La historia del
PSOE son dos historias. Una socialista y la otra no socialista, por tanto nada tienen
que ver la una con la otra. Una historia, la socialista, es la que va desde la
fundación del PSOE hasta Felipe González y sus sucesores. La historia no
socialista arranca con este último y continúa hasta la Gestora actual, si bien
ambas historias se cobijan en las mismas siglas: PSOE.
Una visión del
socialismo del PSOE y por tanto de su historia hasta Felipe González, podríamos
verla en el fragmento de la carta (“Un socialista más”) de Don Miguel de
Unamuno que dirigió al director de la Lucha de clases (publicada en “La Lucha de
clases, Bilbao, 21 de octubre, 1894.)[i]: “Hace tiempo que, como todos los que hoy se
cuidan de tomar la vida en serio me venía preocupando lo que ha dado en
llamarse la cuestión social. Observaba la marcha del socialismo, al cual apenas
conocía más que por las exposiciones disparatadas y malévolas que de él hacen
los que lo combaten a la desesperada. Aún a través de esas mentiras…,
vislumbraba el único ideal potente y vigoroso que puede unir y vivificar a los
pueblos. Me puse a estudiar la economía política del capitalismo y el
socialismo científico a la vez, y ha acabado por penetrarme la convicción de
que un socialismo limpio y puro, sin disfraz ni vacuna, el socialismo que
inició Carlos Marx…, y al cual vienen a refluir corrientes de otras partes, es
el único ideal hoy vivo de veras, es la religión de la humanidad […] La tarea
de propagarlo en nuestra España es dura…, el capitalismo burgués se defiende a
muerte, con proteccionismos, con monopolios, con paz armada y ejércitos
dispendiosisimos, con amenazas y promesas y mentiras, con falsa benevolencia y
hasta calumniando al socialismo unas veces y forjando otras una falsificación
de él para engañar a incautos y engañarse así mismo. Esta última arma le da
algún resultado…, no faltan quienes quieren presentar a tal o cual poderoso
como mesías de la clase trabajadora […] Es preciso hacer ver que los
socialismos burgueses son enemigos del verdadero socialismo o engañosos
sofismas…, es preciso repetir una y mil veces que la lucha es entre los que
trabajan para que todos coman y vivan y alimenten sus espíritus y los vagos,
más o menos encubiertos, que viven del trabajo ajeno […] Hay que repetir que no
se trata de comerse a los niños crudos […] Hay que hacer ver con empeño que el
socialismo no es revolucionario por el gusto y afición a la jarana, pues sólo
el vago es bullanguero […] La revolución social es un medio, probable y desgraciadamente
inevitable, para el triunfo de la verdadera paz, no la de la paz armada que
consume las fuerzas de Europa mucho más que lo hace una revolución […] Y luego
hay que romper las telarañas que tienen en la cabeza los obreros intelectuales,
que han servido hasta hoy de guardia civil al capitalismo burgués…, que aún se
empeñan en hacer creer que sus intereses son los de los amos […] Le pido y
espero me preste las columnas de su semanario de vez en cuando, para desde
ellas hacer algo por la difusión de nuestro común ideal”.
La historia no socialista del PSOE comienza
precisamente con la traición a sus propios principios al abandonar el marxismo
en 1978 mediante las maniobras políticas de Felipe González en nombre de la “modernidad”,
a cuya traición hay que añadirle no poca hipocresía y cinismo, puesto que a
pesar de las últimas aseveraciones, en la contratapa del carnet del partido,
todavía puede leerse:
“DECLARACION DE PRINCIPIOS (contratapa del carnet de
PSOE)
El Partido Socialista declara que tiene por
aspiración:
1º la posesión del poder político por la clase
trabajadora.
2º la transformación de la propiedad individual o
corporativa de los instrumentos de trabajo en propiedad colectiva, social o
común.
Entendemos por instrumentos de trabajo la tierra, las
minas, los transportes, las fábricas, máquinas, capital-moneda, etc., etc.”
3º La organización de la sociedad sobre la base de la
federación económica, el usufructo de los instrumentos de trabajo por las
colectividades obreras, garantizando a todos sus miembros el producto total de
su trabajo, y la enseñanza general científica y especial de cada profesión a los
individuos de uno y otro sexo.
4º la satisfacción por la sociedad de las necesidades
de los impedidos por edad o por padecimiento.
En suma: el ideal del Partido Socialista Obrero es la
completa emancipación de la clase trabajadora; es decir, la abolición de todas
las clases sociales y su conversión en una sola de trabajadores, dueños del
fruto de su trabajo, libres, iguales, honrados e inteligentes".
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