GOLPE DE
ESTADO Y LUCHA DE CLASES EN UCRANIA. CRISIS EN UCRANIA Y SUS RAÍCES PROFUNDAS
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Guennadi
Ziuganov
Presidente del CC del PCFR
Socilogía
Crítica
14.09.2014
Esencia clasista del conflicto en Ucrania
La esencia de los acontecimientos en
Ucrania es difícil de entender sin analizar la correlación de las fuerzas
clasistas. Es necesario señalar primeramente que como efecto de la
privatización salvaje, destructiva de la economía de Ucrania en los años 1990 —
2000 en intereses de la nueva oligarquía y la desindustrialización en intereses
de los competidores occidentales, se redujo drásticamente el número del
proletariado industrial. Por consiguiente, cayó el nivel de su organización.
Con la desaparición de los koljoses y sovjoses fue prácticamente liquidado el
proletariado rural. Eso cambió la correlación de las fuerzas clasistas.
Sin embargo, la cúpula gobernante
prooccidental de Ucrania no logró eliminar totalmente a la clase obrera, sobre
todo en las regiones industrialmente desarrolladas del sud-este del país. Y no
es casual que la Junta nacionalista tropezó con la resistencia más poderosa
precisamente en esas regiones. El proletariado industrial entiende
perfectamente que el rompimiento de los lazos históricos con Rusia, consumidor
de los productos de sus empresas, llevará consigo inevitablemente el desempleo
masivo y la miseria. No solamente los sentimientos nacionales sino también la
conciencia clasista de millones de personas en Nueva Rusia, aunque no muy
patente, sirvió de base para la resistencia frente a la usurpación oligárquica
del poder.
Una importante particularidad de las
acciones revolucionarias populares en el sud-este de Ucrania, y antes en
Crimea, es que fueron dirigidas tanto contra los usurpadores neofascistas del
poder en Kiev, vinculados íntimamente con el capital transnacional global, como
contra el clan oligárquico de Donetsk que instauró su dictadura política y
económica en esas regiones. Sea dicho a propósito, en este sentido el Maydán
“temprano” (noviembre — diciembre de 2013) tenía el carácter más pronto
antioligárquico que antiruso.
Sin embargo, puesto que los ánimos de
protesta de las masas no adquirieron carácter clasista fueron utilizados en la
contienda de los dos clanes de la gran burguesía. En esa lucha triunfó el grupo
que unía a las fuerzas proccidentales, nacionalistas y de la extrema derecha
que aprovecharon el descontento popular para perpetrar el golpe de estado.
Tradicionalmente el gran capital gobierna
los países a través de sus empleados asalariados, funcionarios públicos. En
Rusia, en los años 1990 la oligarquía dominaba a los funcionarios. Luego los
funcionarios públicos tomaron la revancha y, posteriormente, se produjo la
fusión entre la burocracia y la oligarquía.
En Ucrania también se libraba la lucha
entre dos grupos clasistas parientes, entre la burocracia estatal y la
oligarquía. Allí como en Rusia se formó la simbiosis de esos dos grupos
clasistas. Pero después del golpe de estado de febrero de 2014, la oligarquía
doblegó a la burocracia. Al chocar con una abnegada resistencia del pueblo en
Crimea, Lugansk, Donetsk, Járkov, Odessa, Dniepropetrovsk y otras ciudades la
cúpula gobernante decidió implantar la dictadura directa del gran capital. En
varias regiones fueron nombrados como gobernadores los oligarcas que
anteriormente se ocultaban a la sombra de los políticos venales de distintos
partidos llamados “Patria”, “Golpe”, “Regiones”. Ahora en Ucrania reina la
dictadura abierta, sin ningún tipo de oropel “democrático”, de la oligarquía
rapaz.
Los multimillonarios Poroshenko,
Kolomoisky y compañía no solamente asumieron directamente las funciones de la
administración estatal sino están creando ejércitos privados, su policía
secreta que practica el secuestro y torturas a las personas. Ucrania se ha
convertido en un país donde todo está permitido, una república bananera donde
no impera la ley sino la arbitrariedad del “presidente” de turno, que se apoya
en los “escuadrones de la muerte” así como en el respaldo político y militar de
EE.UU. Los pueblos de América Latina como resultado de la abnegada lucha se
liberaron de la etiqueta de repúblicas bananeras. Hoy, desgraciadamente, esa
modalidad de “gobierno estatal” se ha implantado en Ucrania.
El carácter clasista del nuevo poder lo
demuestra el hecho de que I. Kolomoisky financió, como afirma la prensa, el
partido “Libertad”, profascista y antisemita. Ello confirma que la oligarquía
mundial está dispuesta -como sucedió más de una vez en la historia- a apoyarse
en los nazis más empedernidos para aplastar la aspiración del pueblo de la
justicia social.
Un papel bastante activo en Maydán lo
desempeñó la pequeña burguesía que sufrió fuertemente por la arbitrariedad del
clan de Yanukovich, así como los elementos desclasados que aparecieron en
Ucrania como resultado de la pauperización de la población producto de la
política económica del poder de la burguesía.
No vamos a olvidar que la pequeña
burguesía histórica y el lumpen-proletariado representan por si una parte más móvil
de la población. La historia muestra que en ciertas condiciones, las que se dan
en Ucrania, la pequeña burguesía y los elementos desclasados pueden convertirse
en la principal base de apoyo masiva del fascismo. Así fue en Alemania en los
años 30 del siglo pasado, así puede suceder también en Ucrania a principios de
este siglo. Los elementos desclasados constituyen hoy la vértebra de los
ejércitos privados de la oligarquía nacionalista.
Ataques a los comunistas como
manifestación del renacimiento del nacismo
El contenido clasista del poder actual se
confirma también por el hecho de que es el Partido Comunista de Ucrania que fue
elegido como blanco de las persecuciones. A los comunistas se les incrimina las
acciones de protesta en las regiones sudorientales. Se afirma también que la
dirección del Partido Comunista se dedica a desprestigiar a Ucrania dentro del
país y en el extranjero a través de los medios de comunicación rusos. Sobre
esta base se formula la exigencia de ilegalizar al PC de Ucrania como amenaza
para la seguridad nacional. Es especialmente impresionante la incriminación de
la violación de la Constitución en boca de quienes usurparon el poder mediante
el golpe de estado. El mismo poder que incrimina al Partido comunista la
violación de la legislación vigente es a todas luces ilegítimo.
No existen motivos para ilegalizar a uno
de los más antiguos partidos políticos de Ucrania. En el programa del PCU no
hay tesis que llamen a destruir la soberanía y la integridad territorial de
Ucrania. El Partido Comunista no participó en los intentos de tomar el poder.
Nadie presentó las pruebas de su financiación por Estados extranjeros. El PCU
es el partido parlamentario por el que votaron 3 millones de electores. Los
representantes del partido formaron parte del gobierno. Sus miembros participan
en la labor de las asociaciones parlamentarias internacionales. Así que los
intentos de presentar el PCU como organización extremista no serán entendidos
por la opinión internacional.
Pero en realidad el objetivo del intento
de ilegalizar al PC de Ucrania es aplastar la disidencia ya que el PCU es la
única fuerza política que declaró abiertamente que iba a oponerse vigorosamente
a la política del grupo en el poder. Los planes de destruir al Partido
Comunista no es otra cosa que privar a los ciudadanos del derecho
constitucional de libertad de expresión, manifestaciones y reuniones. Es el
intento de amordazar a las fuerzas políticas y sociales que no están de acuerdo
con la política actual de los gobernantes. Eso complica bruscamente la
posibilidad del dialogo panucraniano, la única posibilidad de salir de una
gravísima crisis, restablecer la paz y la concordia.
La ilegalización de uno de los más
antiguos e influyentes partidos políticos de Ucrania puede ser un paso para
fortalecer el totalitarismo. La ilegalización del partido comunista en la
historia de Europa siempre anunciaba el ascenso del fascismo.
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