PARA UNA RADIOGRAFIA DEL ASALARIADO
El asalariado para el capitalista viene a ser algo parecido a un trozo de carbón: mercancía que puede ser comprada y vendida en el mercado en función de la oferta y la demanda, y que al igual que el carbón consume su vida produciendo riqueza para otros de la que en ningún caso disfruta, salvo lo que estrictamente necesita para su reproducción y en función de los tiempos en que viva.
Sin trabajo (sin asalariados) no es posible crear riqueza. La riqueza no la crea el Rey con sus discursos, ni su yerno Urdangarín llevándose el dinero de las entidades del Estado, ni el Congreso legislando para proteger el fraude fiscal, ni el presidente de la patronal proponiendo salarios de miseria ni la cúpula de UGT y CC.OO. negociando con quienes pretenden bajar salarios y recortar derechos sociales de los trabajadores.
Tampoco crea la riqueza el capital. En todo caso, el capital es trabajo acumulado del que se ha apropiado previamente el capitalista. La fuente de riqueza es el trabajo. La riqueza la crea el trabajador.
El salario está determinado por la lucha abierta y sin reconciliación posible entre capitalista y obrero.
El obrero no tiene necesariamente que ganar con la ganancia del capitalista, pero necesariamente pierde con él
En general hay que observar que allí en donde tanto el obrero como el capitalista sufren, el obrero sufre en su existencia y el capitalismo en la ganancia de su inerte Mammón.
El obrero es una mercancía y para él es una suerte poder llegar hasta el comprador
Se asalariado se va haciendo cada vez más dependiente de todas las fluctuaciones del precio de mercado, del empleo de los capitales y del humor de los ricos.
El obrero no tiene necesariamente que ganar con la ganancia del capitalista, pero necesariamente pierde con él
Cuando en una sociedad declina la riqueza, para el trabajador representa miseria progresiva; en una situación floreciente, miseria complicada, y en una situación en plenitud, miseria estacionaria.
Con el adelanto técnico se incrementa la productividad, se produce más con menos tiempo de trabajo, pero sin embargo ese tiempo que se gana no lo dedica el trabajador a cultivar sus facultades, sino que lo dedica a seguir produciendo más para el capitalista. Y esto es lo que propone el gobierno (competitividad, producir más en menos tiempo y con sueldos más bajos); lo que defiende la patronal y lo que negocian las cúpulas dirigentes de UGT y CC.OO con la patronal y el gobierno y presentarlo a la sociedad como la única posibilidad real de acabar con la miseria del trabajador.
Que hay conseguir del capitalista mejores sueldos es indiscutible, pero teniendo en cuenta que elevando los salarios no se acaba con el problema.
El problema se acaba erradicando el salario, es decir, aboliendo la propiedad privada de los medios de producción que es la fuente y el origen de la explotación del hombre por el hombre, y aboliendo el sistema político en que el Estado es un instrumento de opresión y dominio de los económicamente más fuertes para defender sus intereses e imponerlos al resto de la sociedad.
Sin trabajo (sin asalariados) no es posible crear riqueza. La riqueza no la crea el Rey con sus discursos, ni su yerno Urdangarín llevándose el dinero de las entidades del Estado, ni el Congreso legislando para proteger el fraude fiscal, ni el presidente de la patronal proponiendo salarios de miseria ni la cúpula de UGT y CC.OO. negociando con quienes pretenden bajar salarios y recortar derechos sociales de los trabajadores.
Tampoco crea la riqueza el capital. En todo caso, el capital es trabajo acumulado del que se ha apropiado previamente el capitalista. La fuente de riqueza es el trabajo. La riqueza la crea el trabajador.
El salario está determinado por la lucha abierta y sin reconciliación posible entre capitalista y obrero.
El obrero no tiene necesariamente que ganar con la ganancia del capitalista, pero necesariamente pierde con él
En general hay que observar que allí en donde tanto el obrero como el capitalista sufren, el obrero sufre en su existencia y el capitalismo en la ganancia de su inerte Mammón.
El obrero es una mercancía y para él es una suerte poder llegar hasta el comprador
Se asalariado se va haciendo cada vez más dependiente de todas las fluctuaciones del precio de mercado, del empleo de los capitales y del humor de los ricos.
El obrero no tiene necesariamente que ganar con la ganancia del capitalista, pero necesariamente pierde con él
Cuando en una sociedad declina la riqueza, para el trabajador representa miseria progresiva; en una situación floreciente, miseria complicada, y en una situación en plenitud, miseria estacionaria.
Con el adelanto técnico se incrementa la productividad, se produce más con menos tiempo de trabajo, pero sin embargo ese tiempo que se gana no lo dedica el trabajador a cultivar sus facultades, sino que lo dedica a seguir produciendo más para el capitalista. Y esto es lo que propone el gobierno (competitividad, producir más en menos tiempo y con sueldos más bajos); lo que defiende la patronal y lo que negocian las cúpulas dirigentes de UGT y CC.OO con la patronal y el gobierno y presentarlo a la sociedad como la única posibilidad real de acabar con la miseria del trabajador.
Que hay conseguir del capitalista mejores sueldos es indiscutible, pero teniendo en cuenta que elevando los salarios no se acaba con el problema.
El problema se acaba erradicando el salario, es decir, aboliendo la propiedad privada de los medios de producción que es la fuente y el origen de la explotación del hombre por el hombre, y aboliendo el sistema político en que el Estado es un instrumento de opresión y dominio de los económicamente más fuertes para defender sus intereses e imponerlos al resto de la sociedad.
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