2017



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LA MUERTE DE LENIN

La última intervención de Lenin en dirección al partido remonta al primer trimestre de 1923. Su ausencia afectará duramente al partido. Su muerte, el 21 de enero de 1924, sobreviene una semana después de la derrota de la oposición. La ceremonia de despedida de los restos mortales será altamente simbólica. Stalin se las arregla para impedir que Trotsky participe. Mientras que Trotsky, por consejo de los médicos del Kremlin y del BP, estaba en camino hacia el Sur, Stalin le comunica la noticia de la muerte de Lenin transmitiéndole una fecha falsa de los funerales para convencerle de la imposibilidad de dar marcha atrás en el camino para llegar a tiempo a Moscú. Ausente Trotsky, es la ocasión para los miembros de la Troika de presentarse como los únicos continuadores de Lenin. La forma de la ceremonia está totalmente en contradicción con la voluntad de Lenin. La Troika, en efecto, decide embalsamarle.
Es el comienzo de un culto del difunto que, con el pretexto de proseguir su combate, lo desnaturaliza completamente e intenta justificar todas las decisiones tácticas de la Troika (el discurso de Stalin en el II congreso de los Soviets es totalmente edificante sobre esto, citado por Deutscher en su “Stalin” p. 333).
Muerto Lenin, corresponde a su compañera a quien ha remitido su texto sobre la composición de la dirección (redactado en dos tiempos: diciembre 1922/enero 1923) y conocido como su “Testamento”, demandar su publicación para el próximo congreso. En ausencia de Trotsky, el BP decide no comunicar el texto, pero decide sin embargo hacerse respaldar por el CC que precede al congreso de mayo de 1924. El texto es por tanto comunicado al CC. Significa una bomba para sus miembros, que sin embargo están en gran medida situados tras la Troika. Según un testigo de la escena, Zinoviev declaró “Camaradas, cada palabra de Ilitch (Lenin) es ley para nosotros. Hemos jurado hacer todo lo que Lenin moribundo nos ha ordenado hacer (…) Pero nos sentimos felices al decir que, sobre un punto, los temores de Lenin se han revelado infundados. Puedo apostar por nuestro secretario general” (Bajanov, citado por Deutscher op.cit. p. 335). Se decidió a continuación, a pesar de una minoría significativa (entre ellos la viuda de Lenin, Krupskaia), no comunicar el texto al congreso. Habrá que esperar 60 años para que el público soviético pudiera conocer por vías oficiales el contenido de dicho Testamento. Trotsky se calló durante la discusión, no cree que la divulgación del texto podría cambiar la situación.
CONCLUSIONES
LA ACTITUD DE LENIN Y TROTSKY FRENTE A LA BUROCRATIZACIÓN
Antes de llegar a un análisis crítico de la actitud de Trotsky en 1923, creo necesario recapitular sobre la actitud de Lenin en su último combate. Éste decidió a finales de 1922-comienzos de 1923, como hemos visto, montar una verdadera máquina de guerra para provocar la derrota de la fracción estalinista y de sus aliados, sancionada por la expulsión de Stalin del puesto de secretario general. Tiene previstas, por otra parte, una serie de reformas de las instancias de dirección del partido y del Estado. En fin, considera que Trotsky debe ocupar un lugar clave en la dirección del Estado obrero (le propone convertirse en el vicepresidente del Consejo de Comisarios del Pueblo, lo que llevaría normalmente a la presidencia en caso de desaparición de Lenin).
En consecuencia, declara a la dirección del partido que forma un bloque con Trotsky. Lenin hace esto tras haber revisado su actitud en relación al reparto de tareas en el seno del Buró Político (papel predominante de Stalin en ausencia de Lenin, gracias a su control sobre el buró de organización) y de la dirección del Estado.
No deja de ser cierto sin embargo que fue Lenin quien llevó a Stalin a los puestos que éste ocupa, lo que le ha permitido constituir su fracción poniéndola en una serie de puestos clave. Hay que recordar igualmente que Lenin obtuvo la prohibición de las fracciones y de las tendencias en el X Congreso sin precisar su duración. Lenin no debe naturalmente ser tenido a pesar de todo por responsable de la constitución y de la consolidación de la fracción estalinista. En su último combate, Lenin puso toda su energía en la lucha antiburocrática.
Stalin y el estalinismo constituyen la antítesis del pensamiento y de la acción de Lenin. Trotsky, en varios textos muy fuertes, vuelve de forma autocrítica sobre su pasado conciliador de antes de 1917 (ver en particular Cahiers Léon Trotsky de junio de 1988) pero no añade su actitud del primer semestre de 1923. Sin embargo creo que, en la primavera de 1923 también, dio equivocadamente, pruebas de conciliación hacia la fracción estalinista y de sus aliados coyunturales (Kaménev-Zinoviev hasta 1925). ¿Habría permitido una actitud diferente cambiar el curso de la historia? Es muy difícil responder afirmativamente a esta pregunta pero, no obstante, tengo la convicción de que el combate de la oposición de 1923 habría sido indudablemente más fuerte si Trotsky hubiera llevado a cabo una batalla abierta desde el congreso de la primavera de 1923.
Lo que no vio durante el debate sobre la cuestión georgiana de la primavera de 1923 (lo comprendió por el contrario en diciembre de 1923), es que la Troika no retrocedía más que momentáneamente para mejor reforzar su posición a continuación. En la primavera de 1923, Lenin era partidario de un combate diferente, Trotsky lo sabía, pero no medía todo su alcance. Lenin se negaba a un acuerdo con Stalin sobre la cuestión georgiana y sobre otras cuestiones. Quería infligirle una derrota política completa sancionada por una decisión organizativa: su destitución. Lenin había sabido, en numerosos momentos decisivos de la historia del partido, zanjar organizativamente problemas políticos. Trotsky no comprendió en ese momento este aspecto vital del combate político.
¿Era posible la destitución de Stalin en ausencia de Lenin? Difícil responder. Pero la batalla merecía que se llevara a cabo. Si Stalin hubiera podido ser obligado a dimitir del puesto de secretario general, la lucha antiburocrática se habría facilitado. No habría sido ganada sin embargo pues Stalin (como puso en evidencia Trotsky más tarde) no era más que la emanación y el portavoz de la capa burocrática que comenzaba a estabilizarse, a cristalizarse en los poros de la sociedad soviética, del Estado y del partido bolchevique desde el comienzos de los años 1920.
La lucha para extirpar el cáncer burocrático implicaba cambios de conjunto comprendiendo una recuperación de la autoactividad de las masas, un relanzamiento concomitante de los soviets (que será propuesto por la Oposición Unificada en 1926-1927), la restauración del derecho de tendencia en el Partido y el pluripartidismo. La destitución de Stalin no habría constituido por tanto la salida de la lucha antiburocrática pero habría representado un punto de inflexión favorable a ésta.
A partir de octubre de 1923, Trotsky rompe con la actitud que adoptó anteriormente y se lanza con los 46 en la primera ofensiva pública y concertada de cuadros clave del bolchevismo contra la burocracia en el interior del partido, lo que Lenin no había podido hacer anteriormente. Los artículos de Trotsky (ver Nuevo Curso) constituyen para el año 1923 la mejor explicación de la burocratización y de lo que había que oponerle. Es apoyándose sobre el Nuevo Curso de Trotsky como los 46 combaten y ganan una influencia significativa en el partido. Tras la derrota de la Oposición en enero de 1924, habrá que esperar dos preciosos años para que Trotsky recupere la iniciativa de la lucha. Trotsky estuvo paralizado políticamente entre enero de 1924 y finales de 1925 en un momento completamente crucial para el partido, el momento en que progresan de forma importante las deformaciones burocráticas. Estuvo paralizado políticamente en el sentido en que no toma la cabeza de una batalla a la vez política y organizativa con el objetivo de intentar poner a Stalin y sus aliados en minoría.
Políticamente paralizado, lo que no quiere decir que ha dejado de reflexionar y de debatir con otros cuadros claves del partido que comparten su oposición a la burocratización: al contrario, analiza paso a paso ésta y manifiesta su oposición abiertamente en el BP (donde está completamente aislado) y por cartas confidenciales a sus aliados. Por el contrario, considera que no es posible recurrir a una batalla abierta en el partido y la Internacional.
Es a partir de 1926 cuando Trotsky retoma el combate de forma decisiva contra la burocracia termidoriana. Antes de que ésta se lanzara a la colectivización forzosa y a una represión de masas que destruyó físicamente al partido bolchevique, crea la oposición unificada.
Para concluir este estudio, me queda volver sobre una de las lagunas de la comprensión que tenían los dirigentes bolcheviques de los problemas de la transición en los primeros años de la revolución. He evocado esta laguna ya en la introducción.
En los artículos de Trotsky, en las intervenciones de los 46, igual que en los últimos textos de Lenin, la burocracia no es aún percibida como un actor social y político independiente, a la vez secuela del pasado zarista y producto de las condiciones particulares del desarrollo del Estado obrero soviético. Era por supuesto, muy difícil a los protagonistas predecir la función que iba a ocupar la burocracia. En 1923-1924, en los años que siguieron, los opositores de izquierdas (Trotsky, Rakovsky, Preobrajensky, Piatakov…) consideraban que la burocracia planteaba el riesgo, por la política errónea que imponía al partido, de reforzar las fuerzas sociales que querían la restauración del capitalismo, es decir los nepman, los kulaks, etc.
No comprendían que la burocracia tenía un objetivo específico de monopolización del poder y de cristalización de sus privilegios sin que esto implicara la restauración del capitalismo. Este error de perspectiva (fácil de evidenciar retrospectivamente) explica en parte la adhesión de Preobrajensky a Stalin en 1929 cuando éste, rompiendo con la NEP, dará la impresión de volver a una política proletaria socialista.
Corresponde a Rakovsky y luego a Trotsky haber comprendido progresivamente a partir de 1928 el lugar específico ocupado por la burocratización en el Estado soviético. Corresponde a Trotsky y a los militantes que compartieron ese combate hasta el final haber sabido llevar a cabo una lucha indefectible contra la burocracia estalinista y haber producido un análisis acabado de la degeneración del Estado obrero soviético (ver La Revolución Traicionada). En el momento del balance, es completamente fundamental subrayarlo.
El combate de León Trotsky, Rosa Luxemburg y la IV internacional por la democracia socialista
El combate de L. Trotsky y de la Oposición de Izquierdas constituye un aporte fundamental a la lucha por la democracia en la transición al socialismo tanto desde el punto de vista práctico como desde el punto de vista del análisis de los procesos de deriva dictatorial tras la toma del poder. Sin una comprensión del proceso de degeneración, no se puede definir una política para hacerle frente. Desde este punto de vista, el libro “La revolución traicionada”, redactado por León Trotsky a mediados de los años 1930 constituye una herramienta indispensable.
Trotsky y la IV Internacional lucharon por una verdadera revolución política en la URSS, una revolución que debía permitir a las masas derrocar el poder de la burocracia y reconstituir órganos de poder democráticos. Veamos a continuación extractos de uno de los textos esenciales adoptados por la IV Internacional en su congreso de fundación (1938):
“La Unión Soviética ha salido de la revolución de Octubre como un Estado obrero. La propiedad estatal de los medios de producción, condición necesaria del desarrollo socialista, ha abierto la posibilidad de un crecimiento rápido de las fuerzas productivas. El aparato del Estado obrero, aislado, sufrió mientras tanto una completa degeneración, transformándose de instrumento de la clase obrera, en instrumento de violencia burocrática contra la clase obrera y en forma creciente, en instrumento de sabotaje de la economía” (Programa de Transición, https://www.marxists.org/espanol/trotsky/1938/prog-trans.htm)
El texto contenía una serie de tareas y de reivindicaciones para llevar a buen puerto la restauración de la democracia socialista:
“El nuevo auge de la revolución en la U.R.S.S. comenzará sin ninguna duda, bajo la bandera de la lucha contra la desigualdad social y la opresión política.
¡ Abajo los privilegios de la burocracia!
¡ Abajo el stajanovismo!
¡ Abajo la aristocracia soviética con sus grados y decoraciones!
¡Más igualdad en el salario de todas las formas de trabajo!
(…)
La lucha por la libertad de los sindicatos y los comités de fábrica, por la libertad de reunión y de prensa, se desarrollará en lucha por el renacimiento y regeneración de la democracia soviética (…).
Es necesario devolver a los soviets no solamente su libre forma, democrática, sino también su contenido de clase (…).
La democratización de los soviets es inconcebible sin la legalización de los partidos soviéticos. Los obreros y los campesinos, por sí mismos y por su libre sufragio decidirán qué partidos serán considerados como partidos soviéticos”. (Programa de Transición, https://www.marxists.org/espanol/trotsky/1938/prog-trans.htm).
Para comprender este texto de 1938, hay que recordar la destrucción de las conquistas de la revolución de octubre que acababan de cometer Stalin y sus comparsas: colectivización forzada, agravación de las condiciones de trabajo en las fábricas con el movimiento estajanovista, aumento de las desigualdades, represión del derecho de expresión, represión y control de los artistas, creación del gulag, condena y ejecución de los dirigentes del Partido bolchevique de 1917, de los dirigentes de la insurrección de octubre. De 1936 a 1938 se sucedieron 4 oleadas de procesos, llamados “Procesos de Moscú”. Tres procesos concluyeron, bajo la orden de Stalin y de su clan, con la condena de los principales dirigentes del partido. Todos los nombres que figuran en este texto están concernidos: Zinoviev, Kamenev, Smirnov, Piatakov, Radek, Bujarin, Rakovski, Preobrajenski, Antonov-Ovseenko, Krestinski… La mayor parte fueron ejecutados. Y solo tuvieron derecho a un proceso quienes, en algunos casos bajo la tortura, confesaron sus “traiciones”. Centenas de miles de militantes o de personas consideradas como opositores fueron ejecutadas con una bala en la cabeza sin otra forma de proceso.
El proceso de mayo-junio de 1937 apuntó a los responsables militares soviéticos, entre ellos dirigentes del Ejército Rojo de la guerra civil (Mijail Tujachevski, mariscal y vicecomisario de Defensa, Iona Yakir, Comandante de la región militar de Kiev, por ejemplo). Como consecuencia de este proceso, el Ejército Rojo quedó decapitado justo antes de la Segunda Guerra Mundial.
Trotsky fue asesinado por un agente de Stalin en agosto de 1940 en México.
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