No veo mácula de pecado alguno en que la mujer del Embajador
en España en la India, señor Arestegui, ex portavoz de Exteriores del PP, en
sus ratos libres, mientras su marido el Embajador trastea con sus asuntos, para
matar el rato se dedique a mantener relaciones electrónicas (no se si diurnas o
nocturnas, eso ya es algo que se me escapa) con la policía política de Marruecos[1],
esto es, con su espionaje, para informarle
de esto, lo otro y lo demás allá, dentro siempre, que esto conviene decirlo para
no mezclar churras con merinas, de la más prístina y estricta relación mujer de
Embajador-Servicios secretos policía política marroquí, y sin mediación o
trasiego de dinero Servicios secretos policía política marroquí-mujer de Embajador.
Yo no entro en esa cosa que dicen de que la mujer del César
además de buena ha de parecerlo. Yo no entro en eso, porque de cesarismo ando
flojo. No obstante, oiga, a mi me parece que la mujer del César es una puta y
me la pueden vestir como quieran que puta se queda, tal que la mona, que pueden
ustedes argüir cuantos eslóganes propagandísticos quieran a favor de las
políticas del gobierno de Rajoy (con base en las políticas del PSOE), que la miseria
de millones de españoles se deben a ellas, y que si llegara a ganar las
elecciones la miseria y el dolor quedarían garantizados con tendencia a su
perpetuación.
En resumidas cuentas, que la mujer del César es una puta (y
si no, no haberse metido a mujer de César), que la mona es mona, que las
políticas de Rajoy han sido y son (y serán si ganan las elecciones) las
responsables de la miseria de millones de personas en España. Y en lo tocante a
la mujer del Embajador de España en la India, pues no digo que haya de ponérsela bozal, que no hay necesidad de exagerar en esto, pero si unos guantes de
boxeador cuando se acerque al teclado de su ordenador para que no tenga
relaciones ni tentativas de ellas con el espionaje marroquí. Quien quiera espías que se los compre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario